Esta noche el espectáculo estará en el cielo. Esos fuegos artificiales celestes que son las estrellas fugaces darán la campanada hoy, ya que los astrónomos estiman que las Dracónidas de este año más que una lluvia de meteoros serán una auténtica tormenta con hasta 750 estrellas fugaces por hora. Este evento sensacional, si las nubes no lo ocultan, será visible en toda España entre las 19 y las 24 horas.

«Las Dracónidas, a diferencia de las Perséidas de verano o las Leónidas de noviembre, suelen pasar desapercibidas, pero este año todos los expertos coinciden en que van a ser fuera de lo normal», destaca Enric Marco, investigador del Departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Valencia. Así, el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE) de Barcelona – centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña (IEEC)–, esperan más de 500 estrellas fugaces por hora, pronóstico que la NASA eleva «hasta 750 por hora», según relata Bill Cooke, jefe de la Oficina de Meteoroides de la agencia espacial estadounidense.

Desde la Red Española de Investigación sobre Bólidos y Meteoritos (SPMN), que coordina el astrofísico valenciano Josep Maria Trigo, investigador del ICE, explican que las lluvias de meteoros recibe el nombre de la constelación de la que las vemos surgir. «Fruto de la perspectiva en la que contemplamos la ablación de las partículas al entrar en la atmósfera, parecen proceder de una región del cielo denominada radiante», apunta. Las Dracónidas, producidas por el cometa 21P/Giacobini-Zinner, poseen una geometría orbital que las hace proceder de la constelación del Dragón.

Esta noche es el momento en el que la Tierra estará más cerca de la órbita del citado cometa, y, por tanto, cruzará las cortinas de partículas o enjambres meteóricos que éste deja a su paso. Estas partículas, cuyo tamaño va desde pocas micras hasta varios centímetros, son las que generan las lluvias de meteoros al atravesar la atmósfera terrestre.

A 75.600 kilómetros por hora

La gran velocidad a la que entran, las Dracónidas lo hacen a 75.600 km/h, hace que estas partículas se desintegren por el roce de la superficie del meteoroide con los gases de la atmósfera, dejando el rastro luminoso que caracteriza a las estrellas fugaces.

Una peculiaridad que añade espectacularidad a las Dracónidas, anota Marco en su blog «Pols d´Estels», es que son «muy lentas. Chocan contra la atmósfera a unos 20 km/s, mientras que las Perséidas lo hacen a 70 km/s. Con lo que tendremos tiempo de verlas cuando alguien diga «por allí va una...»

Los enjambres meteóricos se generan cuando la órbita de los cometas llega al perihelio, su distancia más próxima al Sol. Al «estar compuestos de hielo, materia orgánica y pequeños agregados minerales», cuando pasan cerca del astro rey, parte de ese hielo se derrite. La sublimación del hielo, el paso del estado sólido al de vapor, hace que «la presión de los gases sobre los granos minerales» arranque «un sinfín de partículas con suficiente energía como para vencer el débil campo gravitatorio del cometa», detallan desde el ICE.

El 21P/Giacobini-Zinner, descubierto en 1900 y con un núcleo de dos kilómetros de diámetro, tiene la particularidad de que solo tarda 6,62 años en dar la vuelta al Sol, con lo que ha pasado múltiples veces por el perihelio en el último siglo, dejando varias cortinas de partículas o dust trails (estelas de polvo). Los expertos esperan que hoy vuelva a encontrarse con las estelas que dejó en 1900 y 1907, que fueron las mismas que en 1933 y 1946 provocaron unas espectaculares tormentas de meteoros de 10.000 estrellas fugaces por hora, hasta tres por segundo.