Sabemos que tenemos la generación de jóvenes mejor preparada de la historia, pero la implacable crisis económica, desgraciadamente, tiene a buena parte de ellos sumidos en la frustración. Al igual que la Gran Depresión fue el caldo de cultivo en el que bregaron talentos como John Dos Passos, William Faulkner, Ernest Hemingway, John Steinbeck y otros miembros de la denominada generación perdida, la actual crisis y la imposibilidad de encontrar ahora mismo un trabajo está obligando a muchísimos jóvenes a alargar indefinidamente su formación con cursos o escuelas taller, posgrados o máster, a apostar por estudiar oposiciones o, cambiando de tercio, a plantearse abrir su propia empresa.

Lo de generación perdida puede sonar a exageración, y ojalá lo sea, pero ha sido el término utilizado esta misma semana por el director del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que advirtieron de que, en todo caso, «una recuperación que no genere empleo no es recuperación». Strauss-Kahn recalcó que las cifras de paro suponen un gran drama social y humano, pues un alto porcentaje de parados son jóvenes. «Si no se adoptan las políticas adecuadas para hace frente a esta tragedia, el coste económico y social será tremendo porque estaremos hablando de una generación perdida. Esta crisis, la más grave de todas, ha dejado un desierto de parados sin parangón», señaló.

Abrir una empresa o emigrar

En Málaga, empresarios y sindicatos coinciden en las dificultades de inserción laboral de los jóvenes, que tienen una tasa de paro que alcanza en algunos tramos de edad el 45%. Nadie tiene recetas mágicas, aunque el presidente de la Asociación de Jóvenes Empresarios, Javier Noriega, y el vicepresidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Javier González de Lara, destacan la necesidad de que los jóvenes se planteen la vocación empresarial para generar su propio empleo. ¿El problema ahora mismo? Es el peor momento para ir a un banco a buscar financiación para un proyecto empresarial, a menos de que tenga una rentabilidad inmediata.

Otra posibilidad es ampliar horizontes y buscar empleo fuera de España, aprovechando que otros países pueden tener mejor coyuntura. La responsable de la Red Eures en Málaga, Isabel Moya, asesoró el pasado año a casi 2.500 desempleados, la mayoría jóvenes con carrera universitaria, dispuestos a emigrar en busca de empleo. También gestionó que más de 260 personas pudieran presentarse como candidatas a puestos de trabajo cualificados, la mayoría en Reino Unido, Suecia, Dinamarca y Alemania. ¿Requisitos? «Saber el idioma del país, no sólo el inglés» ¿Consejos? «No irse a la aventura, tal y como están las cosas. Tratar de sondear el mercado desde España», aconseja Moya. ¿Y al que no tiene miras de salir fuera? La Opinión de Málaga ha hablado con cuatro jóvenes con formación cualificada y en el desempleo para conocer su sentir.

Diplomado en Magisterio, 23 años

Alberto acaba de terminar la carrera de Magisterio y sus primeros intentos por buscar una colocación dejando currículos en centro de enseñanza privados o academias han resultado infructuosos. Sus planes a corto plazo son matricularse en Psicopedagogía y empezar a estudiar unas oposiciones a maestro de las que aún se desconoce la convocatoria. Sabe que buscar un trabajo es complicado, con posibilidades «casi nulas», y que lo único a lo que llegará es a alguna oferta esporádica de las ETT o a aceptar un contrato basura, con sueldo minúsculo.

«Tengo muchos amigos licenciados que están trabajando en un McDonalds o en un Burger King, y están frustrados, porque no es eso a lo que aspiraban», comenta. Alberto reconoce sin embargo que el ganar un sueldo comienza a ser imperante a su edad para no ser una carga económica para sus padres, que ya le pagan la universidad y la academia de oposiciones. Hacerse emprendedor es una posibilidad que no le desagrada, aunque en su especialidad no ve demasiadas opciones. «¿Qué voy a poner, un colegio privado?», se pregunta con humor.

