Con apellidos de resonancias casi valleinclanescas, Baldomero Rodiles-San Miguel, parece haber sido acunado para el arte de la diplomacia. De trato reposado y poco ampuloso, el nuevo decano del cuerpo consular no se escuda en la retórica para eludir las preguntas de difícil respuesta; habla como los políticos de antes, sin eufemismos y con una lectura de la economía y de la provincia que tiene mucho de sensatez, de concordia. «Es la hora de hacer Málaga con mayúsculas, con un proyecto de todos», razona.

Trajes de doble cruce, Lowry, cócteles y hasta espionaje a lo James Bond. A los cónsules siempre se les ha echado mucha literatura. ¿Es todo tan sibilino y al borde la ley?

El nombramiento de un cónsul está sometido a muchos controles. Cuando se propone la candidatura de un cónsul para que ejerza en una determinada circunscripción, los gobiernos, tanto en el país que lo propone como en el que pretende ejercer, someten su personalidad a un escrutinio severo, que a veces dura, incluso, un par de años y en el que intervienen hasta las fuerzas de seguridad. El objetivo es convencerse de que los valores que adornan la personalidad del futuro cónsul están libres de mácula, de que su labor será ejercida con el respeto absoluto a las leyes. Hay dos tipos de cónsul, el de carrera y el honorario. Hoy en día la tendencia de los gobiernos es incrementar de forma considerable a estos últimos porque significa un ahorro de gastos. En Málaga, el 90 por ciento de los cónsules son honorarios.

¿En qué consiste su labor en Málaga?

El cometido principal es atender las necesidades de los súbditos el país al que se representa, ya sean turistas, residentes, como resulta frecuente en la Costa del Sol, o inmigrantes. Ya con eso y con el territorio que manejamos, la actividad es muy importante, especialmente en este periodo, en el que el trabajo escasea y las familias se pueden encontrar en situaciones delicadas. Al margen de esto, nuestra misión también consiste en estrechar lazos con las autoridades y con la iniciativa privada de la provincia al objeto de promover actos culturales y sociales y, sobre todo, remover posibilidades de intercambio de negocios. Esto es muy importante en una provincia como Málaga, justamente ahora que los recursos de la Administración escasean y las inversiones pueden convertirse en una vía para sacar adelante los grandes proyectos.

¿La crisis ha reforzado la dimensión económica de su actividad?

Como cuerpo consular celebramos elecciones cada dos años. Nuestra hoja de ruta para este periodo tiene la vista puesta en la conmemoración del bicentenario de la Constitución de Cádiz y en tratar de impulsar al máximo que la iniciativa privada colabore con la administración. Un consulado es una ventana abierta a otro país y una vía para conseguir capital. Le pongo el ejemplo de la República del Panamá, de la que soy cónsul en Málaga, un pequeño gran país cuya relación con España ha llevado a que varias empresas españolas participen en proyectos tan importantes como la ampliación del canal o en los intercambios, de los que he sido partícipe, entre la Ciudad del Saber y el Parque Tecnológico de Andalucía. Lo que quiero decir con esto es que la relación consular puede servir como un cordón umbilical que suministre relaciones económicas entre Málaga y el país que representemos y también, cómo no, a la inversa.

Agencias de calificación, perspectivas. En una economía tan basada en la confianza supongo que sus informes también pueden resultar determinantes...

La representación diplomática y las embajadas, a través de sus oficinas comerciales, tienen también la misión de trasladar la imagen real de lo que se está viviendo. Nosotros, pese a tener una circunscripción provincial, colaboramos con los ayuntamientos y transmitimos las nuevas realidades de los municipios de la provincia Recuerdo, por ejemplo, que cuando Marbella logró aprobar el PGOU y superar sus problemas urbanísticos salieron titulares en la prensa que decían algo así como que el PGOU de Marbella viajaba en valija diplomática.

¿Costó mucho recomponer la imagen de la Costa del Sol después de los Gil?

En eso personalmente apuesto por una perspectiva que no tiene nada que ver con el optimismo ni con el pesimismo, sino con el realismo positivo. La Costa del Sol tiene un trasfondo de seguridad adquirido durante décadas que no se puede ignorar. Que en un momento determinado la gestión de un municipio no haya sido correcta no significa que eso ya no se pueda cambiar, especialmente si se tiene una administración seria como la de Ángeles Muñoz, que ha cambiado la imagen de Marbella.

¿Se han hecho los deberes para recuperar la confianza de los inversores?

Estamos precisamente en ese proceso. Somos una provincia con experiencia y eso nos debe llevar a saber qué cosas hicimos bien y cuáles no. Lo primero es adoptar medidas como las que puso en marcha el Ayuntamiento de Estepona, que apostó, en primer lugar, por poner las cuentas del municipio en condiciones. Lo que se debe es procurar que cualquier empresa que negocie con un Ayuntamiento tenga la seguridad de que va a cobrar. A partir de ahí se puede empezar a trabajar de manera más seria. Eso es vital y forma parte de la excelencia, no sólo calidad en los servicios, sino claridad económica para ofrecer al futuro inversor.

La indeterminación jurídica y urbanística afectó a muchos residentes extranjeros...

Eso es un problema que debe tratarse con mucha prudencia y en el que también tienen responsablidad los medios de comunicación, sobre todo, para que una idea noticiable no produzca más perjuicios que beneficios. Evidentemente hubo un momento en el que las segundas residencias que adquirieron los extranjeros no cumplían los requisitos del POTAUM o de otras normativas, pero lo que no podemos es dar la imagen en el exterior de que viene alguien de fuera compra una vivienda y luego resulta que es ilegal porque no ha tenido la información adecuada o se ha visto sorprendido en su buena intención. Para eso las autoridades deben tomar medidas antes de que se produzca el fenómeno y lógicamente todas aquellas empresas que se dediquen a la construcción observar detenidamente esas normas.

