El pasado verano esta sección analizó, en la medida de sus posibilidades, las dificultades que para el ejército persa tuvo el paso de las Termópilas, defendido por Leónidas y sus espartanos, que eran cuatro y un tambor.

Es curioso cómo el cine ha convertido a Leónidas en el producto de un gimnasio californiano, cuando las representaciones escultóricas del rey de Esparta nos lo muestran con el semblante de un funcionario aburrido detrás de una ventanilla.

Seguro que este «hijo de león» encontraría más entretenimiento y dosis de adrenalina en nuestro particular paso de las Termópilas, la estrecha vereda cuajada de farolas en que se convierte el paseo marítimo nada más dejar la entrada de los Baños del Carmen y enfilar hacia la rotonda donde estaba el tranvía.

Este estrechamiento, con un murete a la izquierda y la fatídica calzada a la derecha, no ha conmovido nada al Ayuntamiento, que, hasta la fecha y si no demuestra lo contrario, ha hecho oídos sordos a los colectivos ciclistas que piden que ese tramito de unos 50 metros, se amplíe al menos en verano, restando esos pocos metros a la calzada, para que los ciclistas tengan algo más de seguridad y de paso, los peatones puedan pasear sin temor a los manillares.

Todo esto viene a cuento porque el pasado lunes el autor de estas líneas fue testigo de un accidente que pudo tener serias consecuencias. Serían las 8.30 de la mañana cuando una ciclista que paseaba en dirección al Centro, al llegar al diminuto pasadizo escoltado de farolas, perdió el equilibrio y cayó al suelo, o mejor dicho, a la calzada.

Por suerte, buena parte de los conductores que a esa hora suelen pasar por allí estaba de puente por el inminente Día de Andalucía, así que se libró de una buena, pero el susto que se llevó fue grande.

Carece de sentido el que el Ayuntamiento no tome medidas para aumentar la seguridad y quiera esperar a que la reforma de los Baños del Carmen le resuelva la papeleta.

El Balneario no es precisamente un ejemplo de agilidad administrativa y no puede marcar ninguna solución. De hecho, aparte de los problemas legales con un concesionario próximo a los Baños, ahora mismo está tomado por un campamento-chatarrería de indigentes mientras la dirección general de Costas, la Junta y la Subdelegación del Gobierno miran a la luna de Valencia y silban a las estrellas.

Si el carril bici de Málaga Este va a tardar en hacerse, el Ayuntamiento debe solucionar este embudo espartano y dejarse de tarambainas.

Verduras. Desaparecieron las algas (o al menos el color verde) de las fuentes de la plaza del Carbón, que le daban un aspecto siniestro aunque rico en vida submarina.

Vuelven a estar transparentes estas fuentes-asiento que tanto éxito tiene cuando llegan los calores. Como huella de los carnavales pasados, todavía quedan en el fondo restos de confeti, así que del verde hemos pasado al multicolor.