El 26 de julio se publican las listas con la segunda adjudicación de plazas. El proceso de preinscripción para iniciar los estudios de grado en la UMA continúa adelante y muchos tienen la esperanza de que bajen las notas de corte para poder acceder a la carrera deseada. Para algunos son días dramáticos, ya que por unas décimas se juegan su futuro. El vicerrector de Estudiantes de la institución académica envía un mensaje de tranquilidad: las notas bajarán. ¿Qué determina que un alumno elija una carrera u otra? Juan Antonio Perles asegura que hay una serie de factores que influyen, pero no renuncia a la vocación.

Ver las altísimas nota de corte de Medicina y de otras carreras sanitarias puede hacer que muchos abandonen la idea de poder estudiar estos grados, aunque estén en lista de espera. ¿Qué les dice el vicerrector de Estudiantes de la UMA a quienes se han quedado con la miel en los labios?

Que esperen. La primera adjudicación es siempre bastante cruel. Además, la UMA reserva una serie de plazas, más de las que podrían darse. El proceso de preinscripción, basado en el distrito único andaluz, está coordinado por la Secretaría General de Universidades. Todas las universidades ponemos nuestra oferta académica en el mismo sitio. La solicitud de preinscripción se hace en un plazo establecido a través de internet. El estudiante entra ahí y jerarquiza su solicitud. Si un alumno ha pedido Medicina en Sevilla y Málaga, por este orden, y logra plaza en la Hispalense, ya no se matricula en la UMA, luego se queda una plaza libre para el siguiente de la lista y baja la nota de corte.

¿Puede llegar a bajar mucho esta nota?

En las más demandadas no suele bajar mucho, pero pueden quedar plazas libres en la segunda fase de septiembre. Nos ha venido ocurriendo con Turismo, que en junio está aparentemente lleno. Aunque depende de la demanda de cada año. También ocurre en Humanidades.

¿Aprecia si la crisis económica obliga a muchas familias a renunciar a enviar a su hijo a estudiar fuera aunque no consiga plaza en la carrera que quiere en Málaga?

Si el sistema de becas no cubre la movilidad de manera generosa es normal que la tendencia sea a estudiar en el lugar de residencia, porque hacerlo fuera supone un coste importante para la familia. El modelo de proximidad en los momentos de crisis ayuda a que la gente estudie. Sin embargo vemos cómo se mantiene el porcentaje de alumnos extranjeros de diferentes nacionalidades que estudian en la UMA, un 6% del total de matriculados. La Universidad de Málaga, y la española en general, está muy subvencionada por el Estado y es muy atractiva para los estudiantes extranjeros, ya que la matrícula cuesta muy poco con relación en otros países. Y si vienen estudiantes de fuera de la provincia a estudiar en la UMA es porque donde residen no existe la titulación que quieren estudiar. Si en Granada no hay Periodismo, tienen que venirse a Málaga o ir a Sevilla. Las familias están dispuestas a hacer un esfuerzo económico porque en España existe una alta estima por la educación y la formación universitaria es un valor añadido para la futura empleabilidad. Si tiene que hacer un esfuerzo, lo hace. Pero depende de también del rendimiento del estudiante: a mejor nota más sacrificio, además de que es susceptible de recibir una beca. Si es menos competitivo, ya se sabe: «O apruebas o te vienes».

¿Por qué todos quieren ser médico? ¿Es por vocación o por garantizarse una salida laboral?

La percepción social del médico es elevada. Hubo un momento, no muy lejano, en el que los médicos no encontraban trabajo. Entonces los esfuerzos económicos, ligados a la creación del estado de bienestar, se centraron en la sanidad y en la educación. Desde entonces, gracias a esta inversión en salud, la preparación de nuestros médicos es tan alta, que son demandados en otros países. Portugal paga mejor a los médicos de familia que España, pero no tiene tantas facultades de Medicina, ni tantos hospitales ni son tan buenos, y bebe de forma parasitaria de la formación que España da a sus futuros facultativos. En el Reino Unido también se ha sufrido un proceso de reducción de la inversión en la sanidad pública, por lo que nuestros profesionales de la salud suben muchos enteros.

