Son granjeros, aunque trabajan en el mar, muchas veces con jornadas nocturnas o de sol a sol para esquivar al achicharrante sol veraniego, los insoportables niveles de humedad de hasta el 70% o, simplemente, para recuperar el tiempo que les roban los traicioneros temporales de levante. La cría del mejillón, la dorada y la lubina en piscifactorías ha encontrado un hábitat privilegiado en el litoral de Málaga, libre de contaminación industrial y con una temperatura algo más fría que la del canon mediterráneo por su cercanía al Estrecho de Gibraltar y al Atlántico –habitualmente entre 14 y 20 grados, ideal para el engorde rápido de estas especies–.

Productores como el gallego Manuel Silva, copropietario de Cultivos Marinos de Andalucía, con explotaciones en las aguas de Marbella y Vélez Málaga, descubrieron hace unos años estas excepcionales prestaciones y decidieron lanzarse a la aventura e implantar este negocio, que se revela como el indispensable complemento de la pesca tradicional, en la turística Costa del Sol.

«Quería hacer cosas nuevas, y sé que el mejillón que se cultiva aquí es de calidad media-alta, similar al de Galicia. Nuestro reto es lograr una producción de unas 400 toneladas al año –ahora tenemos 350– que queremos enfocar al periodo posterior a Navidad, cuando el mejillón gallego tiene menos presencia en el mercado», afirma Silva, de 44 años, mientras salta ágilmente junto a sus trabajadores entre las tablas de una de las cinco bateas ancladas frente el Puerto de la Caleta de Vélez, en la zona donde el mar alcanza los 22 metros de profundidad.

La tarea no es fácil, ya que atinar con los plazos para que los mejillones alcancen su tamaño óptimo justo en esas fechas requiere un laborioso trabajo de investigación y prueba. Máxime si tenemos en cuenta que el ciclo vital del mejillón desde que las semillas se encordan hasta que alcance esos 4 ó 5 centímetros de tamaño para su comercialización es de dos años. «Llevo 6 años en Málaga y 30 en este oficio, y cuanto más aprendo más me doy cuenta de que menos sé», reconoce socráticamente Silva al respecto de las leyes naturales del mar.

De los sargos a las gaviotas

Eso por no citar ciertos «gajes del oficio» como la perenne lucha contra los depredadores marinos, con los sargos a la cabeza, ávidos de colarse entre las bateas para darse un festín de mejillones. Las gaviotas malagueñas, afortunadamente, aún no han «aprendido» a comer mejillones, explica el responsable de Cultivos Marinos de Andalucía. «En Galicia, cogen los mejillones con el pico y los estrellan contra la roca para romperlos y comerlos», relata.

La climatología, los cierres temporales por las periódicas subidas de toxinas en las aguas... todo confluye para que la acuicultura no sea una ciencia exacta. El mejillón se vende a la cadena alimentaria, bien fresco o cocido, a un precio medio de entre 0,70 y 0,90 euros, valor del que hay que arrancar el margen de rentabilidad.

Artesanía y empresa

Pero pese a los problemas y dificultades, el sector tiene un enorme potencial de futuro. «Hace unos años, la acuicultura era cosa de unos cuantos biólogos y empresarios iluminados. Esa fase romántica se acabó, y ahora hablamos de una industria con mucho potencial, y que puede servir también de refugio a mucha gente venida de la pesca», sostienen en el sector, agrupado en torno a la Asociación de Empresas de Acuicultura Marina de Andalucía (Asema).

El otro gran representante de la acuicultura malagueña es la empresa Cultivos del Ponto, que tiene 12 jaulas para la cría de doradas y lubinas instaladas a casi dos kilómetros de la costa de Málaga, frente a El Palo. La remesa de 300.000 alevines que pueblan cada jaula puede tener un coste de unos 100.000 euros, y otro tanto se gasta en alimentarlos hasta su comercialización. Pero la «lubina real» e «imperial» son uno de los productos más demandados por los restaurantes.

Las cinco claves del negocio de la acuicultura en Málaga

El negocio de la acuicultura produjo en 2010 casi 1.140 toneladas de lubinas, mejillones y doradas en Málaga, con una facturación de 4,7 millones de euros y más de 40 empleos en un colectivo laboral tan castigado como el de los trabajadores del mar. La delegada de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía en Málaga, Mónica Bermúdez, señala que la acuicultura es un sector «prometedor, emergente, pero que aún no ha despegado, aunque con un futuro a corto plazo muy prometedor». De momento, para 2011 se esperan mas de 2.000 toneladas y más de cinco millones en ventas.

Una aguas idóneas para las granjas marinas

Las aguas que bañan Málaga poseen unas características oceanográficas «especialmente idóneas» para el cultivo de peces y moluscos en mar abierto, desde un adecuado perfil térmico, a la abundancia de semilla de bivalvos y la ausencia de contaminación industrial.

Este hecho, unido al gusto alimenticio de los españoles por los productos marinos, con un consumo de más de 30 kilos por habitante/año, y a la gran demanda del grueso de la población que reside en la Costa del Sol, postula a Málaga como una de las zonas del litoral andaluz con mayor potencial acuícola.

Tres instalaciones industriales abren el camino...

En Málaga hay tres instalaciones a escala industrial. Cultivos del Ponto, frente a la barriada de El Palo, se dedica al engorde de dorada y lubina con autorización para 24 jaulas flotantes circulares de 25 metros. Produjo en 2010 casi 790 toneladas de lubina.

Las otras dos son de Cultivos Marinos de Andalucía SL y produjeron 350 toneladas de mejillones: en Marbella hay una instalación con 24 long-line de 160 metros de longitud frente al puerto pesquero. En Caleta de Vélez hay otra con autorización para 15 bateas flotantes tradicionales (hay instaladas, de momento, cinco).

... y otras nueve están en trámite o a punto de abrir

Hay nuevos proyectos pendientes de tramitación, la mayoría relacionados con el mejillón: dos ultiman los preparativos de instalación en Benalmádena y Fuengirola, otros tres cuentan con la autorización muy avanzada (probablemente para antes de final de año) en Caleta de Vélez, Benalmádena y Fuengirola y otro más está ya autorizado y a la busca de inversores también en Caleta.

Además hay un proyecto en Torrox de cultivo de dorada y lubina cuya autorización estará antes de final de año y otras dos iniciativas de pectínidos en trámites aún iniciales en Estepona y Marbella.

¿Dónde acaba la producción malagueña de piscifactoría?

La producción malagueña de lubina va íntegra a una central comercializadora en Murcia y desde allí se reparte por todo el territorio nacional y extranjero. La de mejillón se envía a Cádiz a depurar y después se comercializa, llegando a los mercados locales de la provincia.

¿Es viable el cultivo de nuevas especies en granjas marinas?

Sí, aunque sin aventurarse en plazos. En Estepona, Frutos de Neptuno realiza un cultivo experimental de zamburiña –especie parecida a la vieira pero más pequeña–. En un futuro hará cultivos de piscifactoría de pargos, urtas, meros, lenguados y, quizá, atunes. Sin embargo, la acuicultura se considera inviable para productos tan malagueños como el boquerón y la sardina. «La acuicultura sirve para complementar la pesca tradicional pero no la puede sustituir», comenta el jefe de servicio de Pesca en Málaga, Leandro Jiménez.