¿Las inversiones externas pueden ser una vía para robustecer el modelo productivo de la provincia?

Málaga debería apostar por la especialización; no se pueden tocar todas las asignaturas. La provincia dispone de cuatro pilares que se han desarrollado bastante y en los que se tiene que insistir: turismo, cultura, universidad y tecnología. Creo que si se consigue la excelencia en cada una de estas áreas la economía seguirá adelante. Estamos, sin duda, en el momento de hacer Málaga con mayúsculas y para eso se necesita que los diferentes polos de desarrollo se unan, y con eso, me refiero a todos, las administraciones, los municipios, las empresas. Me encantaría ver una iniciativa conjunta, por una vez, que todas las instituciones y la iniciativa privada sean capaces de ir a buscar inversiones, pero no por separado, sino con un gran proyecto en conjunto. Tenemos una oportunidad ahora mismo que viene de Asia, China, que está interesada en invertir en este país. Para eso, debemos presentar, insisto, un gran proyecto en conjunto.

¿En qué otros aspectos debería mejorar Málaga para reforzar su economía?

Para mí sería fundamental resolver el problema del agua en nuestras playas y mejorar en las comunicaciones, especialmente en lo que respecta al tren litoral. Todos sabemos que para que se genere progreso lo más importante son las redes de comunicación y la Costa del Sol debe estar conectada por sistemas más rápidos. Incluso, no debería descartarse, ahora que se está desarrollando el muelle 1, la posibilidad de introducir un sistema de enlace marítimo entre Málaga y Marbella como el que funciona, por ejemplo, entre Algeciras y Ceuta. La distancia es corta y se merece un sistema de comunicación rápida que permita aprovechar las sinergias entre ambas ciudades.

¿La internacionalización se presume en una salida?

No es que sea una salida, es que es precisamente la salida. Se habla de I+D+i y hay que añadir una nueva ´i´, la de internacionalización. Podemos tener los mejores productos del mundo pero si no somos capaces de venderlos fuera no estamos haciendo negocio para el país.

Muchos países reprochan a España su dependencia del sector público...

Eso es algo que debemos corregir. No podemos convertirnos en un país subvencionado. La creatividad y la generación de riqueza viene siempre del emprendedor.

Los analistas económicos miran cada vez más a los países emergentes. ¿La depresión puede deparar un nuevo orden?

En un mundo tan globalizado como éste debemos prestar atención a varios bloques. Estados Unidos, que sigue siendo la primera potencia económica mundial, Asia, sobre todo en lo que respecta a India y China y Rusia, que va a tener un desarrollo fundamental. En el caso de Latinoamérica, todo dependerá de que sus gobernantes sepan manejar esta corriente a favor. España puede aportar mucho al respecto, ya lo hace, pero su presencia en el continente es todavía mejorable. Lo importante es que Latinoamérica tenga gobiernos serios que puedan canalizar todo ese crecimiento y distribuirlo. Se debe invertir en educación, ése es el futuro. La riqueza, además de crearla, hay que distribuirla justamente.

Argentina agiliza su burocracia para acoger a científicos españoles. ¿Se invierte el flujo migratorio?

Eso no debe ser ni siquiera negativo. En un mundo global resulta interesante que España no sólo exporte sus productos, sino también sus cerebros, siempre y cuando esto no signifique que el país se quede desasistido en lo que respecta a sus talentos. Un español que sale fuera y tiene la posibilidad de actuar a nivel científico y técnico en proyectos del exterior está también vendiendo España. Es mucho mejor que nuestro país exporte cerebros a mano de obra barata.

¿Preocupa al cuerpo consular la situación de los inmigrantes? ¿Han planteado quejas por el funcionamiento del CIE?

Son problemas que surgen cuando muchos trabajadores han abandonado sus países con la idea de prosperar y se encuentran con un mercado laboral delicado. España ha sido un país emigrante; muchos de ellos prefieren no regresar a sus países porque saben que las circunstancias son todavía peores allí. La emigración tiene que estar reglada, España debe ser inteligente y negociar con los países emisores para que las personas que vengan se puedan adecuar a los puestos disponibles. Es lógico que cualquier país, como se está viendo en Brasil, tome medidas cuando su economía avanza para que las personas que quieran incorporarse a su mercado de trabajo lo hagan de manera activa, seleccionada y beneficiando a la economía del país.

¿Cómo afectarán las revueltas árabes a las relaciones entre Oriente y Occidente?

La relación con el mundo árabe ha cambiado mucho desde el 11-s. Las redes de Al-Qaeda están debilitadas, la alarma aparece que se ha disipado y asistimos a un nuevo fenómeno enraizado en la vertiente mediterránea, donde los ciudadanos quieren que haya cambio, evolución, que sus gobernantes sea más distributivos. La actuación de Occidente en estos casos tiene que ser prudente. Son democracias incipientes, con otra cultura y con otras fórmulas. Se debe intervenir lo menos posible, y, por supuesto, mucho menos a nivel bélico, salvo en circunstancias excepcionales y siempre bajo el mandato de la ONU.

¿Qué me dice del fenómeno Wikileaks? ¿Afectó a la imagen de la diplomacia?

Creo que se le ha dado una importancia excesiva. Mientras exista la diplomacia van a existir los informes y esto lo hace tanto nuestro país con sus consulados como los países que están representados en España. Es algo absolutamente lógico. De hecho, cuando la diplomacia no funciona siempre llega algo más negativo. Lo que se ha conseguido es incentivar a los gobiernos para que sus comunicaciones tengan un control superior.