Como todos los años, la hembra de cernícalo primilla, nada más tomar posesión de su cómoda jardinera con una capa de tierra y una planta en la esquina, comienza a piar con fuerza, como si quisiera avisar a Juan Cortés y su familia de su llegada.

Por este rito, que se repite con precisión británica cuando llega el mes de abril, Juan, presidente de la asociación de vecinos de La Luz, deduce que se trata de la misma pareja de cernícalos primilla la que, desde 2005, ocupa durante dos meses la jardinera de su casa, situada en un octavo piso de la calle Salzillo, aunque la terraza da a la calle El Ches.

«Todos los años planto una planta en una esquina para que tengan intimidad, este año ha sido un nisperillo», cuenta.

Y este año además ha colocado una cámara de internet (webcam) para seguir de cerca la evolución de las futuras crías. «La puse cuando empezaron a hacer el boquetillo del nido», destaca. En años anteriores, Juan Cortés ha inmortalizado a sus invitados con una cámara digital, sin ningún problema de protocolo. «Se quedan mirando hacia la cámara pero no les importa, están acostumbradas desde el primer día».

Gracias a la camarita conectada al ordenador, este vecino ha grabado con todo detalle el momento en el que nacen los polluelos.

«Normalmente al aire libre las primillas ponen unos seis huevos pero siempre hay alguno que no les nace pero en la jardinera nacen todos», explica.

Una grabación muestra el momento en que nace una tercera cría mientras llega la madre, trayendo en el pico un pájaro muerto para alimentar a las recién nacidas. En ese momento aparece por detrás otra hembra de cernícalo primilla y la madre cubre con sus alas la presa, hasta que la otra hembra se marcha y puede comenzar a alimentar a sus crías.

En la alimentación de los polluelos, por cierto, Juan Cortés también participa. «Le doy a la madre higadillo de pollo en la mano y la madre lo picotea y se lo da a las crías sin ningún pudor».

La convivencia entre primillas y esta familia es tan grande, que Juan ha ido dándole de comer a la madre cada vez más cerca de la ventana, hasta que ha conseguido que la hembra coma en el interior de su casa, en una mesa colocada junto a la ventana. De hecho, tiene alguna foto con el cernícalo hembra posado en su mano y en ocasiones, la familia está viendo la tele, «y el pájaro dentro». «En la casa hay mucho trajín pero ellos no se asustan, han venido incluso amigos a verlos y los pájaros están tan tranquilos, como si no pasara nada», cuenta.

Y la familia también es testigo de los primeros vuelos de las crías, que no siempre llegan a buen puerto. «Hace dos años me llamaron a las 2 de la noche y me trajeron una cría, era uno de los pájaros que estaban volantones y lo volví a subir».

El rescate

El último episodio, por cierto, fue el extravío de tres de las crías, que fueron recogidas a final de junio por agentes de la Policía Local, una en la calle El Ches, mientras las otras dos estaban en unas instalaciones de Bomberos, aunque Juan Cortés destaca que más de una vez se ha encargado de rescatar él a las crías. «El otro día estaban empezando a volar y una de ellos se quedó en el filo de la terraza, a ese animal le dio el sol y se cayó abajo un poco mareado, lo cogí con un recogedor y lo volví a subir. Ya que se han criado aquí, a mí me da mucha lástima», señala.

Juan Cortés y su familia han colgado algunos de los vídeos grabados en internet y ya están aguardando al año que viene, cuando el piar de la hembra les recuerde que vuelven a tener invitados en casa.