Una vez al mes tiene que contratar un camión para que traiga agua para su familia, con la que se lavan y limpian la casa. Para beber hay que coger el coche y llenar todo tipo de garrafas y recipientes en Villanueva del Trabuco o en la Fuente de la Reina. Esa es la rutina de Rafael Martín, que vive en el núcleo El Detalle, que forma parte de la casi treintena de diseminados de la ciudad, en los que residen más de 1.300 vecinos de Málaga.

Los diseminados son núcleos rurales que persisten en el municipio de Málaga. Lejos del ajetreo diario de la ciudad, en muchos casos tienen importantes carencias. La falta de agua potable es una de ellas, pero también hay caminos sin asfaltar o que desaparecen a las primeras lluvias, problemas de cobertura de móvil, cortes de electricidad o escaso saneamiento. Eso sin contar la situación de alegalidad urbanística en la que viven, ya que la mayoría de las viviendas son producto de la autoconstrucción.

Los diseminados suelen tener su origen en poblaciones históricas, vinculadas a la agricultura en Campanillas, Puerto de la Torre, la parte norte del distrito Este y Los Montes. Las casas y las parcelas han pasado de generación en generación y todavía se mantienen pequeñas explotaciones. Sin embargo, en los últimos años están floreciendo viviendas con piscina y jardín destinadas a segunda residencia, un refugio a la ciudad en medio del campo, como ocurre en Cuesta del Cerrado, El Cerrillo, Matagatos o La Huerta, entre otros.

Defectos y virtudes

Rafael Martín, de El Detalle, explica que la falta de agua potable es el principal problema que padece él y sus vecinos. «Tenemos un aljibe con agua de lluvia, pero habitualmente tenemos que contratar un camión con agua y recoger nosotros la que vamos a beber», afirma. Pese a los problemas, reconoce que le gusta vivir allí, donde se ha criado y en una casa que ha pasado desde su abuelo a él. «Aquí se vive muy tranquilo», apostilla.

Algo parecido opina Juan Marín, del núcleo de Los Ánimos, situado en pleno parque natural de Los Montes. A la tranquilidad, este malagueño une la posibilidad de tener pequeñas plantaciones «que no sirven para ganar dinero, sino por afición». El abastecimiento de agua, en su caso, está resuelto con un pozo que abrió su familia en 1931, aunque lamenta la falta de cobertura telefónica.

Los problemas de acceso a este asentamiento histórico de Los Ánimos es una de las principales peticiones de estos vecinos, que también esperan la regularización urbanística de los diseminados.

Precisamente los accesos es la gran queja de los vecinos de Piedra Horadada, con viviendas de hace más de 100 años, aunque ha mejorado de forma notable en los últimos años. Primero fue la construcción de un puente sobre un cauce que los incomunicaba cuando había lluvia. Hace un mes terminó el asfaltado del camino principal, del que sólo quedan algunos remates y que era una reclamación de hace varias décadas, como recuerda el representante vecinal, Clemente Fernández. No obstante, siguen faltando mejoras en los caminos secundarios y proteger una tubería de saneamiento que está al aire. Eso sí, para Clemente, quien vive ahí «es porque no puede ir a otro lado».