En 20 años en el María de la O, ha intervenido en la educación de tres generaciones de vecinos de Los Asperones. Alicia Alonso es la directora de este centro en el que estudian 120 alumnos. Algunos ya son nietos de sus primeros alumnos del curso 1989/1990. Dice que sus padres quieren que sus hijos tengan un nivel de formación superior a ellos, pero, en el colegio, todavía los boletines de notas quizás son lo de menos. Además de instruir, los profesores tienen que inculcar hábitos de conducta, alimentación o higiene. El 12 de julio recibirá el premio de Educación Ciudad de Málaga, que concede el Ayuntamiento.

¿Cómo puede la educación contribuir a eliminar la marginación en un barrio como Los Asperones?

Es difícil, pero es la única herramienta disponible. No es una varita mágica que consiga resultados a corto plazo, pero en estos 20 años he asistido a cambios muy significativos, que pueden parecer muy pequeños para la sociedad de fuera de Los Asperones. Pero los vecinos de este barrio sienten un gran arraigo hacia su marginalidad. Es más, llegan a automarginarse. Y no tiene nada que ver con su raza. Si me siento algo orgullosa de estar aquí y de haber dedicado mi vida docente a este tipo de alumnado es por ver esos pequeños cambios. Y los vecinos ya confían en nosotros. Los padres, que también fueron alumnos míos, no quieren que sus hijos sean analfabetos como lo fueron ellos, quieren que sus hijos lleguen a más, se puede hablar con ellos y participan en las tareas educativas de sus hijos.

¿Cuántos alumnos que dejan el colegio y llegan al instituto terminan sus estudios y logran el graduado en ESO?

Todavía ninguno.

¿Ninguno en 20 años?

Es que todo es mucho más complicado de lo que parece. Todavía no hemos superado estas barreras. Estamos en la lucha de que terminen la Primaria medio bien. Los alumnos que salen del colegio van al instituto y en el momento que se ven mayores, se aburren y dejan los estudios. Muchos lo hacen cuando les falta un mes para cumplir los 16 años. El dinero aquí llama mucho la atención y lo que quieren es empezar cuanto antes a trabajar. Existe mucho absentismo y abandono prematuro.

¿Pero por qué dejan de estudiar, porque necesitan colaborar en casa con un sueldo?

La idea es ganar dinero. La formación por la formación no se entiende. La mayoría son familias numerosas que quitan a los hijos de estudiar para que puedan llevar un sueldo a casa. Eso cuando con 15 ó 16 años no están ya casados y son cabezas de una nueva familia a la que tienen que mantener. Y lo hacen sin una titulación cualificada, por lo que no pueden acceder a puestos de responsabilidad.

¿No decía que los padres están más implicados que antes en la educación de sus hijos?

Sí, pero les basta con que aprendan a leer y a escribir, o las cuatro reglas. Que sepan defenderse en la vida. Es más, cuando van al instituto optan por la Ciudad de los Niños cuando nuestro centro de referencia es la Universidad Laboral o el IES Torre Atalaya. A esas edades sería muy importante, y lo deseable, que aprendieran a relacionarse con otros compañeros y en entornos diferentes. Pero el problema es el transporte.

¿Cómo puede encontrar motivación profesional en un ambiente tan particular?

No pierdo la esperanza de que esta tercera generación, mis nietos pedagógicos, como les llamo, puedan superar estas barreras que, a veces, las impone la propia familia. La escuela no formaba parte de la cultura gitana, pero ahora se ve como una oportunidad. Mis antiguos alumnos, los padres de los escolares actuales me lo dicen: «Maestra, es verdad lo que usted nos decía». Mi respuesta es siempre la misma: « Ya que tú no aprovechaste tu tiempo, deja que tus hijos lo hagan». Por eso sigo ilusionada trabajando en este ambiente tan adverso.

¿Se dan casos de violencia escolar en el María de la O?

¿Violencia escolar? Cuando veo en tele que han pegado a un profesor o algo, siempre pienso lo mismo: que nosotros, estando en Los Asperones, nunca hemos llegado a una situación así. Aunque te llevas más de una patada al día.

¿Patada? ¿Física o en el sentido metafórico?

No, no. Física. Cuando hay peleas, el profesor se mete en medio a separar y es raro que no reciba rasca. Los rifirrafes son muy habituales, prácticamente por cualquier cosa. Lo peor, es que muchos alumnos se traen sus problemas de la calle al colegio. Aquí tratamos de resolver los conflictos a través del diálogo. En el barrio todavía es habitual el ojo por ojo.

¿Y los maestros son respetados?

Los antiguos sí. Los nuevos tienen un periodo de adaptación bastante duro y depende del talante y el carácter de cada persona. Y a los padres hay que saber tratarlos. Por lo general, vienen dando voces y armando el cirio, porque suelen ser muy protectores de sus hijos.