Desde hoy, olvidarás para siempre tu nombre de cristiana y no responderás a otro que no sea Qamar, que es como nosotros, los andalusíes de Málaga llamamos a la luna, pues no tendrás otro nombre que éste que te doy ahora, porque tu pelo recuerda los rayos de sol que se funden en tu cara blanca y pálida, para que toda tú parezcas la reina de la noche envuelta en sedas. Tendrás por única ocupación la de ser yawari, pues aunque esclava eres, tu cultura y tus encantos bien que nos servirán para entretener a las gentes de este palacio, donde cantarás, bailarás, tocarás música y recitarás versos desde tu aterciopelada voz. Solo me obedecerás a mí, tu único y verdadero señor, porque yo soy Al Nasir, caudillo de los almohades, hijo del invicto Almanzor y ocupante del trono que un día sentara el gran Abderramán.

Un día si bien te portas, serás mi concubina y me darás hijos que heredarán estas tierras, porque concubina fue mi madre a quienes los cristianos llamaban Flor y que todos siempre conocimos como Zahar. Y no llores, que no tienes porque hacerlo, porque en este palacio serás siempre libre para recorrer sus estancias sin llevar velo que cubra tu rostro y hablarás con quien te apetezca, al menos hasta que te quedes preñada y te conviertas en Umm Walad, momento en el que obtendrás el gran honor de poder casarte conmigo.

Esta mujer que está a tu lado será para siempre tu acompañante, quien te enseñará las costumbres y las normas de palacio. Puedes llamarla Nu’m, que en tu lengua de cristina significa felicidad, porque eso es lo que hay entre estas paredes que habitas.

Gustos de la época

Como te ha explicado nuestro señor, deberás llamarme siempre Nu’m, nunca me llames Felicidad porque jamás te contestaré y deberás atenderme, niña, para hacer las cosas como yo te indique, que no quiero yo castigos ni problemas con nuestro amo. No conocerás más hombres de los que ya hayas conocido, si es que conociste alguno, y te reservarás para tu señor, que parece haberte cogido en gran afecto. Si conociste varón deberás decírmelo, pues no habrás de preocuparte por tu virginidad, ya que para ti fabricaremos un himen con corazón de granada ácida y polvo de asta que amasaremos suavemente con hiel de vaca, así que, no te preocupes niña, que entre los muros de este palacio, para casi todo tenemos algún remedio.

Tienes suerte de ser rubia y de mirar con esos ojos zarcos, azules como el cielo. Si así no hubieras sido, el señor no habría reparado en ti, pues en estas tierras gustan a los moros mujeres exóticas como lo eres tú y lo mismo habrías sido vendida al Harem de Medina Azahara de Córdoba que tiene más de seis mil hembras o al del rey de Sevilla, el buen Al Mutamid que tiene casi mil.

Claro que si eres invertida y te gustan las mujeres, tendrás que obrar con mucho cuidado, pues la Ley del Profeta ordena que si la lesbiana es soltera será castigada con un azote y el destierro de un año, aunque peor lo llevan las casadas, que si son pilladas con otra hembra, reciben cien latigazos y después son muertas por apedreamiento, eso que por estas tierras suelen llamar lapidación.

Las morenas prietas

Aquí, en Málaga, no todas son traídas por la fuerza capturadas desde sus aldeas lejanas, algunas, como lo fui yo, fuimos vendidas como esclavas. Yo fui comprada por el Almotacén del Zoco, que como seguramente no sepas quién es, te digo que es el mandamás del mercado de Málaga y que responde al nombre de Al Saqati, un hombre digno que me vendió al señor que ahora es nuestro dueño. Porque aunque tú no lo sepas mi niña, dejando al lado tu exótica belleza, somos las morenas prietas como yo las que mayores pasiones desatamos.