Licenciada en Psicología, 28 años

Con su carrera de Psicología acabada, experiencia laboral en diversos sectores, inquietudes como su voluntariado en la Cruz Roja y unos meses de estancia en Londres, donde ha estado perfeccionando su inglés, Mariola encuentra en estos momentos cerradas las puertas de la empresa privada. No hay vacantes, y si las hay, las empresas aprovechan el momento para ofrecer condiciones leoninas, con sueldos bajísimos y condiciones abusivas para un trabajador cualificado. Lo peor es, como señala esta joven malagueña, que si uno no lo acepta, «te dicen que ya lo cogerá otro».

«La cosa está muy complicada. Yo he tenido diversos trabajos desde que tenía 18 años, pero ahora es muy difícil encontrar algo, y menos de lo que he estudiado, y que es a lo que me gustaría dedicarme», explica Mariola que, como tantos otros jóvenes de su edad, se considera «muy trabajadora y preparada», pero se encuentra con el muro de un mercado laboral enrocado. «No hay oportunidades para los jóvenes, entramos en el famoso círculo de que para un trabajo te piden experiencia. ¿Y cómo voy a tener experiencia si no me dan la oportunidad? Es la pescadilla que se muerde la cola», afirma.

La idea de volverse a Londres y tratar de abrirse camino está en su cabeza, aunque reconoce que las cosas allí tampoco están muy boyantes ahora mismo en materia de empleo para los jóvenes. «Es una pena que tengamos que salir, pero ¿qué hacemos entonces? Espero que las cosas cambien, que se haga otra política, porque lo que se ha hecho hasta ahora no ha funcionado», dice.

Licenciado en Biología, 31 años

Es biólogo y sabe que lo tiene muy complicado para encontrar trabajo ahora mismo. De hecho, señala que los expedientes más brillantes de varias promociones de su titulación tampoco han encontrado salida y tienen que sobrevivir con becas escasamente remuneradas. Él ha intentado encontrar un hueco en el segmento de los campos de golf, pero nada. «Eché el currículum por toda Andalucía, pero nadie me ha llamado», comenta. Sí se ha encontrado con empresas dispuestas a contratarle, pero asombrosamente sin ofrecerle sueldo alguno. «Me decían que con la formación que iba a recibir ya estaba pagado», relata con amargura Gabriel, que lamenta que la crisis esté obligando a muchos jóvenes a aceptar trabajos en condiciones draconianas.

Como alternativa a su situación, este joven biólogo trabaja desde hace unos meses en la creación de su propia empresa, con la que quiere dedicarse al cultivo de la agricultura y la ganadería ecológica en una finca de la que dispone en Casabermeja. Sus contactos con la Asociación de Jóvenes Empresarios de Málaga (AJE), la Cámara de Comercio y el Centro Andaluz de Emprendedores (CADE) han sido bastante prometedores.

Licenciada en Derecho, 29 años

Carmen estudia oposiciones tras comprobar durante muchos meses que la crisis y la escasez de dinero torpedeaban cualquier intento de conseguir la estabilidad laboral en un despacho de abogados o de hacerse con una cartera de clientes con la que establecerse por su cuenta. Si los primeros años en cualquier profesión son duros, en Derecho aún más, por la necesidad de colegiarse y de abrirse un hueco en tan competitivo mercado. En otros segmentos laborales, el panorama no está mucho mejor. «Muchas de las ofertas de trabajo parecen muy atractivas, pero luego, cuando te citan, descubres que son para hacer de comercial o que te quieren pagar muy poco», comenta defraudada. En cuanto a las ofertas que merecen la pena, los requisitos de experiencia son inalcanzables para los jóvenes.

Al final, son trabajillos temporales de ETT los que le permiten sacarse algo de dinero para ir tirando sin recurrir demasiado a su familia. «A ver si esto se mueve un poco, porque nadie encuentra nada, salvo que tengas algún conocido en la empresa. Tengo muchos amigos en mi situación, y todos estamos esperando a que las cosas cambien», confiesa Carmen.