La permanente presión policial sobre los narcos provoca que éstos busquen nuevos métodos para garantizar su negocio. De hecho, los clanes dedicados a la venta de droga en pisos franco llevan años perfeccionando sus técnicas para impedir que la policía les sorprenda con las manos en la masa. Inicialmente, optaron por utilizar cancelas que les permitían abrir la puerta de la vivienda sin que nadie del exterior pudiera acceder a la misma. Los medios policiales se adaptaban y obligaron entonces a los traficantes a invertir en puertas más contundentes, así como a reforzar las paredes de las viviendas con hormigón de calidad. Incluso, los agentes se han encontrado con rejas o puertas metálicas electrificadas.

El objetivo de tantas molestias no es otro que el tiempo. El que los narcos ganan para deshacerse de la droga mientras los agentes echan abajo una puerta a contrarreloj. Durante esos minutos, los narcos suelen tener el tiempo suficiente para arrojar su valiosa mercancía por el inodoro o, lo que viene siendo más habitual, a un cubo repleto de lejía para no dejar ni rastro del estupefaciente. Y eso por no hablar de los lugares de una vivienda en los que los agentes han llegado a encontrar estupefacientes. j. t. málaga