El dinero no sólo pesa en los bolsillos, también sobre la cabeza de quien a veces lo gana y otras lo pierde. La crisis económica y sus consecuencias comienzan a convertirse en una especie de patología propia que obliga a los afectados a sentarse en el diván.

«Compruebo en mi consulta un incremento de los casos de tipo de trastorno adaptativo con depresión, ansiedad o mixto desde el año pasado», indicó a este diario el psicólogo del hospital Xanit Internacional José Antonio Camacho. Son problemas psicológicos derivados de una situación que los expertos llaman «acontecimiento vital estresante».

Encontrarse en la cola de las oficinas del Servicio Andaluz de Empleo para recibir una indemnización por estar desempleado es un ejemplo. Málaga acumula a más de 200.000 potenciales trastornados por estar en paro.

Los síntomas más frecuentes son la dificultad para conciliar el sueño, los problemas de concentración, la irritabilidad e incluso la hipervigilancia, enumeró Camacho. La afección empeora cuando se suma el factor traumático.

No poder pagar la hipoteca, los desahucios e incluso el abandono por parte de alguno de los cónyuges por culpa de los apuros económicos son situaciones que pueden empeorar el diagnóstico.

«Ya estamos hablando de trastornos postraumáticos», definió el psicólogo de Xanit. «Suelen tener pesadillas, reacciones físicas o emocionales y conductas de aislamiento», añadió.

No querer pasar por la sede de la empresa para la que se trabajaba, quedarse encerrado en casa y evitar el contacto con el exterior son algunos ejemplos.

Los afectados suelen tener entre 30 y 50 años, según los expertos quienes también observan una especial incidencia en las mujeres. «Son personas con una estabilidad económica previa».

La clave está en el cambio, de acuerdo con la psicoanalista de Grupo Cero Helena Trujillo. «Las circunstancias cambian» y esta crisis económica no es más que una etapa de cambio.

«En época de crisis las consultas psicoanalíticas tienen mayor trabajo pero una situación adversa no produce una patología», aseguró Trujillo. «Cualquier situación difícil pone de manifiesto problemáticas que ya existían».

La crisis no produce enfermedad, de acuerdo con la tesis de esta especialista. Más bien la enfermedad procede del modo en que se afronta. Sentir incertidumbre o tristeza no es sinónimo de padecer un trastorno. «Toda situación compleja requiere de un proceso adaptativo», señaló. Además, «estamos rodeados por un aura de negativismo», advirtió.

La problemática del paciente suele tener su origen en un modelo de pensamiento equivocado para afrontar los problemas que le llevan al fracaso. De no modificar estas conductas, seguirán ahí y conducirán al mismo sitio. «Es fácil pensar que todo es una cuestión macrosocial y uno no puede hacer nada. Pero todo lo que nos pasa tiene que ver con nosotros mismos», advierte. Y a mejorar se empieza por decidirlo.