El descenso de producción por la crisis y el constante aumento de población que experimenta Málaga ha situado a la provincia en el pelotón de cola español en lo que se refiere al Producto Interior Bruto (PIB) per cápita, con sólo 18.422 euros por habitante, unos 4.500 menos que los 23.886 euros en que se mueve la media española. Pese a que Málaga, con 30.716 millones de euros en 2009, es la sexta provincia con mayor PIB de toda España –sólo por detrás de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Alicante– la ratio la sitúa como la décima provincia con menor producción por habitante junto a Jaén, Cáceres, Badajoz, Albacete, Orense o Cuenca.

Los datos, recopilados en el anuario Málaga. Economía y Sociedad elaborado por la Fundación Ciedes y Unicaja, traen de nuevo a la actualidad el principal reto de la economía provincial: su falta de productividad. La coordinadora de Analistas Económicos de Andalucía (AEA), Felisa Becerra, recuerda que Málaga está especializada en sectores como el turismo y la construcción que, por emplear a muchas personas de baja cualificación profesional, ofrecen menor valor añadido.

A pesar del tirón de Málaga durante la última década (su PIB creció a ritmos medios del 5% hasta la llegada de la crisis), la brecha de productividad con Madrid, Barcelona o las provincias del País Vasco no ha podido reducirse por su gran empuje industrial y tecnológico. Becerra señala que no se trata de que Málaga abandone su apuesta por el turismo y la construcción, que acaparan el 87% del PIB de la provincia, pero sí de que se amplíe el abanico productivo. «En el sector agroalimentario, por ejemplo, Málaga es una gran exportadora de aceite, pero ¿cuántas toneladas seguimos vendiendo a granel en lugar de embotelladas, perdiendo muchísimo valor añadido?», comenta.

Las nuevas tecnologías son, a su juicio, otro de los caminos a seguir, con polos como el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), que, con 15.000 trabajadores, genera cada año 1.500 millones de euros de facturación, entre el 5% y el 7% del PIB malagueño. En cuanto a la industria turística, la responsable de AEA insiste en que Málaga no puede «dormirse en los laureles» y debe seguir siendo competitiva frente a tantos destinos competidores. «Tenemos el valor del sol, pero no podemos olvidarnos de la calidad y de buscar siempre nueva alternativas. Tenemos que mejorar lo que hacemos bien, y apostar por hacer bien las cosas que todavía no tenemos», comenta.

Población, baza contradictoria

Un hándicap que arrastra Málaga, sin duda, es el atractivo que ofreció a nivel laboral durante la última década, lo que llevó a que la población creciera un 24,9% entre 2000 y 2010, pasando la provincia en ese tiempo de 1,2 a 1,6 millones de habitantes. Ese aumento de población está diez puntos por encima de la media andaluza. El presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Javier González de Lara, siempre ha resaltado la paradoja de que en la provincia, a pesar de ser la locomotora de Andalucía, el paro comenzó a subir en 2007, antes incluso de que estallara la crisis, precisamente porque la población activa subía al 5,5% anual, a ritmos incluso superiores de los del PIB.

Ahora, en un escenario de crisis, González de Lara reconoce que la estructura productiva de Málaga, con el turismo, la hotelería y la construcción (aún de capa caída) a la cabeza, no ofrece el mejor perfil de productividad.

«Son puestos de trabajo de bajo nivel de cualificación, menor valor añadido y, también, de salarios más reducidos», apunta el responsable de la CEM, que cree que la apuesta no debe ser tanto por el concepto «industria» como por la presencia de las nuevas tecnologías en todo el tejido empresarial.

Un cambio de modelo

¿Qué dicen los sindicatos de todo esto? Tanto el secretario de UGT en Málaga, Manuel Ferrer, como su homólogo de CCOO, Antonio Herrera, reclaman un cambio de modelo productivo. «Nos hemos basado en un crecimiento especulativo ligado a la construcción. Necesitamos una mayor inversión en I+D y una apuesta por los sectores de mayor valor añadido. Si no lo hacemos seremos los últimos en salir de la crisis y volveremos a caer en lo mismo», apuntan.