La nueva Ley Antitabaco ha disparado las peticiones de tratamiento para dejar de fumar. La demanda se ha incrementado en un 30%. Y es que un número elevado de malagueños ha decidido aprovechar las dificultades que impone la norma para intentar desterrar este hábito mortal. Así lo expone el médico Salvador Oña, un experto en la materia, al que le avalan años de experiencia y que coordina las unidades de tabaquismo de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en Málaga.

Oña ha analizado la demanda de los meses de noviembre y diciembre de 2009 con los de 2010 y se ha producido un aumento directamente provocado y atribuible a la ley, asegura, y más allá de la ligera subida que cada año se produce en estas fechas con motivo de los buenos propósitos del año, entre los que suele incluirse dejar de fumar y que suele ser más o menos estable. En la provincia de Málaga existen cuatro unidades de tratamiento tabáquico de la AECC. La atención es gratuita y este servicio es fiel reflejo de los cambios y movimientos en este sentido por la alta aceptación y demanda que atesora desde hace años.

30% de fumadores

Pero el punto de partida de la nueva ley es «muy negativo». Los datos de la última encuesta andaluza de salud, de la Consejería de Salud de la Junta, reflejan dos puntos de corte, uno en 2003, antes de la entrada en vigor de la antigua ley antitabaco –cuyas restricciones eran menores– y el segundo en 2007 (una realidad equiparable al momento actual). De esta forma, si en 2003 el 27% de la población malagueña era fumadora, el porcentaje se ha elevado un tres por ciento tras la entrada en vigor de la primera norma, alcanzando el 30% hoy día. «Esto demuestra que el efecto de la primera ley ha sido claramente irrelevante», comenta Salvador Oña.

El tabaco es un problema social que entraña peligro para el individuo que fuma pero también para sus acompañantes. «La ley regula este malestar social», señala.

El perfil del fumador continúa siendo el de un hombre de forma mayoritaria, aunque la mujer se ha incorporado en las últimas décadas y destaca sobre todo en el grupo de edad de los 25 a los 44 años.

El humo procedente de la combustión del tabaco está compuesto por unas 4.000 sustancias diferentes, 40 de ellas altamente tóxicas y cancerígenas. Provoca cáncer de pulmón, laringe, riñón, estómago, colon, leucemia, bronquitis, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc), cardiopatías, aumenta los abortos, afecta al peso del feto e incide en los partos prematuros, además de afectar a la fertilidad, enumera Oña.

Según la Organización Mundial de la Salud, el tabaco mata al 50% de los fumadores y no existe un nivel de seguridad. Aunque no es lo mismo fumar cinco cigarros al día que diez o quince, «prácticamente no hay diferencias porque influyen mecanismos moleculares y genéticos». «De hecho, también afecta a la persona que no fuma deteriorando el sistema genético. Dependerá de la vulnerabilidad», comenta.

Estas unidades antitabaco de la AECC atesoran un grado de éxito del 80% a los seis meses y ofrecen una atención médica y psicológica. Charlas y tratamiento farmacológico completan este servicio. Como novedad han introducido la hipnosis, que está arrojando resultados satisfactorios, indica Oña.