«Le podría haber ocurrido a cualquiera. John estaba en el lugar incorrecto en el momento inadecuado». Estas son las palabras que apenas pudo acertar a decir a la prensa irlandesa la madre de John O´neill, el ciudadano irlandés de 41 años asesinado de un tiro la madrugada del miércoles en un bar de Benalmádena tras verse involucrado en una pelea. La Policía Nacional continuaba ayer buscando a su verdugo mientras la prensa del país aseguraba que los agentes españoles buscan a un británico natural de Liverpool. La espera se hace eterna en Coolock, el barrio de toda la vida de la víctima situado al noreste de Dublín. El mismo barrio en el que se crió el fallecido y en el que era muy popular.

En los alrededores de la avenida Bunratt, el testimonio de Mick Malone resumía todos los testimonios recogidos por los medios. «No podrías encontrar a un muchacho más agradable. Nunca dio un problema», dijo emocionado antes de recordar que lo vio crecer en la calle.

John O´neill, un hombre que ha trabajado como camarero y yesero en su ciudad, decidió pasar con su mujer y sus dos hijos sus primeras vacaciones fuera de su país en España. El destino era Benalmádena y el objetivo, doble. Disfrutar del litoral malagueño y acudir a la boda de un amigo que se celebraba este fin de semana en el corazón de la Costa del Sol. Su trabajo le costó reunir el dinero para el viaje, ya que fuentes cercanas a la familia aseguraban que el fallecido había pasado un tiempo en el paro. Lo consiguió y aterrizó en Málaga junto a su mujer, su hijo de tres años y una pequeña de nueve meses.

Unas vacaciones de ensueño que se quebraron en torno a las 3.00 horas del pasado miércoles. O´Neill se vio involucrado en una pelea que se inició en los accesos a los servicios de Coco´s, un bar frecuentado por turistas y residentes británicos que se encuentra en la avenida Antonio Machado de Benalmádena. La versión oficial apunta a que los empleados del bar echaron a la persona más conflictiva de la contienda y ésta regresaba poco después para zanjar la discusión. Volvió empuñando un arma que no dudó en utilizar con varios disparos en el bar.

Una de las balas alcanzaba a John en el costado derecho ante la histeria colectiva de los presentes, incluida su mujer. Herido de muerte, la víctima caminó cuarenta metros hasta que se derrumbó en una parada de autobús. El agresor huyó y poco después llegaba la policía y el 061.

Confirmada la muerte del turista, los médicos se centraron en la viuda, víctima de un ataque de ansiedad tras presenciar la ejecución de su marido.