Un tsunami originado en el Mar de Alborán, concretamente en la dorsal, al sur de la isla, tardaría 38 minutos en llegar a la costa de Málaga y la onda, con una altura de medio metro, penetraría hasta en 400 metros en la zona del Paseo Marítimo de Poniente o la desembocadura del Guadalhorce. Primero alcanzaría Melilla, después Adra, Motril y, por último Málaga, y se aproximaría a una velocidad media de 250 kilómetros por hora.

Un equipo de científicos del Departamento de Análisis Matemático de la Universidad de Málaga que forman parte del grupo Edanya junto con otros investigadores geólogos han estudiado y analizado un hipotético tsunami producido en la plataforma continental de la Isla de Alborán.

La investigación está motivada por el hecho de que en sus proximidades se pueden observar signos que demuestran claramente que en algún momento, en ese lugar, se produjo una avalancha submarina, ya que hay un hueco en la plataforma por debajo del cual se aprecia en el fondo marino una cantidad importante de material sedimentario. El objetivo es el de simular la avalancha que pudo dar lugar a este depósito de sedimentos, así como el tsunami que produjo en el Mar de Alborán, para cotejar los resultados con los registros históricos de tsunamis en la zona, explica uno de los artífices de este estudio, Jorge Macías.

A través de complejísimos procesos matemáticos los investigadores han reproducido este fenómeno. «Se trata de coger digamos ese millón de metros cúbicos de sedimentación y colocarlos en su sitio originario», dice. El resultado es un tsunami moderado, adecuado al mar que en este caso es pequeño y al deslizamiento hallado y lejos de los índices que este fenómeno genera por ejemplo en el Pacífico, con ondas de diez metros y velocidades de 700 y 800 kilómetros por hora.

El caso es que este tsunami tardaría 38 minutos en llegar al litoral de Málaga y la penetración sería de entre 200 y hasta los 400 metros mencionados en zonas como Huelin o el Guadalhorce. El experto explica que el Mar de Alborán es una zona de cierta actividad sísmica, pero moderada, «de forma que por sí solo no tendría capacidad ese seísmo de causar un tsunami apreciable». Pero, si introducimos el deslizamiento de sedimentos o materiales, la conjunción de estos dos efectos sí daría como resultado un tsunami, aunque «modesto».

En cuanto al procedimiento, los matemáticos se encargan de resolver, a través de ordenador y mediante métodos numéricos, unas complejas ecuaciones que provienen de la física, y que son las que expresan matemáticamente las leyes básicas que hacen que un fluido se mueva.

¿Cómo lo han calculado?

En estas ecuaciones aparece un conjunto de datos que es necesario suministrar al modelo, tales como el estado inicial del mar o, en el caso de los modelos de tsunamis, el estado de la plataforma continental antes de la avalancha. A partir de ellos, el ordenador empieza a despejar las incógnitas, que informan sobre la evolución en el tiempo del fenómeno que se estudia.

Macías indica además que en este estudio se han utilizado tarjetas gráficas (de las que se usan para las videoconsolas) que tienen una alta potencia de cálculo y que son 200 o 300 veces más rápidas que los CPU (centros de datos del computador).

Ahora, ya están ultimando el inicio de un nuevo proyecto cuyo objeto es hacer un catálogo de riesgos y de escenarios posibles en este sentido, una investigación que desarrollarían con la Unidad Militar de Emergencia y el Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial.