Tres años después del ultimátum de la Junta de Andalucía, el treinta por ciento de los municipios de la provincia (treinta de los 101) continúan sin tramitar el denominado plan antiincendios, requisito de obligada disposición en materia forestal, según la ley de prevención aprobada en 2003.

Los últimos datos de la Delegación Provincial de Medio Ambiente precisan que siete de cada diez localidades cuentan con el proyecto en vigor o, al menos, en fase de tramitación, lo que deja fuera de las negociaciones al resto de Málaga. Unas cuentas que, no obstante, han evolucionado a partir del requerimiento formulado por la administración en agosto de 2007, en el que se estableció un plazo límite para la adaptación a la normativa.

La proporción de municipios que disponen de plan de emergencia ha crecido un veinte por ciento en el trienio, si bien continúa lejos de los objetivos planteados por la Junta. El retraso acumulado, respecto al calendario de la ley, se cifra ya en siete años.

Las previsiones de este verano en materia de incendios se antojan más amables que en los ejercicios precedentes. A pesar de sus múltiples inconvenientes, algunos de ellos cuantiosos y dramáticos, la lluvia del pasado invierno ha dejado consecuencias positivas en la provincia a nivel de masa forestal. La persistencia de las precipitaciones, que se prolongaron hasta bien avanzada la primavera, reducirán el riesgo de propagación, lo que no quiere decir que se neutralice el peligro.

De acuerdo con los datos de la Delegación de Medio Ambiente, las condiciones de partida son más propicias para la contención de incidentes, lo que contradice la lógica habitual, que eleva los niveles de alarma en función del crecimiento de la vegetación. El año pasado, por ejemplo, la administración hablaba de alto riesgo por el aumento de la masa, que se vio favorecida por las precipitaciones.

La novedad de este verano radica en la contundencia de las lluvias, que, si bien ha servido para elevar la superficie, han generado una película de humedad que dificultará la extensión de las llamas en buena parte de la provincia. Medio Ambiente explica la ambivalencia del fenómeno y los efectos de las precipitaciones, que, por un lado, estimulan el crecimiento de las plantas y, por otro, paralizan las sustancias nocivas. "Los incendios se producen por los restos de material combustible, pero la lluvia, si es excesiva, hace que éstos se pudran rápidamente", indican.

La situación de la masa forestal de la provincia presenta esta primavera suelos que, incluso, presentan una saturación de agua. La radiografía de la administración recoge detalles que aluden a fuentes que llevaban secas un decenio y que, en la actualidad, vuelven a contar con un caudal generoso. El grado de humedad de los terrenos es la herencia de unas lluvias que, a excepción de algunos puntos de la Axarquía, han marcado el hito de la década la provincia. En el arco que separa a Estepona de Algeciras, por ejemplo, se ha registrado un volumen de precipitaciones que supera en un 400 por cien el registro medio de la zona. Otra tanto ocurre en la Costa del Sol, donde localidades como Marbella, afectadas en más de una ocasión por la violencia de los incendios, han recogido una cantidad de agua que duplica los valores de la estadística más repetida. Unos datos que animan las expectativas de la Junta que asegura que, en condiciones normales, las superficies altas se mantendrán húmedas hasta bien entrada la campaña.