Adela Jiménez aplica su vocación en todo momento. La enseñanza ha marcado su vida profesional y eso se refleja a la hora de ofrecer respuestas que no dan lugar a la duda en un cuestionario. La promoción y la integración del colectivo inmigrante en la sociedad es su principal objetivo desde que llegó a Málaga Acoge en 2005, asociación que preside desde el pasado mes de junio.

¿Cuándo y cómo empieza su aventura con la inmigración?

Yo soy profesora y, aunque soy de El Palo, he dedicado mi vida a la educación en Madrid. Allí he pasado treinta años enseñando mayoritariamente a mujeres. En Vallecas tuve mis primeras experiencias con la inmigración, pero fue cuando regresé a Málaga cuando me encontré con un problema sangrante. Me desbordó.

¿Qué se encontró?

Me encontré con muchísimos inmigrantes poco integrados en nuestra sociedad, sin recursos y sin apenas apoyos para salir de la situación que estaban viviendo. Pronto conocía a gente de Málaga Acoge y pude comprobar cómo trabajaban. Vi que había muchas posibilidades para mejorar la situación.

Ya como presidenta...

Comencé en 2005 en el área de educación de la asociación dando clases a los inmigrantes que entraban en el programa. Hace unos dos años pasé a ser vicepresidenta y posteriormente me pidieron que me presentara a la presidencia de Málaga Acoge. Un problema de salud me lo impidió, pero tras recuperarme e incorporarme me lo volvieron a pedir. Me presenté a finales de junio y aquí estoy.

¿Ha notado una evolución desde que volviera a Málaga en 2005?

Existe una evolución pero a peor. El país sufre una crisis muy dura y el principal problema al que se enfrentan los inmigrantes es la falta de empleo. Lo que antes hacían ellos ahora lo hacen los autóctonos. Sin trabajo no hay vivienda. Y sin ésta no hay independencia.

¿Qué objetivos se marca durante esta nueva etapa?

Hay mucho trabajo por hacer, pero mi apuesta es la promoción y la integración del inmigrante. Que se reconozcan social y políticamente como cualquier otro ciudadano de este país y que ellos se sientan como tal. A nivel de asociación, el objetivo es poder llegar a trabajar de forma independiente. Hasta ahora tenemos que financiar los proyectos con la ayuda del Ayuntamiento, de la Junta de Andalucía, La Caixa, la Cámara de Comercio... Mi objetivo es la independencia. No va a ser fácil. No me olvido del Centro de Internamiento de Extranjeros de Capuchinos. Es una espina que tenemos clavada y no vamos a cansarnos de denunciar lo que allí ocurre. No queremos un nuevo CIE, queremos que desaparezca un centro que cuenta con menos derechos que una prisión.

¿Cuáles son las áreas de trabajo de Málaga Acoge que más demanda tiene actualmente?

Lo que más recibimos, con diferencia, son solicitudes de acogida. Luego aparecen la búsqueda de un empleo o la intención de aprender nuestro idioma a través del área de educación.

¿La crisis aumenta las denuncias de la asociación sobre algunos aspectos determinados?

No necesariamente. Lo que sí puedo decir es que la denuncia es muy importante, como en el caso del CIE, pero nosotros protestamos, proponemos y luego apostamos. No somos una empresa, somos una asociación con conciencia solidaria. Tampoco somos la caridad, sino transformación.

Vivienda, el gran problema. Hace poco renovaron el convenio con el Ayuntamiento de Málaga sobre los pisos puente.

Así es. Se trata de dos pisos con capacidad para seis inmigrantes en cada uno. Suelen ser para recién llegados que no tienen ni casa ni trabajo. Lo normal es que estén entre cinco y seis meses en ellas mientras los técnicos les buscan un trabajo que les permita independizarse. Sin embargo, este año hemos comprobado que las estancias se están prolongando ante las dificultades laborales por la crisis.

¿Echa de menos más implicación de las administraciones?

No. Tenemos subvenciones, aunque es verdad que los recortes se han notado con la crisis.