Cuando en los años 70 pasamos del régimen franquista a un sistema democrático gracias a la generosidad de la mayoría, la gran altura de la clase política y sindical, y las ganas de reconciliación de los españoles, nos dotamos de una Constitución en la que se reconocieron unos derechos fundamentales que han sido los pilares de nuestra convivencia, entre ellos el derecho a sindicarse libremente. Con el transcurso de los años, y gracias al ejercicio de estos derechos y al desarrollo de las libertades públicas, los españoles hemos aprendido a vivir en democracia y nos hemos adaptado con facilidad a los nuevos tiempos. No obstante, tengo la impresión de que los sindicatos, a pesar de que han colaborado mucho en la paz social, no han evolucionado en esa línea, y es necesario que se reinventen y se adapten a los nuevos tiempos para conectar mejor con la sociedad, y especialmente con los jóvenes.

No tiene sentido que en el año 2012 se utilicen expresiones como que son sindicatos de clase; que arenguen con gritos a los compañeros a la lucha obrera y revolución social; que empleen piquetes informativos coactivos y agresivos en las huelgas; ensucien las ciudades; tengan liberados sindicales que viven como privilegiados; presuman de izquierdistas y de rojos, transmitiendo mensajes sectarios y desproporcionados contra adversarios políticos e ideológicos, así como contra la patronal; y presuman de antisistemas mientras viven fantásticamente del sistema y disponen de un patrimonio millonario.

Es difícil que con esos mensajes conecten con una sociedad que ha vivido en democracia desde hace 37 años y máxime cuando la mayoría de los trabajadores españoles no votan opciones políticas de izquierda y tienen claro que los que crean riqueza y puestos de trabajo son los empresarios con el concurso necesario de trabajadores comprometidos con la empresa. El día que surja un sindicato reformista que defienda sin sectarismos los intereses de todos (trabajadores y desempleados), con base en principios de justicia equitativa, seguro que nos irá a todos mejor, y no precisarán de subvenciones y prebendas para subsistir artificialmente.