Ya por el tono de voz, a Francisco de la Torre se le nota que saboreó con ilusión los veranos de la infancia. Los pasaba en la finquita que sus padres tenían en Benajarafe y que todavía disfruta la familia. «Para mí era estar en contacto con la naturaleza, con el ferrocarril de Málaga a Vélez formando parte del paisaje». De familia numerosa y con el padre sin vacaciones y regresando por la noche del trabajo, su madre y su abuela materna organizaban la jornada, que por la mañana incluía para todos los hermanos un rato de cuentas y lectura. Después ya se podía bajar a la playa o jugar a lo que se terciara, en ese rincón de Málaga sin apenas coches y lleno de posibilidades, como montar en bici o descubrir más novedades en la arena. «Recuerdo haber tirado de la tralla y haber comprado el pescado en la misma playa», cuenta

Con el paso del tiempo, pudo comprarse en Zulaica las primeras gafas de buceo e imitar al comandante Cousteau, que en es Málaga de los años 50 sorprendía con su famoso documental submarino Sexto continente. «Era impresionante descubrir caracoles e intentar coger algún pulpo con la mano», recuerda.

A los 9 ó 10 años comenzaron los paseos para descubrir la provincia. «Me acuerdo de subir a Cerro Gordo, junto al arroyo de las Adelfas y una vez que llegas hay una vertiente inmensa que te deja ver el arroyo de Benagalbón y el de Macharaviaya». Los retos veraniegos prosiguieron con más caminatas, por eso cuenta que llegó a alcanzar andando «Comares en un solo día», con la ayuda energética de unas uvas moscateles que cogía en casa. Ese adolescente también atendía la huerta familiar y en los paseos veraniegos se encontraba con amigos como los hermanos Olalla y Fernández Pelegrina.

Su cargo actual le ha reducido las vacaciones a unos pocos días tras la Feria en los que seguirá «a disposición de la Fundación Málaga 2016» por si hay que perfilar el examen que pasará la candidatura y el teléfono tampoco lo dejará olvidado en la alcaldía. Pasará esos días con la familia en la misma finquita de Benajarafe, leyendo libros de historia y una biografía del marqués de Salamanca y como la siesta la dormirá, pero apenas, probará suerte con una actividad que deja para esos días: los sudoku. Por lo que cuenta, se le dan bien todos los niveles.

También le dará tiempo para saborear sin prisas el gazpacho, un vaso de tinto o una sangría «suavita, porque no soy mucho de bebidas alcohólicas», precisa, y para comer siempre serán bienvenidas las ensaladas y los espetos de sardinas.

Y como buen ingeniero agrónomo, no dejará de atender algún cultivo o algunos árboles, quizá los mismos que le vieron crecer en su infancia.