­Cuenta El Avisador Malagueño en su número del 19 de mayo de 1853, que unas personas en Málaga habían formado una «cadena magnética» alrededor de otras y que estas «han girado contra su voluntad en el sentido que aquella formaba».

En 1853 desembarcó en los puertos españoles el espiritismo, el príncipe de los fenómenos paranormales, captando la atención incluso de la reina Isabel II y su familia, que en el Palacio de Aranjuez vieron para su asombro durante una sesión cómo una mesa no dejaba de girar.

El historiador malagueño Elías de Mateo acaba de publicar Espiritistas y teósofos en Andalucía (1853-1939), un libro de la editorial Sarria sobre la historia en Andalucía del Espiritismo y las sociedades teosóficas, y que continúa una línea de investigación que le ha llevado a indagar, ya en su tesis doctoral, en la historia de la heterodoxia religiosa.

«Me adentré en los dos principales neoespiritualismos contemporáneos y el mundo que me encontré es apasionante», destaca. Elías de Mateo subraya que es historiador y no parapsicólogo. «No entro a valorar la veracidad de esos fenómenos. Me interesan todos esos grupos humanos, la relación con los poderes públicos y la iglesia oficial y lo que se genera en torno a estos fenómenos», precisa. En Málaga por ejemplo, junto con Almería la provincia andaluza donde se conserva más documentación (la ley de asociaciones de Sagasta obligaba a legalizar todos estos colectivos), hubo gran actividad espiritista en los años 20 en barrios como Capuchinos, la Trinidad o El Perchel y también destacó la Serranía de Ronda. Prendió en las capas populares, aunque hubo también espiritistas destacadas como la feminista y republicana Belén Sárraga. Elías de Mateo resalta además la estrecha relación que en Andalucía tuvieron, sobre todo en las zonas rurales, el anarquismo con el espiritismo y luego con la Teosofía.

En cuanto a este último movimiento, más tardío, de estética similar a la masonería y que busca acceder a la «sabiduría referente a Dios» a través de la intuición directa o la experiencia mística, el historiador indica que atrajo a personas de un nivel cultural distinto. En este sentido, uno de los personajes que más ha atraído la atención de Elías de Mateo ha sido Ramón Muntadas Muntadas, abuelo materno del recién desaparecido Enrique van Dulken y que llegó a presidir en 1924 la primera rama teosófica malagueña.

«Fue el personaje que me decidió a meterme en este proyecto: Miembro de la masonería, de los rotarios y de la Sociedad Teosófica, fue un hombre especialmente inquieto», señala el historiador. Muntadas tuvo que exiliarse a Inglaterra con el triunfo de Franco. Elías de Mateo detalla el doloroso episodio de la represión franquista, importante fuente documental desde el punto de vista del historiador y que se centró ante todo en la Sociedad Teosófica: «Al espiritismo se le condenó a las catacumbas pero con la Teosofía la represión fue brutal por el hecho de ser una sociedad perfectamente jerarquizada, por su vinculación estrecha con la masonería y por la obediencia extranjera».

Por cierto que uno de los hallazgos de libro son las cartas de dirigentes teósofos que van narrando su «camino de perfección».