El cable de cobre ya no es lo que era. Al menos en el número de denuncias que la Policía Nacional está recibiendo sobre robos masivos de este metal en los municipios en los que tiene competencia. Desde la Comisaría Provincial de Málaga, los agentes del grupo de Robos aseguran que los niveles alcanzados en los peores momentos de la crisis han pasado a la historia, sobre todo desde que en esta unidad policial se puso en funcionamiento el grupo específico dedicado a la ´compraventa´.

La mayor presión sobre sus posibles ladrones, la gran colaboración que las seis chatarrerías registradas en la capital ofrecen a los agentes y las inspecciones son algunas de las principales razones para que no sea tan rentable robar el elemento químico de número atómico 29. Tanto es así, que el inspector Sánchez asegura que el número de robos se ha reducido entre un 35 y un 40% en la capital. "En lo que va de año sólamente hemos recibido una decena de denuncias por este motivo", apunta Sánchez, quien añade que ya no se manejan los precios que se daba en el cénit de la crisis económica. "Entonces el cobre se pagaba a seis euros el kilogramo, luego bajó a la mitad y ahora el cobre quemado se ha estabilizado en los 4,5 euros", explica el agente. Eso sí, sin quemar se está cobrando 10 céntimos más caro.

Los ladrones suelen prender fuego a sus botines para no dejar rastro de sus propietarios en el aislante. Sin embargo, aunque en menor medida, el robo de cable sigue produciéndose. Zonas de obras, las lineas telefónica aéreas o las redes de alumbrado siguen siendo los principales objetivos de sus beneficiarios. Según Sánchez, el cable telefónico es el más demandado por ser el menos peligroso: "Apenas tienen que bajarlo con una percha y cortar. Es rápido, limpio y sin riesgos", señala. El agente se refiere a los peligros que conlleva cortar cables de las redes eléctricas, ya que pocos tienen la especialización necesaria y muchos demuestran una "inconsciencia total" al hacerlo sin ningún tipo de medios.

Pero la presión policial parece que está haciendo efecto. Si bien el agente reconoce que estos robos no son muy castigados, también advierte de que siempre que puedan imputarán a los ladrones el delito de estragos. "Llevarse unos cuantos kilos de cobre es una cosa, pero dejar a un barrio sin teléfono o sin luz es otra cosa", incide Sánchez.

Por último, la Policía asegura que toda esa presión se ha traducido en un desplazamiento de los autores de los robos hacia zonas del interior, tanto para conseguir el cobre como para venderlo. "Lo que ellos quieren es tranquilidad", sentencian.