¿Imaginan un mundo en el que la moneda sea el tiempo? ¿Cambiar minutos por minutos y comprar un servicio pagando con otra acción? ¿Concebirían incluso el trueque con una moneda de cambio propia, una divisa alternativa a la tradicional creada por la sociedad civil local que pueda servir de soporte en caso de que la economía actual esté en crisis?

Los bancos del tiempo, las redes de trueque y las monedas sociales están cobrando cada vez una mayor fuerza y aceptación entre la población, abandonando lo anecdótico y erigiéndose como sistemas eficaces respaldados por la ciudadanía. En España sin lugar a dudas el más asentado es el banco del tiempo. Existen cerca de 180 en el país.

Del resto, aunque aún muy minoritarios, existen experiencias, comentan Julio Gisbert, autor del libro y el blog Vivir sin empleo; y, Josefina Altés, coordinadora de Bancos del Tiempo en la Asociación Salud y Familia de Barcelona que a su vez coordina la red estatal, donde se incluye el Banco del Tiempo de Málaga.

Se da la circunstancia de que la crisis económica acentúa la utilidad de estos sistemas y propicia su aceptación y creación, ya que si uno está en paro tiene tiempo para dar y a su vez para recibir ese servicio que requiere y que no puede pagar. Málaga acogió ayer las primeras Jornadas Bancos del Tiempo de Andalucía Intercambiando Experiencias, que continuarán hoy y en las que se darán cita profesionales y personas usuarias para conocer los diferentes sistemas que operan en España y en Europa.

Gisbert explica que las redes de trueque consisten en intercambiar productos, pero se caracterizan por ser muy alternativas, mientras que en el sistema de las monedas sociales, como su propio nombre indica, un grupo de personas crea una moneda que usan entre sí para intercambiar productos. Esta última opción funciona «bien» en las economías locales, ya que las grandes experiencias como ocurrió en Argentina tienden a «corromperse». «Su sentido es más local, aunque hay teóricos que hablan de crear divisas o monedas regionales, paralelas a la economía tradicional», explica.

El Banco del Tiempo

El indiscutible protagonista de estas alternativas es el Banco del Tiempo, que busca en definitiva «hacer red social», conocer a los vecinos y cambiar servicios. La primera experiencia del país tuvo lugar en Barcelona en 1998 y en los últimos tres años se han extendido de forma «brutal» , y es que además las nuevas tecnologías han ampliado las posibilidades y la expansión de estas redes, indica Josefina Altés.

«Existe una moneda única que es el tiempo y que nos hace iguales a todos. Ya no sólo se intercambian servicios, sino también conocimientos y habilidades. Es una filosofía de vida que tiene que ver con que todos damos a todos y todos recibimos de todos», explica. Ahora se fomentan además acciones «tranquilas», como club de lectura, asistencia a conciertos o paseos por la montaña, todo aquello que propicie la relación con el entorno social, «tranquilo» y «no estresante, valorando nuestro tiempo personal y no sólo el tiempo económico».

Pero es que además España trabaja de forma estrecha con Portugal e Italia produciéndose intercambios entre usuarios (alojamientos, actividades lúdicas). De hecho, los tres países confeccionan lo que será una coordinadora europea de Bancos del Tiempo.

Y Málaga no podía ser menos. El Área de la Mujer y el Área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Málaga impulsaron hace un año y medio la creación del Banco del Tiempo del centro que ya cuenta con 194 usuarios (en su mayoría mujeres) con 1.167 intercambios, lo que equivale a 2.020 horas. Ante la aceptación se han creado dos bancos más en Carretera de Cádiz y Bailén Miraflores. La idea es extender la iniciativa a cada distrito. En la provincia existen en Arriate, Ronda o Mijas, entre otros.