Málaga experimentó una fuerte caída de la natalidad en el primer semestre de 2010, que se cifra en casi un 30% y ha supuesto la pérdida de 3.500 nacimientos respecto al mismo periodo del año pasado, según los datos presentados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La provincia no tuvo un comienzo del año 2010 muy optimista de cara a su rejuvenecimiento, ya que registró una fuerte caída de los natalicios entre enero y junio, con 8.242 nuevos malagueños registrados en ese tiempo.

Esta cifra, sin embargo, se encuentra muy lejos de la registrada en los primeros seis meses del año 2009, cuando el INE contabilizó 11.701 nacimientos.

Los malagueños vuelven a retrasar su paternidad de nuevo, siguiendo también la tendencia nacional de caída de la natalidad, aunque en España es en una proporción de apenas un 1,6% respecto a 2009. De esta forma, se confirma el segundo peor comienzo del año desde 1990, cuando se inició un crecimiento continuado que sólo se empezó a romper en el primer semestre de 2009 y que se ha vuelto a confirmar entre enero y junio de 2010, coincidiendo con los dos peores años de la crisis, hasta el momento.

El menor índice de nacimientos en la provincia ha supuesto un duro golpe al crecimiento natural de la población en Málaga, que ha sido un 39,4% menor entre enero y junio de 2010 que respecto al mismo periodo de 2009. Así, se pasó de crecer en 5.794 personas a un saldo positivo de sólo 2.283 persona en el primer semestre del año pasado, tras descontar las defunciones a los nacimientos.

La brusca evolución de los nacimientos contrasta con la constante evolución de los fallecimientos, que están prácticamente estables de un semestre a otro, con apenas una variación del 0,8% al alza.

Matrimonio

El número de enlaces matrimoniales, sin embargo, no se ha visto reducido por la crisis. Al contrario, el número de uniones creció en la provincia un 6,7% en el primer semestre de 2010 y respecto al mismo periodo de 2009, según el INE.

Como dato curioso destaca un enorme incremento de los matrimonios civiles, en detrimento de los religiosos. Así, los primeros aumentaron un 22,5% entre enero y junio, mientras que las bodas por la iglesia siguieron la tendencia contraria y cayeron un 15,3% en el mismo periodo.

Esto ha supuesto consolidar el vuelco de la provincia en tipos de matrimonio, donde el trámite civil duplicó a la ceremonia religiosa en la primera mitad del año pasado, de modo que dos de cada tres bodas se hicieron por el juzgado o el ayuntamiento.

En cuando al peso de las ceremonias religiosas por otro rito que no sea el católico, representan un porcentaje apenas anecdótico, el 0,8% del total.