El año 2012 ha arrancado con la certeza de que el débil crecimiento económico estimado para la provincia de Málaga -se espera una subida de sólo el 0,7% del PIB- no servirá ni mucho menos para crear empleo. La noticia es mala, pero mucho más dolorosa aún para un colectivo muy concreto, el de los parados de larga duración, que ven desesperados como su situación se alarga sin expectativas de poder encontrar empleo a corto plazo. Málaga cuenta ahora mismo con casi 78.000 personas inscritas en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) que demandan empleo desde hace más de doce meses lo que, técnicamente, les coloca esa temible etiqueta de «parados de larga duración».

La cifra está cercana a triplicar los apenas 28.700 que había a finales de 2007, cuando comenzaba a despuntar la crisis, pero lo más preocupante es que la cifra no deja de subir: a lo largo del año 2011, unas 500 personas al mes se han ido sumando a este colectivo, un incremento que revela la actual falta de alternativas laborales. La impresión de los sindicatos CCOO y UGT es que la política de recortes del Gobierno aumentará todavía más la cifra de desempleados, sin que la anunciada reforma laboral -para la que ya parece que hay un preacuerdo con los sindicatos- pueda cambiar esta tendencia. «Ninguna reforma laboral crea empleo por sí misma.

Si no hay estímulos para el crecimiento estamos abocados a una nueva recesión», reiteran fuentes sindicales. También la patronal, por boca de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), viene reiterando que la inversión productiva -caso de las infraestructuras- es necesaria para mantener la actividad económica.

El incremento de parados de larga duración trae consigo una realidad pareja e igual de preocupante. La enorme duración de la crisis ha provocado que muchos de los parados malagueños están agotando ya todos los tipos de prestaciones y de ayudas, con lo se están quedando sin ningún tipo de cobertura. El último dato del Ministerio de Empleo data de noviembre y revela que en Málaga hay 115.000 cobrando alguna prestación, lo que deja a cerca de 80.000 -o sea, casi cuatro de cada diez- totalmente desprotegidos.

Bien es cierto que en este grupo hay personas que hasta la fecha no han trabajado nunca, por lo que técnicamente nunca habrían generado el derecho necesario para cobrar el desempleo. El hecho de que el Ministerio tenga en cuenta este matiz hace que, según sus cálculos, las prestaciones por desempleo todavía cubran a siete de cada diez parados.

Igual de preocupante es que la formación de muchas de estas personas y sus aspiraciones laborales no parezcan ahora mismo las más adecuadas para hallar empleo. Y es que del total de parados de la provincia , el 70% tan sólo demanda ante el SAE puestos elementales de baja cualificación o trabajos ligados al sector hostelero, al comercial o al de la construcción, caso de camarero, dependiente, peón o albañil. La cifra destaca así las carencias formativas de buena parte de la población en paro, donde sólo un minoritario 10% -menos de 20.000 personas- pueden presumir de tener estudios postsecundarios, incluidos los universitarios.

Este perfil, por desgracia, fue el predominante en los años previos a la crisis en el mercado laboral de Málaga, dominado por empleos temporales y de baja cualificación. En este tiempo muchos jóvenes abandonaron los estudios atendiendo a la llamada fácil del dinero fácil que se lograba trabajando en la construcción.