La Fiscalía Provincial de Málaga alerta de que cada vez le llegan más casos de pequeños hurtos en centros comerciales de la capital, una práctica que se disparó con la crisis pero cuyo crecimiento lleva aparejadas ciertas características novedosas, como el cambio en el perfil de quien comete la irregularidad. Claro está, indican las fuentes del ministerio público consultadas, la carestía económico influye en el crecimiento de estas faltas, pero hay nuevos componentes.

El ministerio fiscal estima que el 50% de los juicios de faltas que se celebran cada día están relacionados con pequeños hurtos. Por ejemplo, el pasado viernes hubo 21 vistas de este tipo en el Juzgado de Guardia y, de éstas, en ocho se juzgó la comisión de pequeños robos en centros comerciales de la capital. El crecimiento de este tipo de vistas entre 2010 y 2011 es, según las estimaciones del órgano, «del 25%».

Estos datos tienen una doble lectura: por un lado, es evidente que los hurtos han aumentado con la crisis, pero, por otro, la presión policial ha tenido algo que ver en que se celebren cada vez más juicios de faltas al respecto en el Juzgado de Guardia.

Escasa cuantía. «Tenemos muchos hurtos en centros comerciales, normalmente de pequeña cuantía: lápices de labios, pintura de ojos, artículos de maquillaje, ropa infantil o deportiva, etcétera...», dice una de las fuentes de la Fiscalía preguntadas por este periódico.

«Hemos detectado además que el perfil de las personas que son pilladas cometiendo estos pequeños robos ha cambiado: de los de siempre, los profesionales, se ha pasado a gente joven, parejas de amigas o mixtas, e incluso novios, que entran en las tiendas de los centros para llevarse todo tipo de artículos, aunque sobre todo se trata de ropa; y también estamos teniendo a algunas amas de casa que se derrumban en el momento que comenzamos a preguntar, se arrepienten y reconocen el hecho sin encontrar una explicación a lo sucedido», apunta la fuente: «No sé por qué lo he hecho, me dicen frecuentemente».

Familias sin problemas. Y un dato clave: estos nuevos protagonistas del hurto, que es falta siempre que no exista violencia o intimidación y la pieza sustraída no supere los 400 euros de valor, suelen tener trabajo o pertenecer a familias sin problemas económicos, por lo que no se está ante un caso de hurto famélico, así llamado por ampararse su autor en un estado de necesidad que le impulsa a delinquir.

Esta percepción la confirma otra fuente fiscal consultada: «Dos de las chicas que enjuiciaron el otro día eran de familia estructurada sin problemas económicos, y otra era una señora que tenía problemas con los nervios». «Es cierto que el perfil se ha diversificado mucho: antes teníamos a más profesionales del hurto, pero ahora hay mucha gente corriente: incluso algún dependiente. Personas de lo más normal que incluso tienen trabajo y jóvenes estudiantes sin problemas de dinero», apunta. Una vista somera al listado de juicios de ese día deja claro que algo se ha transformado: colonias, vestidos, pantalones, jerseys, juguetes... son los objetos más sustraídos, fundamentalmente en los centros comerciales más céntricos. Y varios acusados son personas que, en apariencia, no arrastran problemas económicos. Las fuentes indican que, quizás, la explicación debería provenir más del campo de la sociología que del Derecho.

Respuesta policial. El hecho de que haya quince policías dedicados en exclusiva a prevenir este tipo de pequeñas sustracciones también tiene su influencia en el crecimiento estimado de los delitos. Pese al aumento de juicios de faltas por esta causa, lo que refleja un auge de la actividad, los gerentes de centros comerciales consultados por este periódico aseguran que los hurtos no son tan significativos como parece.

Esta práctica lesiva, y que también hace mucho daño en el pequeño y mediano comercio, se combate con la presencia de vigilantes de seguridad privados y con la coordinación con la Policía Nacional, que destina muchos agentes a la represión de estas conductas.

Modus operandi. La Fiscalía ha detectado la presencia de grupos organizados especializados en la comisión de pequeños hurtos en grandes superficies comerciales. El modus operandi varía de una red a otra, pero recientemente se celebró, por ejemplo, un juicio de faltas a tres miembros de un grupo que operaba en los aparcamientos de uno de estos centros comerciales. Mientras uno distraía a la víctima, que habitualmente estaba a punto de salir del aparcamiento con su coche tras guardar su compra, otro entraba en el vehículo y se llevaba el bolso; un tercero les esperaba en otro automóvil.

Los miembros del Grupo de Hurtos de la Policía Nacional ya habían divisado a los componentes de esta trama y los dejaron hacer para aquilatar aún más la comisión del ilícito ante el juez. Habitualmente eligen a extranjeros porque, en la mayor parte de los casos, éstos no denuncian haber sido víctima de un delito. El caso relatado terminó bien porque la policía detuvo a los tres componentes, todos de nacionalidad rumana.

«También hemos tenido una banda que llegaba al centro comercial en la misma furgoneta y sus componentes se distribuían por las diversas tiendas. Se dedicaban a cometer hurtos y realizar diversas sustracciones, para luego llevarlo todo al vehículo en el que se desplazaron hasta el lugar», indica una fuente consultada por este periódico.

La policía suele vigilar cómo se desenvuelven los miembros de estas organizaciones delictivas menores: «Así dan el golpe una vez que han reunido todos los objetos en el automóvil. A veces la policía se ha incautado de un botín valorado en miles de euros». Si ello ocurre así, se les imputa por un presunto delito continuado de hurto.