Salió cruz. El Banco de España acabó ayer de un plumazo con el objetivo que tenía Unicaja desde hace semanas y que coincidía, punto por punto, con las intenciones de la Junta: conseguir que las entidades de la autonomía se aliaran entre ellas para salir fortalecidas del proceso de reestructuración de cajas que se ha puesto en marcha con la crisis. Ya no podrá ser, porque el Banco de España ha adjudicado la intervenida Cajasur a las vasca BBK, que se impuso a la otra gran favorita, Unicaja.

La noticia tuvo un efecto pocas veces visto en la región: partidos de ideologías opuestas, diferentes políticos, sindicatos y empresarios se unieron contra lo que consideran una decisión reprochable. Sin embargo, el PP sí aprovechó para arremeter contra el Gobierno andaluz por cómo ha llevado el proceso de la fusión de cajas.

La decisión de adjudicar Cajasur a la BBK se tomó después de que en la noche del jueves, el Consejo Rector del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) analizara la información de las ofertas presentadas por media docena de entidades para hacerse con la caja cordobesa, intervenida el 22 de mayo después de que se frustrara su fusión con Unicaja.

El porqué de la decisión lo dejó ayer claro el Banco de España: la oferta de la caja vasca era, junto a la Unicaja, la mejor, pero su plan de viabilidad para los cordobeses llamó la atención de quienes debían decidir. Ésa es la explicación oficial, claro, porque la oficiosa es que la integración de Cajasur en BBK le cuesta menos al FROB. Además, habrá que despedir a menos personal y eso, en periodo electoral, también se valora.

Cumbre financiera

La entidad resultante permitirá crear la séptima entidad de ahorros de España en volumen de activos, con una cifra total de 48.700 millones de euros, y una red de 882 sucursales. La caja vizcaína alega que la viabilidad de Cajasur está asegurada y es «un primer paso» para ganar tamaño. También se comprometió a mantener la obra sociocultural cordobesa y a hacer lo mismo con el empleo.

Cajasol, Banco Sabadell y Banca Cívica, entre otras, concurrieron a la puja, pero la oferta de BBK consistió en solicitar para una cartera predeterminada de activos de Cajasur un esquema de protección de Activos (EPA), de forma que el FROB asumirá pérdidas derivadas en esa cartera durante cinco años por un importe de 392 millones. La nueva entidad contará con 900 oficinas. BBK posee ahora 412, de las que 31 están en Andalucía.

Fuentes del sector ven en el fallo del Banco de España una respuesta a la necesidad que tiene José Luis Rodríguez Zapatero de pactar con el PNV para sacar adelante los próximos presupuestos. Ésta sería la primera caricia del presidente a los de Íñigo Urkullu, tesis que fue ayer desmentida por el PSOE, aunque en Andalucía cada vez gana más fuerza. De hecho, fuentes conocedoras de la operación señalaron ayer a este periódico que «no se entiende cómo el Banco de España le encargó a Unicaja la operación de rescate de la caja cordobesa, alabando para ello su solvencia financiera, y ahora, pasadas unas semanas, se decanta por una entidad ajena a la realidad andaluza».

Se marchita la hoja

Pero, más allá de las grandes cifras, la decisión del Banco de España supone un torpedo en la línea de flotación de la política de cajas del Ejecutivo que preside José Antonio Griñán, quien ayer suspendió todos los actos oficiales, aunque hoy valorará la decisión. Su intención, y así lo dejó patente en una reunión celebrada hace unas semanas con el líder del PP-A, Javier Arenas, era marcar una hoja de ruta que guiara hacia la gran caja andaluza, dentro de la reestructuración general del sistema. Sin embargo, sus directrices han fracasado una vez tras otra. La pólvora del presidente de la Junta, al menos en este asunto, está mojada. Primero, el pasado junio asistió a la formación de un Sistema Integrado de Protección (SIP) entre Caja Granada, Caja Murcia, Caixa Penedés y Sa Nostra.

Poco después, Unicaja y Cajasol desoyeron al líder del Gobierno autonómico, que abogó públicamente por una puja conjunta entre ambos organismos por Cajasur. Pero no pudo ser. Para calmar a Griñán, le dieron un caramelo: las dos cajas se comprometieron a estudiar su fusión. No hablaron del énfasis que pondrían en ello.

El tercer golpe a esa hoja de ruta lo han recibido directamente los dirigentes del PSOE-A, entre ellos Griñán y Rafael Velasco. Éstos han ejercido una presión sin precedentes sobre el Bando de España y el Gobierno central para lograr que la caja vasca no metiera mano en el revuelto sector financiero andaluz, pero ese supuesto peso político se ha quedado en agua de borrajas.