Como el organismo que preside desde hace sólo unas semanas, Félix Requena se muestra hermético. Aporta datos. No los interpreta. Pero antes que presidente del CIS, es sociólogo. Sociólogo malagueño, además. Elegido por el Consejo de Ministros para dirigir este organismo del Estado que publica de forma periódica encuestas que son tenidas en cuenta por partidos políticos y que son aguardadas por los medios de comunicación. La UMA aporta un catedrático a uno de los institutos con más prestigio del país, que sustituye a Ramón Ramos Torre, que ocupaba el puesto desde septiembre de 2007. Requena, además de catedrático de Sociología de la Universidad malagueña, es doctor en Sociología y licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid y lo ha sido también en Santiago de Compostela.

¿Qué supone para usted su nombramiento para presidir el CIS? ¿Cómo lo afronta?

Afrontarlo lo afronto como un reto profesional. Para un profesor de Sociología, obviamente, ostentar la presidencia del CIS es un orgullo y un honor. Cuando me avisaron, me sentí muy orgulloso.

¿Es como llegar a la cima de una fecunda trayectoria académica?

No sé si será la cima, pero es un puesto muy prestigiado y me siento muy orgulloso. Sin duda, el CIS es el centro de análisis y investigación sociológica más importante del país, con una trayectoria larguísima. Se ha sabido ganar un hueco de prestigio y de profesionalidad, reconocida en el ámbito académico y también por los medios de comunicación y el público en general. Es un productor de datos fiables, preciso, exacto...

¿Qué puede significar para la UMA haber prestado a uno de sus catedráticos para que presida el CIS?

Miraba la historia de los anteriores presidentes y creo que soy el primero de fuera de Madrid. Ser de Málaga supone un orgullo también por mi ciudad, por su Universidad y por el departamento al que pertenezco. Y defendiendo a la Universidad de Málaga, tengo que decir que ha dado prestigiosos analistas de la sociedad en general, y que muchos han terminado en Madrid. Nuestro departamento de Sociología ha promocionado varios catedráticos que lo son en otras universidades de España y que empezaron en la UMA como profesores ayudantes. Ha exportado gran cantidad de personas fuera. Eso en Sociología y en otras disciplinas. La UMA es una importante exportadora de materia gris, pese a ser una institución académica bastante joven, pero con una gran capacidad productiva.

¿Cree que la UMA puede ser entonces más reconocida fuera que dentro?

Para ser reconocida hace falta tiempo y mucho trabajo. Creo que la sociedad malagueña va teniendo conocimiento de que la institución es importante. Cada vez se va teniendo más en cuenta. Aporta profesores de reconocido prestigio a instituciones del resto del país. Hay un importante conjunto de relaciones internacionales. El proyecto de la rectora, que afianzará en este mandato, de AndaluciaTech, es un proyecto que supera las fronteras de Málaga, primero gracias a la alianza con la Universidad de Sevilla, y luego con otras de fuera que le van a dar una proyección importante. Y todo esto, por supuesto, va a ser muy beneficioso para Málaga.

¿Quién le ha elegido para ocupar este cargo?

Es el gobierno, a través de la vicepresidenta que lo propone al Consejo de Ministros. No conocía a Soraya Sáenz de Santamaría de nada, pero supongo que ella sí conocía a varios profesores de Sociología reputados y supongo que ése ha sido el criterio que ha tenido para llamarme.

¿Está preparado para ser objeto de las críticas de los partidos políticos, que siempre ponen en duda la oportunidad de la publicación de los barómetros?

Las críticas sólo serían de procedimiento y éste está bastante controlado. Tendré que asumirlas aunque no tengan mucho sentido. El dato es el dato, y es el que sale de las encuestas. Esto está todo muy formalizado. El CIS es mucho menos flexible que cualquier otro instituto privado de opinión pública. Tenemos plazos, cadencias y protocolos. Y está todo muy estandarizado. Los barómetros se hacen en fechas concretas y se publican en fechas determinadas. Desde el punto de vista de la ciudadanía, podría parecer lo contrario, pero nuestro margen de maniobra es muy pequeño, si no nulo. Todo está además prescrito por la ley. Las personas pueden hacer las críticas que quieran, pero no tiene sentido ser objeto de crítica.

¿Puede que porque los ciudadanos crean que se trata de una institución que está politizada?

El CIS básicamente es una herramienta productora de datos, una máquina muy engrasada y con un personal excelentemente cualificado e independiente. El CIS es público y por tanto sirve al Gobierno, pero no significa que los datos que se produzcan tengan que beneficiar a unos o a otros. Lo que se recaba de la opinión pública unas veces será peor y otras mejor. Pero siempre depende de lo que la gente opine. Tengo que destacar una cosa que también es importante: El CIS es una institución del Estado, con una clara vocación de servicio al Estado, no a ningún partido político, aunque muchas veces pudiera dar esa impresión. Bien es verdad que esa cuestión de partidismo viene dada erróneamente porque es un organismo del Gobierno y cuando cambia el gobierno se cambia al presidente.

