Confiesa Francisco Caro que uno de los objetivos de sus inventos «es paliar el paro de mi pueblo, Almogía». Allí nació hace 60 años, es hijo de Piedad Morales y Antonio Caro, un funcionario municipal que por las tardes trabajaba en su bar y esa ayuda extra posibilitó que tanto su hijo Francisco como su otro hijo Manuel estudiaran para maestros, aunque Francisco Caro ha sido también, durante 25 años, juez de paz de Almogía, además de presidente de la peña flamenca del pueblo y directivo de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Su creatividad, cuenta, ya la manifestaba en clase, cuando enseñaba sobre todo Matemáticas, Física y Química. «Siempre me ha gustado hacer experimentos y pruebas con los alumnos y mostrarles que se pueden innovar las cosas».

Jubilado ya como maestro y juez de paz, echa la vista atrás y reconoce que lleva 30 años creando cosas, aunque no les daba importancia, hasta que hace unos dos años comentó lo que hacía en la Universidad y fue a una oficina de patentes. De los cerca de 30 inventos que han salido de su cabeza, lleva 19 presentados y 14 de ellos tienen patentes mundiales.

Para sus creaciones, detalla que busca mecanismos sencillos «y nada de tornillos, que son los que fallan». Así lo ha aplicado en un revolucionario sistema de protección de las vigas de los quitamiedos de las carreteras, que puede salvar muchas vidas. «Me intranquilizan muchos los accidentes y quiero prevenirlos», resalta. El sistema consiste en tres cilindros que cubren el soporte del quitamiedos, «que está hecho de reciclado de goma de las ruedas del coche, porque en los accidentes, la viga es lo que mata», cuenta. Estos cilindros, unidos por una goma que los cubre, giran 45 grados y están conectados con el soporte de al lado por un hilo o por una malla japonesa, de tal manera que cuando alguien tiene un accidente y es despedido del coche o de la moto, al llegar a las dos vigas protegidas estas se mueven a la vez y acogen el cuerpo, tal y como puede verse en la foto de la derecha.

«La malla japonesa vale un euro y la goma de los coches tiene 10.000 años de vida», cuenta Antonio Caro, que señala que es un invento barato y desde luego, duradero. «Ahora mismo a los guardarraíles les ponen corcho blanco, que se rompe, o pasta, que se agrieta y es peor», recuerda. Para poner en marcha esta y otras patentes, que por cierto ya se están fabricando en Ibi, Alicante, ha formado con otros dos socios la sociedad Almopaten S.L. Inversiones Tecnológicas, y destaca que el nombre de la sociedad quiere homenajear a su pueblo, Almogía.

Otro de los inventos tiene muy en cuenta la seguridad de las personas. «Hay muchos problemas por gasto de energía tonto y con los braseros pasa lo mismo, el peligro llega cuando nos lo dejamos encendido», cuenta Francisco Caro, que recuerda sus tiempos de estudiante, «con la mesa camilla y el flexo». Para evitar estos peligros, ha inventado un sistema: una fibra de vidrio con conectores que cuando se dejan de poner los pies encima, el brasero se apaga.

Y para evitar que un niño pequeño, un perro o un gato puedan encenderlo por accidente, ha calculado para que la fibra aguante el peso de una pierna normal. Por debajo de un peso determinado, no se enciende.

Francisco Caro guarda próximos inventos en la chistera, algunos de ellos relacionados con la higiene urbana y que algún día serán noticia en estas páginas. Apoyado por su mujer, María y por sus dos hijas Piedad y Maribel -sin olvidar a su nieta María- el que fuera maestro y juez de paz de Almogía cuenta que está estudiando Teología para poder ayudar en un futuro a la Iglesia, aunque si vemos sus esperanzadoras creaciones, ya está trabajando por un futuro mejor.

En la foto puede verse cómo funciona el invento de los protectores movibles del exmaestro

y exjuez de paz de Almogía, que cuando reciben el impacto de un accidentado se mueven y con eso consiguen arropar

a la víctima, evitándole daños mayores