¿No cree que es frustrante que España haga el esfuerzo y otros países se queden con los mejores médicos porque les pagan mejor?

Desde luego, pero hemos decidido apostar por este modelo social y eficaz de ofrecer la posibilidad a nuestros jóvenes de que puedan formarse.

¿Pero por qué eligen ser médicos si es una de las carreras más largas y difíciles?

Hay muchos factores por los que un estudiante elige hacer una carrera. Una es por imitación con sus padres: o se decanta por un área complementaria u opta por otra completamente distintas. La profesión de la familia incide en médicos, ingenieros, abogados... Existe un subconsciente gremial que hace que pienses que tus conocimientos y control de ese ámbito pueden servir para ayudar a tu hijo o hija. También, a veces, la elección se produce por circunstancias completamente prosaicas, porque amigos o tu novia van a estudiar esa carrera y uno termina matriculándose.

El 70% de los alumnos que estaban a punto de terminar Bachillerato no sabían qué iban a estudiar. ¿Es eso normal?

Ahora la orientación es mucho mejor que cuando yo estudiaba y tuve que elegir en qué carrera matricularme. Sin embargo, la coyuntura económica actual hace que exista una gran incertidumbre con respecto a la empleabilidad, y eso no ayuda, desde luego. La empleabilidad que ofrece la Universidad es buena pero el empelo no existe. Ante esto, el estudiante se hace la siguiente pregunta: «Tengo que estudiar para competir pero ¿me va a servir de algo?»

¿Se lo piensan hasta el punto de desistir y dejar de estudiar?

Los jóvenes lo piensan ya y está entre los argumentos que sopesan. Pero qué van a hacer. Porque si estudias, vas a estar igual de parado, pero con una cualificación curricular inferior. No hay que perder la esperanza y hay que pensar en que las circunstancias cambian. Y se pueden hacer cursos de especialización. Una vez que se estudia se ven las cosas desde otra perspectiva.

Antes sólo estudiaba quien podía permitírselo económicamente. Hoy en día el acceso a la Universidad es generalizado. ¿No cree que el proceso de admisión debería ser algo más selectivo?

Nunca está de más que la gente estudie en la Universidad, porque eso hace mejores ciudadanos y, por tanto, hace que la sociedad también sea mejor. En la Universidad no sólo se aprenden conocimientos técnicos, sino también una serie de valores cívicos que nos hacen ser mejores personas.

¿Y cómo llegan a la Universidad?

Conforme al contexto. Desde la LOGSE, el Bachillerato se redujo de cuatro a dos años. Ahora en la ESO, el estudiante está más tiempo en el aula cuando antes se le derivaba a la FP. Pero en los colegios e institutos se trabajan competencias que no están relacionadas con el conocimiento. Se enseña educación en valores, que no es conocimiento académico que sea útil en la formación universitaria tradicional. Eso lleva a que algunos docentes vean que el nivel de competencia en conocimiento sea más bajo, pero eso lo perciben los profesores más veteranos. Pero yo creo que es la Universidad la que tiene que adaptarse al material que tiene.

La sociedad también necesita de profesionales no universitarios.

Una sociedad nunca tiene bastantes universitarios. El concepto de quién valía para estudiar en la Universidad ha cambiado. El modelo anterior era elitista. El que valía para estudiar era el que el contexto económico y social demandaba, tan sólo la capa del 15% de los jóvenes de la alta sociedad. Y eso no ocurre ahora, afortunadamente y alcanzamos el 37% de jóvenes en España. Además, hay que tener en cuenta que la madurez académica se produce en momentos distintos en la vida del estudiante. Que seas mal estudiante con 18 años no quiere decir que lo sigas siendo con 21. Yo con 8 años suspendía matemáticas y ahora soy profesor universitario. Obviamente no fui por la vía de las ciencias experimentales.