Han pasado más de cinco meses. Lo único que pide Jorge Shaw es volver a ver a sus cuatro hijos. Desde el pasado 1 de julio, su vida se ha convertido en una sucesión de esfuerzos por encontrar a su familia; de los juzgados a la casa, rodeado de papeles, de archivos. Su exmujer, asegura, aprovechó una visita para llevarse a los niños, de manera presuntamente ilegal, a México. Jorge intenta movilizar a la justicia.

Según los familiares de la expareja, Carolina Vico, ésta se vio obligada a marcharse, algo que Shaw no sólo rechaza, sino que también refuta judicialmente. Asegura que no es un «maltratador ni un drogadicto» y aporta una sentencia exculpatoria, fechada en diciembre de 2004, en la que se le absuelve de cualquier tipo de malos tratos hacia la que fuera su esposa. «Nunca he sido condenado, es falso; si hay algún maltratado soy yo que llevo cinco meses sin ver ni hablar con mis cuatro hijos», puntualiza.

Jorge, empresario, acompaña su testimonio de una ingente cantidad de documentos oficiales; en uno de ellos aparece un dato que considera relevante para apoyar su denuncia: la cesión de la custodia, que en febrero de 2011, pasó de ser compartida a recaer en el padre. El texto recoge la firma de la propia Carolina Vico, que accedió al cambio del régimen de responsabilidad sobre los cuatro niños.

El empresario insiste en que es él que el siempre se ha ocupado de los cuatro hijos, de 9, 7, 4 y 2 años. En este caso, también refuerza sus declaraciones con nuevos papeles: el informe del colegio en el que estudian los niños, que certifica a Jorge como el único que acude a las reuniones de padres y mantiene regularmente contacto con los pequeños, tanto a la entrada como a la salida del edificio. En la misma línea se pronuncia por escrito el club de golf en el que participan los niños, que sostiene que sólo Shaw acude a los actos relacionados con sus hijos.

Shaw está convencido de que la familia de su exmujer miente, y no sólo por las declaraciones alusivas a su conducta, sino también respecto al paradero de los niños. «Saben perfectamente dónde están; Carolina se comunica con ellos, es obvio y me consta», precisa. El empresario ha intentado en todo este tiempo comunicarse con su mujer, pero todavía no ha podido hablar con ninguno de sus cuatro hijos, a los que no ve desde julio.

De momento, Shaw se aferra a la petición de la fiscal que lleva el caso, que solicita una orden de busca y captura internacional contra Carolina. La juez, en primera instancia, la ha rechazado, a pesar de que, según Jorge, se trata de una retención ilegal, ya que los niños viajaron sin permiso paterno y la custodia sigue siendo suya. No obstante, confía en la justicia y espera que el asunto se resuelva cuanto antes. «Ni siquiera puedo estar en casa. Veo los juguetes de los niños y no puedo soportarlo», declara.

De acuerdo con Jorge, su exmujer, Carolina Vico, se trasladó en julio con los cuatro niños a Querétaro (México), donde supuestamente reside con una nueva pareja. Para Shaw, no tiene ningún sentido hablar de «miedo» o «malos tratos» y señala a uno de las textos que acompaña la sentencia de 2004, un informe en el que un psiquiatra avala la ausencia de cualquier tipo de violencia física o psicológica sobre Carolina.