El colectivo de trabajadoras del sexo del polígono Guadalhorce se ha unido por primera vez en esta provincia y ha creado la asociación Amttse, que busca mejorar las condiciones laborales y de vida de estas mujeres que trabajan en la calle. La presidenta de la asociación, Tatiana García, reflexiona acerca de los problemas a los que se han enfrentado en los últimos meses a causa de la ordenanza municipal del Ayuntamiento de Málaga que regula esta práctica callejera. En breve se trasladarán a una nueva parcela y parece que todo podría normalizarse.

¿Cuánto hace que han constituido la asociación?

Se fundó en abril. Este movimiento ha surgido a raíz de la ordenanza municipal del Ayuntamiento de Málaga y de las multas. Todo el colectivo nos hemos unido, ahora hay más compañerismo. El resultado al final es que hemos buscado entre todos un nuevo sitio para trasladarnos y parece que será así en poco tiempo y que dejaremos de ser multadas. No hay que olvidar que hace décadas que estamos asentadas en esta zona.

¿Cómo les ha afectado la puesta en marcha de la ordenanza?

Nos hemos sentido perseguidas. Te afecta psicológicamente y encima, con la crisis y con las multas, no había clientes. Todo se ha complicado porque también hemos tenido que soportar las obras del Guadalhorce. Este conjunto de cosas ha incidido en el negocio. Con la ordenanza estábamos de acuerdo en que no hubiese chicas en la Alameda de Colón, donde hay vecinos y niños, pero en un polígono, por la noche, es distinto. Aún así empezamos a retroceder y a utilizar ropa más adecuada, menos llamativa, porque hay muchas que quieren ejercer de día por el tema de la seguridad. Te roban la cartera, te cortan, te apuñalan. Por eso muchas trabajan con luz.

En breve se trasladarán a una nueva parcela en la zona pero que cumple la normativa...

Sí, hay un nuevo sitio al que hay que ponerle iluminación, asfaltado en los accesos, papeleras... El Ayuntamiento está adecentando la zona.

Una de sus quejas fue que se multaba más a las chicas que a los clientes...

Efectivamente, porque era así. Es que el cliente puede salir corriendo cuando llega la policía, pero nosotras nos quedamos ahí plantadas. Hubo mucha persecución. ¿Cómo se han sentido?

Muy mal. Hay mujeres que han tenido hasta ansiedad y depresión. Las chicas se quejaban, además, de que no hay trabajo porque los clientes ya no iban, no se paraban. Empezamos a hablar con el Ayuntamiento pero echaban balones fuera. Médicos del Mundo, que se salió de la mesa de la prostitución, y el sindicato CCOO nos han ayudado mucho. Al final estamos contentas y satisfechas porque parece que se ha conseguido algo. Hemos visto una zona que está oculta pero parece adecuada, le están echando algo de gravilla a los accesos, pero no hay iluminación, no sabemos qué puede ocurrir en ese lugar, por eso queremos que haya presencia policial por la zona.

¿Cuándo se trasladarán?

No sabemos aún cuándo podremos trasladarnos, la obra va lenta, pero de momento están haciendo lo que han dicho.

¿Cuál es el objetivo de la asociación?

Ya hay cerca de 50 mujeres inscritas, pero somos muchas más, unas 150. La mayoría son de Europa del Este. A través de la asociación queremos colaborar con la policía en la lucha contra la trata de blancas y los proxenetas y luchar por los reconocimientos de una serie de derechos. Queremos la regulación de la prostitución, de forma que sea un trabajo normal, pagando nuestra Seguridad Social. También, más adelante, tener un lugar para la asociación como sede y casetas en la propia zona donde ejercemos para proporcionar preservativos, hacer cursos de corte, belleza, idiomas... El idioma es una gran barrera para las africanas, por ejemplo. La regularización sería la solución, habría menos explotación sexual. Ya hemos ido a Madrid y nos hemos reunido con otros colectivos.

¿Por qué en la calle? ¿no se sienten inseguras?

Sí, siempre vamos a estar inseguras. Para nosotras es un trabajo normal, nadie nos obliga, en la calle eres más libre. El trabajo en la calle es duro, sobre todo en inverno por el frío. Tampoco sabes en qué momento se te va a lanzar un loco, pero luego hay clientes a los que les hace sentir bien y que te hacen sentir bien. Incluso los hay que no vienen por sexo sino para hablar, quieren ser escuchados y contar sus problemas. Nos cuentan hasta sus problemas de pareja.