A los hombres de aquí, les gustan las mujeres de cintura estrecha y grandes caderas, que bamboleamos andando siempre despacio. Por eso, ennegrecemos nuestros cabellos con aceite de mirto y nogalina que fabricamos con cáscaras de nuez fresca y anémona. Después, cuando ya ha hecho su efecto, debemos lavarlo con una cocción de unas sales que llaman mirobolano y que le puedes encargar al médico o al boticario. La tez nos la blanqueamos con una crema que hacemos con harina de habas y leche y si los ojos son marrones o zarcos como los tuyos, los oscurecemos con gotas de cáscaras de granada dulce. El resto del cuerpo, si queremos blanquearlo, solo tenemos que tomar un baño de una hora con agua de alcaravea, que también da un toque dorado a la blancura de los senos. Por cierto, que éstos deben ser pequeños para que siempre estén firmes y mirando al cielo. Si tienes alguna vez problemas con ello, tendrás que untarlos con escorias de hierro y aceite de rosas. Después, cuando estén bien embadurnados, preparas una mezcla con cominos machacados y agua e impregnas unas vendas de lino que habrás sumergido previamente en vinagre. Te vendas los senos tres días, firmemente y después la retiras, sustituyéndola por otra donde habrás puesto una cataplasma fabricada con lirios blancos, vinagre y agua y así tres veces seguidas en un mes. Y si la pomada de antes la mezclas también con polvo de piedra de molino y vinagre, créeme, tus pechos jamás mirarán el suelo.

Queda el problema del vello. No tienes que quitártelo, pero está mal visto y no gusta su exceso en axilas y pubis. Pero yo tengo un secreto para que no crezca pues has de frotarte estas partes con una pomada hecha con raíz de pimienta, albayalde, alumbre, agua de beleño y vinagre. Aunque también puedes echarte cal viva con huevos de hormigas, aceite de cocer ranas o salamanquesas e hiel de conejo. O lavarte con jebe, bórax o asta de toro fiero…

Y ten cuidado con el médico que está algo loco y como buen seguidor de la medicina andalusí, piensa que hay seis cosas no naturales, que no están dentro del cuerpo y que son imprescindibles para la salud, ya que es seguidor de un tal Ibn Al Jatib que ha escrito un libro que llama de Higiene y donde prescribe todo lo que tiene que ver con el sexo.

Tipo de mujeres

Por eso afirma que nosotras las esclavas tenemos que valer para dar el sexo, porque es prescripción médica para la buena salud de los hombres. Recomienda mujeres jóvenes y delgadas para tener salud en primavera y para hombres de complexión normal; mujeres de aspecto andrógino para hombres que gustan de yacer con muchachos o para hombres de complexión biliar o sanguínea en invierno; mujeres gruesas para el verano y en otoño solo para hombres flemáticos; mujeres de raza negra para los flemáticos pero solo en invierno y primavera, y mujeres dulces como tú, en cualquier época del año y para todo tipo de hombres, así que, ten cuidado mi niña, porque como también dice que eres buena para los ancianos, puedes acabar si no haces caso en lo que te digo, en algún lupanar cercano y por supuesto lejos de lo que algún día será tu suerte, los besos, los abrazos y la cama de tu amo…

En la Málaga del siglo XI, la mujer apenas tenía transcendencia social salvo en las labores de entretenimiento, cuidado de los hijos o procrear. Las mujeres realmente libres en aquella sociedad eran las viudas y las prostitutas. La mujer en general apenas salía de casa y de todas, la que gozaba de menor libertad era la perteneciente a la clase denominada alta, pues siguiendo el mandamiento islámico, su código de honor era altamente estrecho. Sin embargo, las esclavas, contrariamente a lo que se puede pensar, gozaban de gran libertad. Las cultas y bellas optaban a pertenecer a la disciplina de Palacio y acabar como concubinas al servicio de su señor, pero sin perder la libertad de la que siempre habían gozado. Qamar, Zadar y Nu’m existieron realmente y ésta es parte de su historia.