La Audiencia Provincial de Málaga juzgará hoy a una red formada por ciudadanos rumanos que traía a mujeres de sus país prometiendo contratos supuestamente falsos y, una vez en España, las obligaba a ejercer la prostitución. La Fiscalía pide para ellos un total de 21 años de prisión y multas de diversa cuantía por los delitos de inducción a la prostitución, detención ilegal, falsedad documental y un ilícito contra los derechos de los trabajadores.

Según consta en la calificación de la Fiscalía de Málaga, los procesados S. C., D. V. y P. S. «formaban parte de una red en la que actuaban todos de mutuo acuerdo, con ánimo de obtener ilícitos beneficios económicos». El grupo se dedicaba a «la captación de mujeres extranjeras con engaño ofreciéndoles trabajo en España e introduciéndolas ilegalmente en el país; después las obligaban a ejercer la prostitución, prevaliéndose de las precarias situaciones personales y económicas en las que se hallaban», subraya el responsable de la acusación pública.

Así, la testigo protegida del caso sólo tenía 18 años de edad cuando ocurrieron los hechos. El 10 de diciembre de 2002, conoció a uno de los procesados –en rebeldía– en su localidad natal de Rumanía. Éste le propuso supuestamente trasladarse a España a trabajar en el servicio doméstico, abonándole los gastos del viaje, relata el acusador. Ésta se comprometió a devolver la suma con los ingresos obtenidos en el país.

El viaje lo realizó acompañada de otro procesado huido de la Justicia, quien le retuvo el pasaporte y la carta de identidad rumana. Tras llegar a Madrid, se dirigieron a Granada.

El 13 de diciembre de 2002, unos de los huidos llegó de Málaga acompañado por D. V., viajando los tres de nuevo hasta la capital de la Costa del Sol, concretamente a Benalmádena Costa, donde quedó retenida la chica en un piso. Estuvo allí un día.

En la noche del sábado 14 de diciembre de 2002, acudió junto con uno de los fugados al piso de otro de los acusados, ubicado en Torremolinos, desde donde partieron a otra casa en la que se encontraba otro procesado. Uno de los que huyó encargó «a dos chicas que acompañasen a la testigo a un club». Éstas le dijeron que «se quedaría allí para ejercer la prostitución sin poder salir del establecimiento, dándole instrucciones sobre las condiciones de trabajo, diciéndole como ya le había puesto de manifiesto el acusado declarado en rebeldía que, cuando entrasen clientes, tendría que acercarse a ellos, y si éstos querían mantener relaciones, acceder», aclara el fiscal.

Esa noche, la joven no quiso acostarse con nadie ni tomar copas, advirtiéndole sus dos acompañantes que si adoptaba dicha actitud podía tener problemas. A medianoche, llegó uno de los acusados junto a dos de sus compinches huidos. La llamó a la mesa, «diciéndole que tuviese cuidado con lo que hacía, ya que a una de las chicas que le acompañaban le había dado una paliza por adoptar la misma actitud».

La testigo permaneció en el club aquella noche, aunque pudo escapar por la mañana. Fue acompañada a la Comisaría el 17 de diciembre de 2002, donde denunció los hechos.

Dos de los encausados, además, llevaban pasaportes de Rumania que «habían sido falsificados habiendo alterado la página segunda de los mismos, correspondiente a la página biográfica». Cambiaron, supuestamente, la fotografía original por una suya.

El cabecilla, D. V., se enfrenta a once años de cárcel, mientras que a sus dos compañeros se les piden dos y ocho ejercicios de privación de libertad, respectivamente. El juicio arranca hoy a las 10.00 horas de la mañana en la Sección Tercera de la Audiencia.