La satisfacción de ayudar a otros. Aunque pueda parecer una frase manida y vacía de contenido en esta sociedad de consumo, bienestar e individualismo, ésta es la premisa que mueve aún el motor de algunas vidas ejemplares: malagueños que van a destinar su tiempo de vacaciones a ayudar a los que más lo necesitan y, para ello, se marcharán además a lugares remotos y sin comodidades. Dejan a un lado la piscina y el espeto de sardinas con tinto de verano para salvar vidas, construir futuro y proporcionar esperanza. ¿Alguien se acuerda de la catástrofe que asoló, por ejemplo, Haití? Ellos sí, a cada instante. Son los protagonistas de unas vacaciones solidarias.

José Manuel. Médicos del mundo. Viaja a Haití.

José Manuel Muñoz Martínez tiene 40 años, es malagueño y, por diversas circunstancias, trabaja actualmente y reside en Barcelona. Es médico y desde hace diez años pertenece a Médicos del Mundo. José Manuel habla con este periódico horas antes de marcharse a Haití. Partió el pasado miércoles.

Desde siempre, antes de estudiar medicina, ya tenía claro que iba a llevar a cabo esta actividad solidaria. «En Haití la urgencia es permanente. Llevamos un año y medio allí y ahora se ha dado una nueva emergencia a causa del cólera», comenta. Con la llegada de las lluvias otra vez en mayo, y ante la no existencia de un adecuado alcantarillado ni de una red de saneamiento, el uso de las aguas en contacto con los residuos fecales ha provocado que se dé un nuevo brote de cólera.

«Allí nunca antes había habido cólera. Ha sido ahora a raíz del desastre humanitario», reseña. Ante la reactivación de la epidemia José Manuel viaja para coordinar la red que ya existe en el terreno. «Yo trabajaré tratando de evitar cualquier colapso en los centros de atención al cólera y velando por que se den las altas de forma adecuada, en definitiva, controlando los casos», señala.

El médico explica que los brotes deben durar de dos a cuatro semanas «siempre y cuando los centros funcionen adecuadamente». «Para eso precisamente voy, para que el brote no dure más de dos a cuatro semanas, si dura más es que no funcionamos bien», indica. José Manuel trabaja actualmente en el hospital Clinic de Barcelona y afirma que no ha tenido problemas para obtener el permiso, lo que implica a su vez que sus compañeros tengan que cubrirle las guardias.

En su larga trayectoria solidaria, afirma que en cada intervención, cada país o cada catástrofe «te dejas algo». «Todas te impresionan de alguna u otra forma. Yo destacaría la primera que fue el Congo, en 2003, con la guerra. Fue un cambio cultural brusco, no había ni coca-cola y las comunicaciones eran difíciles», relata.

Pero José Manuel como desastre sin duda destacaría el tsunami de indonesia. «La población te daba más de lo que recibía. Ante esas circunstancias tan duras era palpable la hospitalidad de la gente. Al final haces amistades. Te dejas trocitos tuyos. Fue bonito y emotivo».

Aunque en este caso hace uso de un permiso, comenta que en otras ocasiones ha empleado sus propias vacaciones. «Lo haces porque te gusta. Es un reto personal que te llena y una forma de contacto con las personas, de conocer otras culturas, otro mundo desde un punto de vista emocional y muy directo. Yo me he formado para esto», comenta José Manuel.

Juan Manuel. Bomberos sin fronteras. Viaja a Ceuta.

Juan Manuel Ravina Vergara tiene 41 años, es bombero en el parque de Benalmádena (Arroyo de la Miel) y hace diez años que pertenece a Bomberos sin Fronteras. Juan Manuel partirá el 1 de julio a Ceuta para colaborar con la asociación Semana Blanca Solidaria.

Como explica la organización en su propia página web, en colaboración con otras entidades, empresas y con los principales agentes sociales y económicos de nuestra ciudad, Semana Blanca Solidaria crece como una caravana solidaria para ayudar a los pueblos bereberes del Alto Atlas. Para esta campaña se ha estado procediendo a la recogida de material escolar, juguetes y ropa de abrigo.

