Acaba de recibir el premio Professor William R. Dearman QJEGH Young Author of the Year del 2011 al mejor artículo científico de un investigador menor de 30 años, concedido por la Sociedad Geológica de Londres. Alberto Jiménez Madrid estudió Ciencias Ambientales en la Universidad de Málaga entre los años 2001 y 2006. Pertenece a la segunda promoción de ambientólogos malagueños y ha sido el primer licenciado de la UMA en doctorarse. En la actualidad trabaja como delegado de Andalucía de CRN consultores, dedicada a la gestión de recursos naturales.

¿Qué significa ser doctor en Ciencias Ambientales, una titulación que no termina de encontrar su sitio en el panorama profesional e incluso maltratada, según dicen los alumnos, por el proceso de Bolonia?

Bolonia ha sido un tsunami que puede afectar a muchas titulaciones. Afortunadamente, después de las protestas, se logró la adaptación al grado y luego a la especialización de postgrado. Yo leí mi tesis doctoral en mayo de 2011, codirigida por el doctor Francisco Carrasco, del departamento de Geología de la UMA, y el doctor Carlos Martínez, de Instituto Geológico y Minero de España. Y para mí significó la posibilidad de encontrar trabajo, aunque es difícil que las empresas apuesten por la incorporación de los doctores al mercado laboral y me siento privilegiado.

¿Cómo salen los alumnos de Ciencias Ambientales cuando terminan la carrera?

Salimos de la carrera sabiendo muchas cosas. Pero como siempre digo, tenemos una cosa buena y otra mala: que sabemos un poco de todo pero no sabemos mucho de nada. Tengo muchos compañeros de promoción que no están trabajando, ya que la profesión no tiene unas competencias definidas y parece que un biólogo o un geólogo puede encargarse de los temas que nos son propios.

¿Cómo se puede arreglar esta situación?

Creo que sería muy importante que se creara un colegio profesional de ambientólogos. Yo soy vocal de la junta de gobierno de la asociación profesional. El colegio debería establecer cuáles son nuestras competencias. Es clave. Y el camino que nosotros mismos nos tenemos que hacer en nuestras empresas, haciendo ver que somos gente necesaria.

El respeto al medio ambiente está en plena actualidad. ¿Será una baza a su favor?

Y es cierto. Europa apuesta por el medio ambiente. Existen muchos incentivos para la gestión y su tratamiento y hay legislación muy exigente, pero en España falta conciencia del empresario y de la administración. Hemos andado mucho y poco a poco se hacen cosas, pero hay que darse cuenta de que somos profesionales necesarios para la administración y para cualquier empresa.

¿En qué consiste su trabajo?

Me he especializado en temas de agua y ordenación del territorio, en la protección el agua del consumo humano y su ordenación en la integración urbana.

¿De qué peca Málaga en este sentido?

La gestión integral del agua no está completa. Hay mucho camino por recorrer y la directiva marco del agua incide en esa necesidad de establecer estrategias preventivas de protección. Haría falta una mayor educación y concienciación ambiental, que no sólo se actúe a base de multas. Es clave establecer estrategias preventivas, no que corrijan los desastres, y hacer cartografías de actividades permitidas y que las actividades industriales se ordenen en los PGOU.