La laboriosidad de los ciudadanos chinos les ha llevado a situarse como la comunidad extranjera más emprendedora de la provincia de Málaga, con 1.187 ciudadanos de este país asiático dados de alta como autónomos en la Seguridad Social, una cifra sólo superada por los 3.762 de un colectivo tan arraigado en la provincia como el de los británicos residentes en la Costa del Sol. El dato cobra más relevancia si tenemos en cuenta que el total de ciudadanos chinos que trabajan en nuestra provincia en todos los regímenes (3.138) sólo representa el sexto lugar entre los colectivos más numerosos, por debajo de los citados británicos (8.145), marroquíes (6.934), rumanos (3.802), argentinos (3.618) e italianos (3.485).

El que los chinos sean proporcionalmente el colectivo más emprendedor de entre los extranjeros que viven en Málaga lo explica su «disciplina» y su particular «espíritu de sacrificio», según explican en la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA) o en la Federación de Comercio de Málaga (Fecoma), aunque sus colegas autónomos españoles poco más saben de ellos. «Les hemos invitado varias veces a participar en algunos de nuestros foros o asociarse, pero son muy reservados, al contrario que los emprendedores de otros países», afirma el presidente de Fecoma, Enrique Gil.

El comercio y la hostelería fueron los sectores donde iniciaron su actividad hace unos años pero los restaurantes de comida china y las tiendas de todo a cien presididas por productos textiles de precio irrisorio han dejado paso a segmentos más golosos: bares y cafeterías, tiendas de autorrecambio, algunas panaderías y fruterías o varias asesorías fiscales para clientes sobre todo de su propia nacionalidad son algunos de los segmentos a los que se han expandido en los últimos meses. De paso, varias calles del Polígono del Guadalhorce están colonizadas por comerciantes chinos que, desde estas naves industriales, actúan de mayoristas para los comercios de a pie de calle.

El vicepresidente de ATA-Andalucía, Rafael Amor, constata la discreción de los pequeños empresarios chinos y señala que una de sus ventajas es el apoyo que reciben de su propia comunidad para reunir el dinero con el que iniciar la actividad. «Se ayudan mucho unos a otros cuando se trata de arrancar un negocio, para pagar el alquiler del local como para echar una mano en la tienda, en algunos casos con la figura de autónomo colaborador», comenta Amor. «Que puedan pagar el traspaso de un bar dice mucho de su capacidad», añade Gil.

Los chinos son, además, la única nacionalidad que a lo largo de 2010 ha aumentado de forma sensible su número de autónomos, según los datos del Régimen Especial Trabajadores Autónomos (RETA). Mientras que en España, los autónomos extranjeros se han estancado con una mínima subida del 0,6% en los ocho primeros meses del año, para un total de casi 200.000 autónomos, los chinos presentan una subida de casi un 12%, y han pasado de 27.500 a cerca de 30.800.

Una tendencia que irá a más

Tanto Fecoma como la ATA desmienten algunas de las leyendas urbanas que circulan sobre el empresariado chino. Una de ellas es que los autónomos de esta nacionalidad pagan menos impuestos que el resto en virtud a un hipotético convenio entre España y China. «No es cierto, pagan como todo el mundo. Ya hace unos años hicimos nuestras consultas con el Ministerio de Exteriores y no hay nada», coinciden Amor y Gil. Otro tema recurrente es el asunto del horario de apertura, aunque tampoco aquí hay vulneración de la normativa: un autónomo puede tener su negocio abierto las 24 horas del día y los 365 día del año si quiere, siempre que el local no supere los 300 metros cuadrados de superficie. «De hecho, en este tiempo, cuando hemos detectado un local más grande que sí abría hemos avisado, y el tema se ha resuelto», añade Gil. En cualquier caso, el presidente de Fecoma reconoce que en ese apartado el comerciante malagueño nunca podrá competir con el chino, ya que «queremos conservar los estándares y la calidad de vida ganada en todos estos años».

El único punto donde los comerciantes autóctonos denotan cierto malestar es en algo poco tangible y difícil de demostrar como es la baja frecuencia de inspecciones que, su juicio, reciben los comerciantes chinos en comparación con el resto. «Hay una cierta flexibilidad de los inspectores en relación a los chinos, y es de lo único que nos quejamos, que todos seamos iguales antes las normas», apunta Rafael Amor. Sin embargo, la Inspección de Trabajo siempre ha asegurado que se peinan todos los establecimientos, al margen de la nacionalidad de propietario.