El secreto, asegura, «está en saber organizarse». No puede ser de otra manera manejando todo un mundo formado por más de 25.000 lotes de objetos de coleccionismo, algunos de los cuales viajarán en unos días a los destinos más dispares, ya sea Barcelona, Alemania o Nueva Zelanda. Porque aunque el negocio de Juan José Vázquez está en la Red, entre su casa de Málaga y varios trasteros guarda la ingente colección de todo lo habido y por haber: monedas, pinturas, figuras de la Guerra de las Galaxias, cromos, películas de súper8, discos de vinilo, juegos de Atari... Este malagueño extrovertido y afable de 40 años empezó a frecuentar mercadillos con 18 y cuenta que «allí conoces a un amigo, le compras cuatro cositas, las vas vendiendo y te vas quedando con lo que más te gusta, aunque no sepas por qué», confiesa.

Un buen día, hace muchos años, Juan José empezó a vender por internet, en unos tiempos «en los que nadie tenía internet ni sabía nada de ordenadores». El promedio era de tres ventas al mes, pero con el tiempo la incredulidad de la gente fue disminuyendo. «Ahora hago de tres a seis ventas diarias, tengo una agencia que viene todos los días a las dos de la tarde a ver lo que hay para enviarlo», declara.

Desde 2002 cuenta con su propio espacio en la página de compra y venta de internet Todocolección, llamado La Trastienda. Hace cinco años decidió dar el gran paso y dejar su trabajo de camarero en el veterano bar de la plaza de Uncibay, Doña Mariquita, para dedicarse en cuerpo y alma a este trabajo que, señala, también es su gran afición.

Internet es ahora su profesión, una ocupación que comienza cuando se levanta a las 8 de la mañana pero que puede prolongarse hasta las 11 de la noche muchos días.

Desde 2002 cuenta con espacio propio (La Trastienda) en la página de compra y venta por internet www.todocoleccion.net. «Hasta hace ocho años llevaba todo en la cabeza», confiesa. Ahora, gracias a una aplicación de la página puede clasificar todos los objetos que pone a la venta y localizarlos en cuestión de segundos.

Y aparte de la localización, lo que le lleva buena parte de la jornada laboral es la documentación de todo lo que vende. Como explica, no se trata de poner un anuncio señalando que vende un muñeco sin más: hay que fotografiarlo, señalar sus medidas y tratar de indicar su origen y datarlo, para que el comprador tenga la máxima información posible.

En el caso de las obras de arte el esfuerzo es doble, pues en muchas ocasiones Juan José aporta certificados y en su casa ha ido formando una ingente biblioteca de arte para informarse e informar a los clientes. En los trasteros, por cierto, es donde guarda las pinturas de gran tamaño.

Como él mismo explica, su trabajo consiste en «comprar e intentar vender, porque ya no se vende». La crisis se nota pero este malagueño la está capeando bien, mientras recibe el apoyo de su mujer, María Ortega, y sus dos hijos, que están encantados con la ocupación del padre.

En el momento de la charla acaba de vender la medalla de un escultor a un comprador de Estados Unidos. «Valía 80, el señor me ofreció 60 y yo le dije que no y le propuse una contraoferta, 72 euros, que aceptó y la recibirá, más 10 euros por el envío internacional». Juan José Vázquez explica que todas las semanas realiza un mínimo de tres ventas al extranjero.

Pero si vende es que detrás hay también un importante trabajo de compra. De hecho, parte de su jornada consiste en ir de un lado otro adquiriendo objetos interesantes. «Llevo coleccionando desde los 18 años y no me equivoco, es decir, no puedo permitirme el lujo de equivocarme», destaca.

Gracias a sus innumerables contactos las llamadas son constantes. «A lo mejor un día voy a una casa del Palo donde me dicen que venden libros o a lo mejor, como me pasó un día, voy a San Pedro Alcántara y lo único que me encuentro es una fiambrera de plástico», sonríe. De todo hay en la viña del coleccionista y para que quede constancia, muestra una corbata, edición limitada, del artista barcelonés Jaume Plensa, que acaba de comprar. «Pero a mi hijo le ha gustado y no la voy a vender», admite.

