Mañana llegan a Málaga 25 niños de diferentes puntos de Bielorrusia que durante cuarenta días vivirán con familias de acogida que les ha procurado la cofradía de la Sagrada Cena, en un programa que desarrolla por primera vez y con el que, estos niños, afectados por la fuga radiactiva de la central de Chernóbyl de 1986, ganarán un año y medio de esperanza de vida, según la Organización Mundial de la Salud, ya que estarán alejados de ese ambiente contaminado.

El hermano mayor de la corporación del Jueves Santo, Rafael López Taza, recordó que este proyecto asistencial se incluía en su programa electoral con el que ganó las elecciones del pasado mes de septiembre. «Este proyecto es uno de los más importantes realizados por la hermandad a lo largo de su historia, la cual se ha encargado de todos los trámites burocráticos y económicos necesarios para hacer realidad este plan de acogida y saneamiento», explicó.

La cofradía ha tenido que afrontar un desembolso cercano a los mil euros por cada uno de estos niños, que, además de los traslados, incluye un seguro y los gastos de Seguridad Social. Además, con ellos viaja una monitora bielorrusa que hace las veces de intérprete y se encarga de su cuidado durante el desplazamiento y estancia, como intermediaria entre los padres y las familias malagueñas. «En total, unos 20.000 euros, que han salido de los recursos propios de la hermandad porque, hasta el momento, no hemos recibido ayuda de ninguna institución», señala el hermano mayor. Y eso que, al principio, los ofrecimientos se multiplicaron. Para lograr este dinero, la cofradía ha organizado distintos actos y cenas benéficas a lo largo del año.

Los niños se repartirán en casas de familias que, de forma voluntaria, se encargarán de su manutención durante estos cuarenta días. El 90% son hermanos de la cofradía. A la capital sólo llegarán nueve niños, que serán recibidos a las 9.30 horas en la casa hermandad, donde se les ofrecerá un recibimiento y se servirá un desayuno. El resto estarán con familias de Vélez Málaga, Alhaurín de la Torre o Churriana. El lunes pasarán un reconocimiento médico.

«A los padres les cuesta trabajo alejarse de sus hijos durante este tiempo, pero en el fondo saben que es una iniciativa que sirve para darles salud, ya que allí respiran aire y comen alimentos que están contaminados», asegura López Taza, que subraya las dificultades que ha tenido la hermandad para alcanzar este propósito.