Una de las grandes aportaciones de los mayas a las Matemáticas fue la invención del cero. Gracias a esa invención cobraron sentido el conjunto vacío, la equiparación exacta de magnitudes similares, mediciones astronómicas o, simplemente, la contabilización de los años de una persona. Unos cuantos siglos después los hondureños, privilegiados descendientes de aquella esplendorosa civilización, también han contribuido a ampliar los conocimientos de la ciencia en general y de las matemáticas en particular. Aportaciones quizá invisibles para una insensible wikipedia pero que florecen en cualquier investigación sobre el terreno.

Así, si los mayas inventaron el cero, los hondureños redescubren el mundo de los números negativos. En efecto, hay que racionar la comida para que alcance a todos los miembros de la familia (propia y allegada) aunque sea en detrimento de la frecuencia en que ésta aparece en la mesa; se debe encontrar solución a una compleja división compuesta por siete u ocho personas a repartir en dos o tres camas; y estirar cada lempira que entra en casa. La problemática aumenta cuando al experimento se añaden un grupo de voluntarios extranjeros y despistados. Es ahí cuando se da el salto al conjunto de los números negativos. Y es que, con una sonrisa de oreja a oreja, reducen su ya pingüe plato de comida para duplicar tu porción y ofrecerte lo poquito que tiene su desnuda despensa o minimizan sus horas de sueño para levantarse horas antes a moler maíz con el que cocinar las tortillas que te despertarán de esa cama que te han cedido dos chicos que han tenido que arañar un trozo del ya de por sí poblado colchón de sus hermanos. Ha sido una de las lecciones más impactantes de este pequeño curso práctico que es el voluntariado: el ver cómo comparten hasta lo que no se tiene, cómo se sacrifican por unos desconocidos, cómo dan antes de recibir y te ceden casa, mesa y cama sin esperar nada a cambio. He visto niños desnutridos y con hambre compartiendo una única galleta con su compañero de clase. Sin duda, ésta es otra academia.

Otro avance matemático es el cambio de concepto de ?. Y en este ámbito ha contribuido mucho la doctrina de la ONG ACOES Honduras. Resulta asombroso descubrir cómo trabajan afanosamente y sin descanso hasta hallar una particular tasa de cambio que convierte los escasos euros que llegan de Europa en lempiras de manera exponencial. Es la única manera de conseguir que esos contados recursos alcancen para escuelas, comedores, centros de acogida, proyectos educativos, uniformes y material escolar, viviendas, obras, alimentos, medicinas…. multiplicándose los críos y las familias que se benefician de toda esa labor.

En un desarrollo a juego entre la aritmética y el álgebra, también han sabido el Padre Patricio, fundador de la ONG hace ya casi 20 años, y su equipo de analistas salir airosos de complejos sistemas de ecuaciones con múltiples incógnitas que parecían predestinadas a tender al infinito. Cada caso, cada ejercicio, cada ecuación viene influenciada por constantes en forma de factores externos que condicionan el resultado (carreteras y calles accidentadas, robos, escasez de medios, maras, apoyo mínimo de las propias familias, incomprensión o una ayuda institucional multiplicada por cero son algunos de ellos). Los delineantes de ACOES, escuadra y cartabón en mano, han resuelto y trasladado a gráfica ecuaciones más propias de un entrelazado laberinto que de lo que se pueda entender como problemas cotidianos.

Por desgracia, los hondureños también han desvirtuado parte del cálculo matemático. Incluso yendo a la base de éste mismo. Así, han descubierto lamentablemente cómo 2+2, cuando se trata de términos monetarios, pasa a ser 3. ¿Cómo se cuadra esa igualdad? Sencillo. Encerrando entre paréntesis comisiones, sobornos, robos y misteriosos agujeros. Un desgraciado invitado como denominador común en política y poder en el país. Una constante que lastra los avances sociales del país y tiñe de incierto el futuro de las inversiones y donaciones extranjeras en Honduras así como el devenir del pueblo hondureño.

Sin embargo, lo más sorprendente y maravilloso de estas aportaciones no son en sí ellas mismas sino el centro de análisis donde se han gestado estos descubrimientos. Abrir la puerta de este laboratorio-escenario es hallar un mundo de pobreza que alcanza a miles de personas sin compasión (el 59% de los hogares hondureños están en situación de pobreza o pobreza extrema); es encontrar una red inevitable de delincuencia como el medio más fácil para comer y "ser alguien" en la vida (es frecuente escuchar tiros por la noche); es asumir un termómetro de corrupción que asciende a medida que aumenta el área de poder (14 familias se reparten la riqueza del segundo país más extenso de Centroamérica); es preguntarse el por qué del bajo nivel cultural y la alta tasa de abandono escolar (la media de escolarización de un chico, durante su vida, es de cinco años. La mayoría deja los estudios antes de acabar); es perder el hilo que reconduce su futuro (es el segundo país que con más inversiones y ayudas externas recibe de América Latina y aun así es el país 106 de 169 en el Índice de Desarrollo Humano)… Y en este entorno que solo invita al desánimo el voluntario encuentra asombrosamente gratitud, generosidad, confianza y respeto por parte de sus gentes. Te tratan de usted, te escuchan, te observan y creen ciegamente en ti; te abrazan, sonríen y besan con intensidad; y no saben esconder las gracias en su mirada...

Por último, todo hallazgo científico requiere contrastarse con la realidad para ser refutado. En ese ejercicio te encuentras cuando, tras un largo día en Honduras, reflexionas y lo comparas con tu entorno habitual. Mi realidad dice que nosotros, aquí en casa, hemos cambiado el verbo dar por el de negociar, cuando en Honduras se han salido de sus camas o han dejado su plato para ofrecérmelos altruistamente. Mi experiencia habla de nuestras exigencias en servicios sociales, comidas, modas… donde allá las mismas carencias, platos y vestidos se repiten incansablemente día tras día. Mi presente indica que nuestro bagaje de palabrotas y expresiones malsonantes es infinito por un simple partido de fútbol, en contraste con un "Gracias por la ayuda, le quiero mucho y espero que tenga muchas bendiciones" con el que me han despedido en varias escuelas catrachas chicos que apenas tratas durante un mes. Mi día a día descubre que vamos por la calle con cara seria, que apenas sonreímos, que nos quejamos por minucias mientras que en Honduras me ha sonreído, abrazado y besado un crío con una marca cicatrizando alrededor de su cuello, consecuencia del intento de suicidio del día anterior por sus problemas familiares. Y no puedes dejar de preguntare, aun a riesgo de caer en demagogias, ¿realmente somos aquí tan sabios como creemos?

Si quieres saber más de voluntariado o colaboración con Honduras visita www.cooperacionhonduras.org