La Asociación para la Integración Familiar del Niño y la Niña, Infania, se crea en 1997 por un grupo de profesionales que se dedicaban al trabajo social. Su principal objeto, como entidad colaboradora de la Junta en acogimiento familiar, es precisamente ofrecer la información, asesoramiento, formación y apoyo a todas aquellas personas interesadas en prestar esta ayuda, con el objetivo de que estos menores, que han de ser apartados de sus padres normalmente por duras circunstancias, tengan los mejores cuidados y oportunidades de desarrollo.

¿Cuándo comenzaron a trabajar en acogimiento familiar?

En el 97 empezamos a colaborar con la Delegación para la Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, concretamente con el servicio de Menores y en el 99, una vez estábamos habilitados, comenzamos con el acogimiento con familia ajena.

¿Están inmersos en nuevos proyectos?

Desde el año 2007 iniciamos también el programa de acogimiento con familia extensa, es decir, que el niño permanece dentro del ámbito de su familia. Realizamos el seguimiento de los casos, formamos a las familias para que desarrollen mejor su papel y llevamos a cabo planes de apoyo y acompañamiento ante dificultades, por ejemplo, ante problemas de conducta de los menores. Estamos muy inmersos en este programa, que es muy importante.

¿Es más frecuente este último tipo de acogimiento?

Sin duda, además se potencia. Un niño con quien tiene que estar es con sus padres y si no es posible con su familia. De los 800 menores acogidos en el pasado año entre el 85 y el 90% fueron con su familia extensa. En lo que llevamos de 2010 ya hemos atendido a 350 menores.

En el acogimiento de familia ajena, ¿qué proceso debe seguir aquella persona que quiera incluirse en el programa?

Esa familia tiene que obtener la idoneidad, valoramos una serie de parámetros, se estudia el número, su composición, el nivel formativo, económico, de vivienda, salud, sus capacidades y, una vez se resuelve, recibe formación e información sobre el acogimiento y técnicas educativas o de comportamiento ante los conflictos.

¿Qué tipo de complicaciones suelen presentarse?

Es un trabajo complicado en el que intervienen muchas partes y digamos que nosotros somos los que mediamos entre esas partes. Por un lado está la administración pública, también la familia biológica, donde hay que tener en cuenta el régimen de visitas, y la propia familia de acogida, que es la que vive el día a día del menor. En ese triángulo nosotros nos encargamos de buscar siempre el bienestar del niño.

Si no existieran esas familias de acogida el niño iría a un centro, ¿qué diferencias se observan en el menor?

Para empezar los niños más pequeños necesitan que estén todo el día estimulándolos, que los conozcan, pero es que incluso en lo físico hay cambio. Muchos niños que están en los centros, perfectamente atendidos, cuando salen presentan retraso madurativo, porque les falta la parte afectiva. Con una familia ganan talla, peso y desaparece ese retraso madurativo. Para el desarrollo de un niño es fundamental que viva en una familia y no en un centro.

¿Con cuántas familias de acogida cuentan? ¿Hacen falta más?

Ahora mismo 59, de las que doce son para acogimientos de urgencia. Nosotros vamos minando para que se cree una cultura de acogimiento y se vea que hay niños que necesitan una familia. Siempre faltan, porque a más núcleos podemos elegir la más idónea. Los mayores problemas se dan ante características especiales, niños enfermos, grupos de más de dos hermanos, discapacitados.

¿Qué otros programas llevan a cabo?

Llevamos un programa con el Ayuntamiento de Málaga de habilidades parentales para trabajar con los padres y formarlos en técnicas y habilidades educativas para hacer frente a situaciones difíciles, sobre todo en la adolescencia. También desarrollamos el programa de Caixa Proinfancia llevando a cabo intervención psicológica a menores.