«Rafael lleva 24 kilos de patatas. ¿Cuántos kilos de patatas lleva Rafael? Solución: 24 kilos». Este tipo de actividades son las que Ramón realiza diariamente junto a sus amigos. Con una sonrisa en su rostro presume cuando se le pregunta de ser «muy bueno» en matemáticas y afirma convencido que obtendrá calificaciones estupendas. «Sacaré la mejor nota: un diez».

Lejos de lo que podría imaginarse, Ramón no va al colegio, porque no es un niño pequeño. Tiene 71 años, aunque su mente tan sólo alcanza el nivel intelectual de un menor de siete. La explicación: hace tres años le diagnosticaron alzheimer, una enfermedad cerebral degenerativa que ha cambiado su vida y la de sus seres queridos.

Exagente de Policía Local, vivía junto a su mujer, Francisca, en Ceuta. Veraneaba todos los años en Málaga, una ciudad que les embrujó de modo que, al jubilarse, Ramón y su esposa decidieron convertirla en su residencia habitual.

Acostumbrado a una rutina activa, por la mañana cumplía sus funciones como policía y regresaba a casa para almorzar con su esposa. Aficionado al Real Madrid, no se perdía los partidos de su equipo. Le encantaba pintar y tenía una gran capacidad para realizar todo tipo de manualidades. Le gustaba relajarse sentado en el sofá antes de echar una partida a las cartas junto a sus amigos en la asociación de vecinos de su barrio.

Hoy, su vida es bien distinta. El cansancio mental se apodera de él cuando ve jugar a su equipo en televisión y su habilidad para los trabajos manuales se ha desvanecido. «Antes montaba un enchufe con una facilidad tremenda. Ahora, si hay tres piezas le sobran dos», revela con ternura Francisca.

Y es que, aunque está en la fase inicial de la enfermedad, este mal ya empieza a hacer estragos en él. Le cuesta salir a pasear, cuando caminar le apasionaba, y si se sienta en su sillón cobra una expresión de tristeza. «Cruza sus brazos y, cabizbajo, cierra sus ojos y se encierra en su mundo», confiesa su mujer.

A pesar de todo, la vida de Ramón es tranquila. No es consciente de su enfermedad y su mayor alegría es, junto a su familia, su nieto de dos meses de edad. «Siempre que lo ve pone el bracito y la pierna del niño junto a su mano para sentir su pataleo». Sin embargo, esta dolencia no sólo la sufre quien la padece, sino que provoca un fuerte desgaste emocional en el entorno más inmediato, que renuncia a su vida para asumir otra. «Esta enfermedad cambia radicalmente tu vida, tu familia, tu matrimonio, la convivencia... es muy duro, muy duro», confiesa entre lágrimas. «Lo único que me consuela es saber que, pese a todo, mi marido no es consciente de lo que tiene y es feliz».

Cuidar del cuidador

Cristina también lleva a su marido, quien encara la segunda fase de la enfermedad, a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (AFA) en Málaga. Allí, los pacientes realizan talleres de manualidades, juegos, ejercicios de estimulación cognitiva, o actividades terapéuticas en la piscina. Gracias a este centro, ella ha recuperado una pizca de su vida social y puede, por ejemplo, quedar con una amiga para tomar café. Algo que para el resto de la sociedad supone un acto simple y cotidiano, para ella es todo un lujo, que no siempre se puede permitir. «Para cuidar de tu marido tienes que cuidarte tú», le recuerda Almudena Lobato, psicóloga del centro de AFA.

Y es que la atención de un familiar dependiente exige al cuidador reorganizar su vida familiar, laboral y social en función de las necesidades de la persona dependiente. En numerosas ocasiones, esta responsabilidad suele recaer en un familiar que ve interrumpida su rutina. Es el caso de Cristina que, aunque cuenta con el apoyo de sus hijos, es ella quien lleva el timón de su vida y la de su marido. «Para mis hijos es muy duro ver la evolución de su padre, por lo que intento cargar lo mínimo sobre ellos», reconoce.

Por ello, para combatir este mal que llega de forma silenciosa y disfrazado de olvidos propios de la edad, los expertos coinciden en la importancia de diagnosticar la enfermedad a tiempo y de que las familias no se demoren en solicitar ayuda y asesoramiento a los profesionales cualificados, quienes con formación y experiencia pueden aumentar la calidad de vida tanto del enfermo como del cuidador, explica Lobato.

Lo cierto es que desde que el alzheimer se instaló en el hogar de Cristina, ella no ha vuelto a ser la misma. Y es que no es nada fácil convivir con alguien que no es ni la sombra de lo que un día fue. «Pierdes el marido en todos los conceptos. Yo le doy un beso, le digo que le quiero y le cojo la mano esperando recibir un pellizco o cualquier gesto de cariño. Él sólo me mira. Ya no tengo esa correspondencia», dice emocionada.

Como ellos, en España hay más de 800.000 afectados por esta enfermedad de carácter progresivo e irreversible y para la que aún no existe ningún tratamiento de curación. En su honor, hoy se celebra el Día Mundial del Alzheimer, una jornada que pretende recordar a aquellos a quienes un día un mal llamado alzheimer les arrebató una vida llena de historias y de recuerdos.

AFA Málaga

Realizan actividades de estimulación cognitiva

En AFA Málaga, los pacientes realizan talleres de manualidades, juegos, ejercicios de estimulación cognitiva, o actividades terapéuticas en la piscina. Por su parte, las familias reciben asesoramiento jurídico y terapia de grupo.

Síntomas

Cambia el comportamiento de los enfermos

Aumentan los despistes, los fallos de memoria, la desorientación espacio-temporal. Además, los pacientes sufren modificaciones de comportamiento, irritabilidad, cambios en el apetito y la merma de su actividad diaria.

Factores de riesgo

Los factores de tipo vascular suponen riesgos

Influyen los factores genéticos, de tipo vascular (como presentar niveles de colesterol u homocisteína muy elevados, la obesidad, la diabetes o llevar una vida muy sedentaria), además del analfabetismo y la edad.

Investigación

Se trabaja en alargar la calidad de vida

Actualmente, las principales líneas de investigación se centran en analizar los medicamentos en vías de desarrollo y en la optimización de los que existen para alargar la calidad de vida. También se trabaja con ensayos clínicos.