El hotel de cinco estrellas que el grupo Salsa iba a construir en la calle Granada se ha quedado en el limbo, seis años después de que se paralizara su construcción. Los retrasos acumulados por las catas arqueológicas realizadas en el solar y los cambios a los que obligaron han condenado este proyecto, que se quedó hace dos años sin empresa que lo gestionara.

Las perspectivas no son mucho mejores para el futuro, como reconocieron portavoces de Salsa, que señalaron que no hay nada previsto para este solar.

El antiguo palacio de los Marqueses de la Sonora, que pertenecía a la familia Gálvez, lleva desde hace seis años convertido en un cascarón vacío. Sólo quedan los muros de la fachada del antiguo edificio y un amplio proceso de degradación en el entorno. De hecho, la promotora se comprometió hace casi dos años, cuando retiró la grúa de obra que estaba junto a la entrada principal, a poner una lona «más estética» que tapase la fachada, aunque sin resultado positivo por el momento.

Fuentes de Salsa reconocieron que por ahora la empresa no contempla retomar el proyecto de construcción del hotel de cinco estrellas, para el que no cuenta todavía con una empresa interesada en la gestión de este espacio.

Esto supone que la calle Granada seguirá con el solar vacío durante todo este año 2012, con previsión de que se pueda alargar ante la ausencia de un proyecto claro para retomar los trabajos.

La obra del hotel comenzó en 2006 y tuvo numerosos problemas, ya que el mal estado de los edificios obligó a derribar una parte ante el riesgo de derrumbe. Los restos arqueológicos obligaron a cambiar el proyecto arquitectónico, lo que paralizó los trabajos durante unos cuatro años, que se han ido alargando ante la renuncia de la cadena Hostes a gestionar el hotel y la crisis económica.

El resultado es que la calle Granada continúa con un gran solar en situación de semiabandono y sin perspectivas de que el grupo Salsa retome la inversión para construir el hotel.

Un proyecto con muchos problemas. El proyecto del hotel ha tenido problemas desde el principio, ya que los trabajos iniciales pusieron al descubierto el mal estado de la estructura original y de algunos de los inmuebles vecinos incluidos en el proyecto, lo que obligó a derribar la mayor parte del edificio antes de que se derrumbara solo, conservando únicamente las fachadas. También se retiraron las columnas de mármol que formaban un patio interior de la época barroca, con idea de reconstruir este espacio. Sí se mantuvo la portada barroca del zaguán de entrada, que permanece protegida en su ubicación original.

Las catas arqueológicas descubrieron importantes restos romanos y de la época califal, que obligaron a extender los trabajos y a modificar el proyecto, lo que obligó a obtener una nueva autorización de Cultura que se dilató cuatro años.