El desmantelamiento del campamento saharaui de El Aaiún ha convulsionado a la comunidad internacional. El conflicto, encallado desde hace más de tres décadas, vive sus días más convulsos desde el alto el fuego de 1991. La Federación de Amigos del Sáhara en Andalucía habla de un pueblo sitiado, emplazado a medio camino entre la intransigencia de Marruecos y el respaldo, por ahora únicamente enunciativo, del exterior. Su presidente, Francisco Guerrero exige una mayor implicación a España, pero confiesa su escepticismo, ratificado, –dice– por las palabras de la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, que sigue sin condenar la agresión.

¿Cuál es la situación de la población saharaui después del ataque al campamento?

Cada vez resulta más alarmante. No se sabe la cifra de desaparecidos y se ha decretado el toque de queda, lo que, en la práctica, significa que sólo pueden salir a la calle las tropas marroquíes y los colonos. El ejército busca a los jóvenes que promovieron la protesta, motivada, entre otras cosas, por la falta de oportunidades de los saharauis, que no tienen acceso al empleo ni a servicios básicos. Muchos de ellos están bloqueados en el puerto y el aeropuerto de Las Palmas porque no pueden entrar en El Aaiún. El rechazo a la política de Marruecos ya no es sólo de un sector de la población, sino de madres, adultos y abuelos.

¿Confía en la intermediación de las Naciones Unidas?

Quiero seguir haciéndolo porque se trata de la legalidad. La ONU ha aprobado numerosas disposiciones desfavorables a Marruecos y debería buscar la fórmula de hacer cumplir al país con el derecho internacional. Existe la posibilidad de utilizar la vía de la imposición, como se hizo con Irak, pero parece poco probable si se tiene en cuenta que uno de los países con derecho a veto es Francia, que tiene intereses geopolíticos en Marruecos. En el fondo es tan fácil como colocar unas urnas y que los saharauis voten si quieren la independencia, el estatuto de autonomía u otra fórmula de adhesión.

¿Qué se puede esperar de la reunión entre las partes en Nueva York?

Mi impresión es que parece clara la intención de Marruecos, ante la falta de argumentos, de boicotear la negociación. En los últimos días, no sólo se ha atacado a un campamento pacífico, sino que el portavoz saharaui para la comisión de negociación en Marruecos ha sido atacado y está actualmente desaparecido. El Frente Polisario ha optado, pese a todo, por continuar con el proceso de negociación, lo que demuestra su intención de agarrarse a la vía pacífica.

La posición del Gobierno de España está siendo muy criticada. ¿Echan de menos un gesto más comprometido?

Ninguno de los gobiernos de la democracia se ha implicado en la descolonización del Sáhara, a pesar de su deuda moral, ya que fue la dictadura la que entregó la zona a Marruecos. Como decimos siempre: Marruecos es culpable, España, responsable y Francia, cómplice. Después de tantos años, no esperamos nada del Gobierno y menos tras las declaraciones de la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, que ni siquiera ha condenado la represión del campamento.

¿A qué achaca la actitud de España?

En España siempre ha habido una dicotomía entre la conducta de la sociedad, muy sensible y solidaria con el pueblo saharaui, y la administración. Supongo que existen muy buenas relaciones comerciales y mucha complicidad entre los dirigentes. La política española sobre el Sáhara Occidental se hace directamente en Rabat.

¿Tanta influencia se le presume a Marruecos?

Marruecos ha sido objeto de reprobaciones y sigue sin cumplir la legalidad. Hay sensación de patente de corso, de impunidad. La Unión Europea sigue firmando acuerdos comerciales preferentes con el país, a pesar de que, en todos esos documentos, una de las cláusulas es el cumplimiento de la democracia.

¿Cuántos saharauis han sido reprimidos desde la adopción del alto el fuego?

Las cifras hablan en los aledaños del genocidio. Desde 1991, se han registrado quinientas desapariciones, todas ellas documentadas con nombres y apellidos y puestas en la mesa del juez Garzón. También hay medio centenar de presos políticos. A todo eso se añade la discriminación. Las calles en las que viven los saharauis no tienen asfalto y ni siquiera los pescadores pueden acceder a un barco por su condición.

Supongo que este año la manifestación en Madrid será diferente...

En los últimos días hemos recibido numerosas peticiones de andaluces que quieren asistir. En Málaga, hay ya tres autobuses. Es una movilización que hacemos cada año el 13 o el 14 de noviembre por el aniversario de la firma de los acuerdos de Madrid, del que, en esta ocasión, se cumplen 35 años. En las asociaciones hay sensibilidades políticas de todo el arco ideológico.