Un paseo por el Centro permite apreciar el cambio de esta zona de la ciudad en los últimos 20 años. Lejos quedan los decadentes años 70 y 80, en los que parecía que había un toque de queda a partir de las nueve de la noche, cuando las calles se quedaban vacías y se acrecentaba la imagen de decrepitud de sus edificios. La sensación actual es muy diferente, con vías renovadas, más de 500 edificios rehabilitados y un mayor dinamismo económico. Sin embargo, el trabajo está incompleto. El efecto de «mancha de aceite», por el que las reformas se contagian por cercanía, parece que ha topado con algunas vías en las que parece que predomina el agua.

Si el paseo se amplía a otras calles que rodean el actual núcleo turístico, se aprecia cómo el pavimento se desdibuja, las fachadas pierden brillantez, los desconchones se hacen fuertes y la naturaleza salvaje y la suciedad se extienden sin freno por una enorme cantidad de solares.

La visita a «otras» 17 calles que hay en el Centro muestran un panorama desolador. Las vías visitadas han sido Beatas, Tomás de Cózar, Plaza del Teatro, Mariblanca, Madre de Dios, Hinestrosa, Refino, Cobertizo del Conde, Dos Aceras, Alta, Chinchilla, Gaona, Parra, Cabello, Jinetes, Muro de las Catalinas y Canasteros. Algunas están situadas en el meollo del núcleo histórico y otras en el entorno más cercano, pero todas tienen en común graves carencias urbanísticas, aunque hay que reconocer que en distinto grado.

Un conteo a vuelapluma por estas vías se traduce en la existencia de 66 edificios derruidos –algunas parcelas están unidas en un único gran solar– y 40 inmuebles en evidente estado de abandono, con sus ventanas y puertas tapiadas. En total, esto supone la práctica pérdida de más de un centenar de viviendas históricas, que hablan por sí solas de la falta de población nueva y de una regeneración en profundidad.

No todas estas calles tienen el mismo estado de deterioro. De hecho, se podría hacer una triple clasificación: En proceso de mejora, con algunas partes en mal estado y muy deterioradas.

Mejorando

Algunas calles parece que están despegando o a punto de hacerlo. Son aquellas en las que la inversión municipal, con la ayuda de fondos europeos, están ofreciendo otro aire a la calle y la oportunidad de incitar a la iniciativa privada a que asuma la recuperación de edificios. En ellas había que situar a las calles Madre de Dios, Beatas, Tomás de Cózar, Dos Aceras y Muro de las Catalinas.

Las tres primeras tienen en común la obra de regeneración del pavimento, que supone una mejora apreciable sobre la imagen de la vía, así como la renovación de la infraestructura. Estos trabajos están todavía en marcha en las tres calles, aunque ya en su fase final. En el caso de Beatas y Tomás de Cózar, no obstante, carecen todavía de inversiones previstas a corto plazo para mejorar la casi veintena de edificios vacíos o solares que tienen. Este es un proceso que sí se inició en Madre de Dios hace unos años y que puede recibir su último impulso con la renovación del pavimento.

Dos Aceras y Muro de las Catalinas están a punto de cambiar, con ambiciosos proyectos municipales que esperan servir de motor para las vías aledañas. En el primer caso, de una sede para la Agencia de la Energía; en el segundo serán 48 viviendas de protección oficial (VPO) para jóvenes, con actividades artesanales vinculadas.

Hay otras calles donde los problemas están muy localizados en una zona, como ocurre con Canasteros, Mariblanca, Plaza del Teatro, Refino, Hinestrosa y Gaona. En estas vías son puntos concretos los que estropean el conjunto, como los dos solares y tres edificios tapiados de Mariblanca o el mal estado de su acera; el gran solar de la plaza del Teatro donde está prevista la construcción de viviendas; otro solar y el mal estado de las aceras de Refino; los cinco inmuebles por construir o rehabilitar en Hinestrosa; alguna vivienda abandonada en Gaona y la entrada a la calle Canasteros desde Comedias.

Determinadas intervenciones en estos puntos podrían inclinar la balanza de forma favorable en estas calles, sobre todo con la necesaria construcción de viviendas para repoblar el Centro y la conservación de los edificios existentes de los siglos XVIII y XIX que están en peligro y que forman parte del patrimonio de la ciudad.

La peor parte se la llevan una serie de calles que están en franca decadencia y abandonadas a su suerte. Chinchilla, Cobertizo del Conde o Jinetes prácticamente no existen como tal, debido a la gran cantidad de solares y edificios abandonados. Es más, su deteriorado pavimento y su deficiente nivel de limpieza son consecuencias y causa de esta degradación, como ocurre en la calle Alta, donde ni siquiera cuenta con solería.

Cabello y Parra, pese a estar algo mejor, también padecen la presencia de amplios solares usados como aparcamientos improvisados, con polvo y basura como principales acompañamientos. El mal estado de la calzada y de las aceras son otros puntos en común con los casos más graves antes reseñados, abocando a una imagen de marginalidad a todo el entorno. Es el otro Centro de Málaga.