Hacer reír en un hospital es una labor muy seria. Cuko Rodríguez es un Doctor Sonrisa de los 26 que hay en España y que recorren hasta 20 hospitales para aliviar el sufrimiento de los niños ingresados. Esta iniciativa de la Fundación Theodora cumple diez años y han sido 50.000 los pequeños que han logrado sonreír tan sólo en un año, 4.000 de ellos de Málaga, y nada menos que 250.000 en esta década.

Cuko, de 37 años, es artista profesional y se convierte en el doctor Bugui Bugui en menos que canta un gallo. Explica que el trabajo de cara al exterior puede parecer sencillo e inocente pero detrás existe una completa y rigurosa formación, así como un exhaustivo protocolo a seguir. Es uno de los Doctores Sonrisa más antiguos y de mayor experiencia, ya que comenzó esta labor en el año 2001.

Para una acertada intervención hay que conocer el estado de ánimo de los pacientes y los familiares, saber el diagnóstico para conducir la conversación hacia unos términos adecuados y evitar materiales no apropiados y cuidar además hasta el extremo las medidas higiénicas.

Las visitas son individuales habitación por habitación y personalizadas. Un trabajo que se ha convertido en un pilar en la vida de Cuko. "Realmente yo no les doy a los niños, eres tú el que recibe. Ser el Doctor Sonrisa me ha solucionado la vida, es una parte espiritual muy importante. Yo no vengo a dar, vengo a recibir. Un niño que está enfermo lo que te da es algo indescriptible. Algo tan recíproco que uno se queda con lo bonito y con lo bueno. Me aportan fuerza, energía y vitalidad y rechazo lo malo", reflexiona Cuko.

En cualquier caso reciben una preparación psicológica completa y son objeto de un continuo seguimiento. Su símbolo es el corazón naranja.

La experiencia

Cuko compatibiliza este trabajo con su escuela de danza y resalta la labor de cada uno de sus compañeros. Asegura que evidentemente hay niños de oncología y crónicos a los que por la frecuencia con la que los ve le llegan especialmente. "Yo ahora tengo dos o tres amigos y especialmente una niña de 12 años que es mi pasión. Me involucro en mi trabajo porque quiero y punto. A veces incluso mantienes el contacto después", expresa.

"Esta niña me dijo lo más bonito que me habían dicho nunca que es que ´sólo por las buenas personas que hay en el mundo merece la pena seguir´", comenta. Bugui Bugui se centra en la música, en el baile y la picaresca en sus intervenciones que se caracterizan por contener altas dosis de improvisación. "Cada habitación es un submundo con personas con un estado anímico delicado, que están atravesando una difícil situación. Tienes que entrar respirar el ambiente y saber actuar para darles un poco de felicidad o simplemente, según el día, acompañarlos y estar con ellos, en silencio", indica.

Esta actividad gratuita de la Fundación Theodora se mantiene gracias a las empresas colaboradoras como Unicaja en Málaga. En 1993 los hermanos Jan y André Poulie crearon en Suiza esta fundación en memoria de su madre, Theodora, que murió tras una larga hospitalización. Desde entonces han llegado a tres continentes y ocho países. La Fundación Theodora cumple diez años en España llevando felicidad a cada habitación donde un niño sufre.