La crisis azota duramente a la gran mayoría de las empresas de la provincia. Lo que empezó siento un bache pasajero se ha convertido en una larga etapa de recesión y muchas compañías no ven todavía luz al final del túnel. Hay que reducir gastos, y antes de hacer la situación más traumática con recortes en las plantillas, se echa el lápiz a las hojas de pedidos para no pasarse en la mercancía que se demanda.

Esto es lo que está ocurriendo especialmente en las empresas del sector de la alimentación. El miedo a acumular grandes cantidades de mercancías que luego no se venden ha hecho que las empresas se midan mucho más a la hora de hacer los pedidos.

Los principales perjudicados son los bancos de alimentos. Estas organizaciones se sirven en gran parte de los excedentes de las compañías de alimentación para aumentar sus reservas y poder responder al gran número de demandantes de alimentos.

En el caso del Banco de Alimentos de la Costa del Sol (Bancosol), las donaciones por excedentes se han reducido a la mitad. Los estudios de mercado no ofrecen buenos augurios y las empresas «no se pueden permitir el lujo de que sobre mucha mercancía para donar», asegura Rafael Salcedo, coordinador de la captación de alimentos en la organización.

Esto ha ocurrido en los últimos dos años, justo en el tiempo en que la demanda de alimentos se ha duplicado.

La entidad atiende en la actualidad a cerca de 50.000 personas a través de las 230 asociaciones colaboradoras, que son las que se encargan de asignar los alimentos.

Colectivo solidario

Sin embargo, es también en el colectivo de los empresarios donde Bancosol nota que ha aumentado el nivel de concienciación sobre los problemas económicos.

«Lo están viviendo en sus propias plantillas», asegura Salcedo. «Ya no es lo que se lee en la prensa, sino que empiezan a vivirlo entre sus empleados o familiares más cercanos», dice el coordinador de la captación de alimentos.

Esto explica el repunte en el número de empresas ajenas al sector alimentario que deciden colaborar con la organización.

Cada vez más compañías se suscriben, por ejemplo, a la campaña de los lotes de alimentos para familias. «Cada uno aporta desde donde puede y a esta campaña se suman muchas empresas que ven un canal al que adherirse», dice.

Por otra parte, también ha cambiado el perfil de las personas que acuden a Bancosol para pedir alimentos. La organización sigue atendiendo de igual manera a los colectivos afectados por la exclusión social o por temas de inmigración.

Pero en los últimos dos años ha aumentado el número de «pobres vergonzantes», personas pertenecientes a familias acomodadas y que han disfrutado de un nivel de vida medio pero la crisis les ha hecho perder su trabajo y obligado a pedir ayuda. Es el colectivo que más ha aumentado.