Y es que algunas de sus adquisiciones terminan en la casa, como un precioso joyero chino del siglo XVIII o un azulejo pintado por el canario César Manrique.

Pero sin duda, la colección privada que Juan José Vázquez más ha incrementado es la de sus pinturas y grabados. En la actualidad, de las paredes de su casa cuelgan «de 85 a 100» obras de arte, algunas de ellas de artistas tan famosos como Dalí, Barceló, Saura, Richard Serra, Arroyo o Tapies.

«Yo era de apedrear gatos de chico, ignorante total, pero pasa el tiempo, vas comprando libros de arte, vas coleccionando y un día encuentras en un libro un cuadro que tú tienes», destaca. Así le pasó con una fotografía de Manel Esclusa que adquirió por 1.500 pesetas, «y ahí ya sigues».

Juan José señala que compra, vende «y con los poquitos beneficios que saco, compro». Así ha ido creciendo su colección de cuadros y grabados, que inició con pintores malagueños y se ha ido ampliado a artistas españoles y extranjeros.

Las obras proceden de galerías pero también de internet o de amistades. Es el caso de un cuadro de Saura: «Un amigo hace una venta muy grande a un tercero y en comisión le dan este cuadro. Yo me encapricho de él y le hago un cambalache, más un poquito de dinero y consigo el Saura».

El coleccionista malagueño señala que ya no compra «por gusto, primero tienes que verle algo pero prevalece por encima de todo la inversión». Y una inversión parece, por ejemplo, uno de los 75 ejemplares numerados de un grabado de Barceló, que adquirió por 3.800 euros, o uno de Richard Serra.

En su casa también hay un aguafuerte de Goya, una séptima edición que consiguió en una subasta en Brasil por sólo 50 euros. Curiosamente, compró otro por el mismo precio que luego vendió por 600 euros en Tenerife. «Le saqué dinero pero al día de hoy lamento haberlo vendido», señala.

También tiene un grabado de Dalí que, subraya: «no me costó caro».

De pintores malagueños, en su casa cuelgan obras de Peinado, Rodrigo Gross, Laura Brinkmann o José Benítez, uno de sus artistas preferidos. De hecho, tiene un cuadro regalo del artista que, confiesa, «es la joya de mi casa», mientras que en el salón tiene otra obra del mismo autor, que esta vez adquirió. «Y hubo que cambiar todo el salón para poder poner el cuadro».

También siente mucho aprecio por una escultura de Vargas Machuca que fue otro flechazo: «Un buen día un amigo me dice que quiere vender unos libros por problemas de espacio, veo la escultura, me encanta y me dice que no está en venta». Finalmente, está en un rincón de su casa.

El cuarto infantil

La afición por el coleccionismo de arte se ha extendido al resto de miembros de su familia, hasta el punto de que cuando llega una nueva obra a casa son todos los miembros los que deciden si se queda o si se cuelga en internet para la venta.

Y un ejemplo: Zeus, el pequeño de la casa, con 7 años, ya tiene en la pared de su cuarto una pequeña colección de grabados y dibujos de pintores malagueños, como muestra María, su madre, e incluso en un rincón del cuarto, un pequeño dibujo con una famosa firma debajo: Jean Cocteau.

«Hace 10 ó 12 años la gente estaba incrédula de que pudiera vender por internet», recuerda Juan José. Ahora, es su principal ocupación. Una ocupación, todo sea dicho, con la que no se puede permitir vacaciones. «Eso no se puede, no te puedes permitir el lujo, tienes que estar siempre con el móvil». Juan José admite que su profesión «te crea dependencia, pero yo disfruto más que con la playa o la piscina». «A mí me gusta que tenga esta afición», añade Maria.

Juan José muestra esta vez otro cuadro: el de las ventas, con la lista de compradores, en el que apunta si tanto los envíos como las transacciones bancarias han llegado a buen puerto. En estos tiempos de incertidumbre trabaja en lo que quiere y se muestra encantado. «No lo considero un trabajo, es mi hobby». Y se le nota.