Tenían mochilas, cara de sueño, ropa cómoda. La mayoría de ellos, de tercer grado, apura el resto de su condena en el Centro de Inserción Social Evaristo Martín Nieto, aunque también los hay de la prisión provincial de Alhaurín de la Torre. El despertador les sonó ayer con el primer clarín del alba, con una promesa amable de campo abierto. Son los elegidos para una cita con la historia, los primeros que iniciarán en la edad contemporánea el Camino a Santiago desde Málaga.

Los peregrinos cumplirán en los próximos cinco días la primera etapa de la ruta mozárabe, un itinerario que, según cuenta Pepe Cano, de la Asociación Jacobea de Málaga, que participa en el proyecto, era habitual entre los musulmanes convertidos al catolicismo del siglo XI, que no disponían de medios para acortar el viaje. El grupo, formado por un total de veintitrés internos, avanzará hasta los riscos cordobeses de Encinas Reales, aunque el objetivo es completar el camino a lo largo de los próximos cinco años.

Carlos Calvo, coordinador del centro, advierte de que se trata de una experiencia doblemente pionera. Nunca antes se había emprendido una marcha tan ambiciosa en las penitenciarias de Málaga y el camino que esbozaron los mozárabes se dejó de hollar poco tiempo después de servir para medir la veracidad de la transformación de la comunidad árabe, casi siempre en el entredicho por la suspicacia tradicional de los españoles.

Ángel Herbella, director del Evaristo Martín Nieto, resume los objetivos de la caminata en los beneficios para los internos, que, señala, tendrán unos días para fortalecer la convivencia con los funcionarios, afianzar músculos y espíritu y reencontrarse con la naturaleza. A todo ello se añade una gratificación que se extiende a la provincia, la recuperación de una ruta apenas conocida, que comunica, con acento de concha y cayo, a Málaga con la legendaria plaza del Obradoiro.

La ruta, confinada en los manuales de historia, no contaba hasta el momento con la marca del pasado. Pepe Cano cuenta que el camino discurría por las calzadas romanas, ocupadas actualmente por la red viaria. El paso de los internos servirá para consolidar el camino y establecer las primeras señales, lo que supone una puerta abierta para el turismo y la historia. «Casi siempre se habla del itinerario desde Roncesvalles, pero el Camino de Santiago fue, durante muchos años, ramificado por peregrinaciones que partían desde muchas otras partes», señala el especialista.

Los que partieron ayer, después de siglos sin rumor de pasos en la ruta de Málaga, tuvieron una partida llena de símbolos de otro tiempo, profundamente románicos. La Iglesia de Santiago, la más añosa de la capital, fue el punto de encuentro entre los internos de la prisión de Alhaurín de la Torre y los del Evaristo Martín Nieto. La imagen del apóstol presidió la ceremonia de bienvenida, que concluyó con una sesión de fotos a los pies de la escultura de Jesús El Rico, de amplia vinculación con instituciones penitenciarias.

Los peregrinos tienen por delante 78 kilómetros repartidos en 26,8 horas de caminata. El primer trecho los llevó hasta Almogía, que marcó el primer alto. Los internos no estarán solos. Además de los funcionarios, los acompañarán miembros de la Asociación Jacobea de Málaga. Los ayuntamientos de los municipios que circundan la ruta, entre los que se encuentran Villanueva de Algaidas y Villanueva de Tapia, participarán en la comida de despedida del próximo viernes, que reunirá también a familiares. La actividad cuenta con el apoyo financiero de Cajamar, que ha subvencionado parte de la inversión en comidas y autobuses.

Las aguas del Genil bañarán el término de la primera fase. La idea de los centros es promover próximamente la segunda parte, que avanza hasta Córdoba. Los plazos para culminar la ruta parecen razonables, sobre todo si se tiene en cuenta que la ley no permite una salida con internos superior a los siete días.

Antonio, que quedará en libertad en julio de 2011, se mostraba dispuesto a aprovechar la experiencia. «Por andar que no quede», decía. Para él, según contó, el peregrinaje es una especie de anticipo del regreso definitivo a su casa. Puede que dentro de una década sus pasos revelen el itinerario que permanecía callado desde hace más de ocho siglos. No será por falta de entusiasmo. El viernes regresarán a la provincia. A partir de entonces los que se pierdan entre Málaga y Encinas Reales contarán con nuevos aliados. La pintura amarilla en rocas y árboles.