«Las condiciones de los pobladores del Alto Atlas no son un secreto. Todos sabemos, o podríamos saber, la dramática situación por la que han de pasar a diario... «27 niños mueren de frío en Anfgou, provincia de Khenifra (aldea del Alto Atlas», este hecho deja de ser una noticia y se convierte en una bofetada, una bofetada de realidad a pocos kilómetros de nuestra ciudad», explica la entidad.

Ahora un grupo de Bomberos sin Fronteras, entre ellos Juanma, colaborarán con ellos en el transporte y reparto de este material escolar y de ropa a la población. Del 1 al 6 de julio procederán a estas labores. Y , ¿por qué? «Porque recibimos de la sociedad una serie de ventajas y beneficios de los que no disponen otras personas. Nosotros tenemos trabajo, casa, familia y todas nuestras necesidades básicas atendidas. Hay que compartir», comenta Juan Manuel.

Este joven, casado y con dos hijos, atesora ya una larga trayectoria en cooperación. Afirma al igual que José Manuel que la tragedia que más le ha marcado es el tsunami de Indonesia. «Por la magnitud del incidente y porque nunca había conocido a una población tan resignada y con tanta capacidad de reacción, digna de elogio. Lo perdieron todo y al día siguiente ya empezaron a trabajar», explica. Esta tarea le produce «una gran satisfacción personal». «Hay riesgos y los tienes presente, pero si pensaras demasiado en ello nadie iría a ninguna acción humanitaria», dice.

Carlos Vara. Hombres nuevos. Viaje a Bolivia.

Carlos Vara es catedrático de Cirugía y jefe de Cirugía del Hospital Clínico. Compagina su dilatada y reconocida actividad profesional con una intensa labor solidaria. Vara recuerda que en 1992 «fuimos los primeros en introducir la cirugía laparoscópica en los hospitales públicos de España». Fue un jesuita, el ya fallecido Padre Huelin, el que se puso en contacto con este médico. Comenzaron a colaborar en Colombia operando a personas que lo necesitaban. Pero esta labor tuvo un recorrido limitado ya que la zona, a causa de las circunstancias del país, se volvió peligrosa.

El padre Carlos Huelin contactó entonces con el padre Nicolás Castellanos, un agustino que había sido obispo de Palencia y que había dejado la diócesis para marcharse a Bolivia de misiones, fundando Hombres Nuevos, cuyo objetivo fundamental es elevar la calidad de vida de la población boliviana.

«Le escribimos y le dijimos que si podíamos ir a ayudar y nos comentó que las monjas dominicas canarias sí tenían un microhospital. Así empezamos a ir a Bolivia. Operábamos de todo», recuerda Vara. Ahora de las 20 camas de origen han pasado a cien y llevan colaborando en la zona doce años. «Antes sólo íbamos en las vacaciones de verano y actualmente vamos también en febrero. Por lo que llevamos 16 ó 17 campañas, y más de 4.000 enfermos operados», relata.

Ahora él junto con su equipo, profesionales del hospital Clínico principalmente pero también de otros centros malagueños, se marchan de nuevo el 13 de julio. Permanecerán en Bolivia más de un mes. Vara explica que todos los que parten utilizan sus vacaciones para poder llevar a cabo esta labor. «Lo hago porque me lo paso muy bien. Somos médicos, es la simple satisfacción de poder ayudar a los demás. Nos sentimos unos héroes. Todos repetimos. Te satisface ver que puedes ayudar a la gente y que esta gente te recompensa con su cariño», dice.

Andrés Merino. Misioneros de la Esperanza. Viaje a Ecuador.

Andrés Merino Mateo es sacerdote. Es el responsable general sacerdote de MIES, la Asociación Misioneros de la Esperanza, de implantación internacional. (Existe un responsable laico y un sacerdote). Del 28 de julio al 14 de agosto se marchará a Ecuador donde ya tiene a personas de la MIES trabajando en las parroquias y en los barrios desfavorecidos.

Trabajan con niños a través de proyectos de ayuda a la infancia. «Allí veré como van los proyectos, voy a animarlos y a compartir sus inquietudes, retos y problemática, y para ver qué necesitan. Acabo de venir de África. Estamos llenos de alegría y se trata de compartir con aquellos que están peor», indica Andrés Merino a este periódico a un mes de partir.