A Javier Ramírez y a Silvia Méndez se les ha acabado el tiempo. Una orden judicial les obligará a abandonar el jueves la casa en la que viven de alquiler con cinco hijos, todos ellos menores de edad. Lleva más de un año sin poder pagar porque lo poco que tienen, los 426 euros que él ingresa al mes con la ayuda a parados mayores de 45 años los necesitan para comer.

Esa ayuda dejará de recibirla el próximo mes de junio. La situación de tener que abandonar la casa ya la vivió el

pasado mes de septiembre, cuando asegura que le vencía una orden de desahucio para abandonar la vivienda, «aunque milagrosamente no vino nadie a echarnos», relata.

Ramírez no cree que ahora tenga tanta suerte. De hecho, no cree que la peor noticia sea el desahucio, sino la situación de desamparo que están viviendo. La peor noticia es que a día de hoy no sabe adónde van a ir los siete miembros de la casa y todas las cosas que puedan llevarse de ella. Según Javier, las instituciones ya le han dicho que él y su mujer tendrían que ir a un albergue y que la administración se haría cargo de los niños, de 16, 12, 10, 9 y 5 años. Él no tiene familia a la que recurrir y ella, que es portuguesa, no tiene parientes en nuestro país. El tono de voz de Javier es muy bajo y se emociona con facilidad cuando intenta resumir la dramática situación que vive su familia desde hace ya casi tres años y medio. El tiempo que ambos llevan sin poder trabajar por motivos diferentes.

Demasiado tiempo bajo la peor presión. A sus 50 años de edad, Javier asegura que no puede ejercer el trabajo de panadero que aprendió cuando sólo tenía 14 años y en el que ha trabajo toda su vida porque sufre un minusvalía del 18% por la enfermedad de Dupuytren; tendría que alcanzar el 33% de incapacidad para acceder a ayudas o a trabajar en la Organización Nacional de Ciegos Españoles, en bibliotecas o para realizar cursos para personas con discapacidad.

El problema de Silvia es diferente. A pesar de estar bien de salud, ella no puede aportar nada a la economía familiar porque simplemente no encuentra trabajo. «La última vez que le salió algo fue hace cinco o seis meses», apunta su marido, que habla muy bien de ella como cuidadora de personas mayores, de enfermos y de todos los trabajos relacionados con el hogar.

Este padre de familia asegura que lo ha intentado todo: «en el Ayuntamiento de Málaga y en la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social me reciben pero no me dan soluciones. Dicen que me llamarán y a mí ni me llama nadie. Estoy a dos días de perderlo todo». Como muestra de desesperación, Javier destaca el hecho de haber escrito a la mismísima Casa Real para contarle con detalles la dramática situación que está viviendo. Concretamente, este hombre escribió y le envió toda la documentación de su caso a la reina doña Sofía. El 31 de enero pasado, la Casa Real le contestaba diciendo que había remitido su caso a la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social y al Ayuntamiento.