Es la primera vez en la historia que el partido que gobierna baja en estimación de voto al mes siguiente de acceder al poder. ¿A qué se debe esta situación?

El CIS es un productor de datos y no podemos entrar a interpretar la cifra. Nos limitamos a elaborar el dato y lo hacemos público. Y también hacemos público los microdatos, así que cualquiera, desde un medio de comunicación hasta un analista académico o cualquier ciudadano, puede descargarse el fichero de los microdatos para hacer sus propios análisis. Nosotros no podemos entrar en por qué ha subido uno y ha bajado otro.

¿Una encuesta del CIS puede llegar a condicionar un voto?

Puede llegar a condicionarlos como cualquier información de medios de comunicación o cualquier otra que circule en la vida normal. Si una persona no tiene una opinión formada de un tema, puede leer la prensa para formarse esa opinión, en función del periódico y la tendencia ideológica que éste tenga. Y eso, obviamente, condiciona, como cualquier información que pueda existir. Si uno tiene una opinión más formada, condicionará menos. El CIS es una fuente que expone datos y puede condicionar, pero como puede ocurrir por ejemplo con la Encuesta de Población Activa (EPA).

¿Pero los partidos sí tienen en cuenta los datos del CIS para diseñar sus campañas electorales?

Esto habría que preguntárselo a cada partido. Como organismo que produce datos de forma importante, es indudable que el CIS tiene una solvencia y es tenido en cuenta.

¿Tienen los partidos margen de maniobra para darle la vuelta a los datos de una encuesta del CIS con una campaña electoral?

Hay toda una teoría en opinión pública: Las opiniones cambian cuando hay cierta predisposición a que cambien. Depende de las personas y depende de la campaña y por eso los políticos también se están adaptando. Como sociólogo diría que ese impacto va diferenciado en función del tipo de público. El mitin clásico tiene más impacto para un público, quizás de mayor edad, y los más jóvenes pueden recurrir más a las redes sociales. Lo importante es estar en todos los frentes y los dirigentes y gabinetes de los partidos políticos seguro que lo tienen estudiado bien y por eso diversifican sus mensajes.

¿Por qué los políticos salen tan mal parados en todas las encuestas?

Lo único que hacemos es transmitir la opinión de los ciudadanos respecto de un político u otro. No nos podemos meter en saber por qué uno sube o baja. El CIS se dedica a hacer fotografías de la realidad social y en esa fotografía, el político unas veces sale más guapo y arreglado y en otras más despeinado y más feo. Pero el fotógrafo no opina sobre cómo va la persona vestida. Nos limitamos a trascribir la realidad a base de entrevista.

¿A tenor de los datos que se iban recabando y que reflejaban un descontento generalizado con la clase política, se podía prever el movimiento 15M?

El 15M es la manifestación de un cierto malestar respecto a la clase política y unas decisiones del Gobierno en particular, pero no podría preverse.

¿Qué es lo que más preocupa ahora a los españoles?

Hay varios temas como el paro, la situación económica, saber cómo van a afrontar este año en estas difíciles circunstancias. Con respecto a ETA, se aprecia que ha cambiado la situación y para las personas hay preocupaciones más importantes de tipo vital. La situación económica, el desempleo... que ponen en evidencia que tienen que ser los retos principales para el Gobierno y la clase política en general.

Insiste en que ofrecen datos objetivos pero las interpretaciones de un mismo dato pueden ser muy diversas en función de unos intereses. ¿Logran algunas sacarle una mueca de desaprobación?

Al poner los datos a disposición de todas las ciudadanía, cada uno los interpreta en función de sus intereses, obviamente. Cada periódico opta por el argumento que mejor le parece en función de sus tendencias. Y es libre que se haga, pero los datos son los que son y son los mismos para todos. No puede haber transcripciones en los datos.

¿De qué depende que alguien pueda cambiar su opinión de las cosas?

Lo que depende fundamentalmente que cambie de opinión es su predisposición a cambiar de opinión. Quien tenga ciertas duras, es más probable que lo haga. Por eso el indeciso es tan importante en unas elecciones. Y todo depende además de la información que le llegue. Es muy difícil hacer cambiar a una persona que tenga fuertes convicciones. Aunque según quien lo intente, así se le hace más caso o no. Eso se llama credibilidad o confianza que ofrezca la fuente. Eso puede determinar aún más que un medio de comunicación el cambio de opinión o la reafirmación. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que la opiniones están relacionadas con las actitudes, ya que las opiniones son la verbalización de esas actitudes.