Curiosos y activos. Desde temprana edad muestran un aprendizaje precoz. Las primeras palabras las pronuncian a los ocho meses y una frase completa incluso al año. Al pasear por la calle preguntan a sus padres por los carteles de comercios y establecimientos y también por las matrículas de los coches.

Son personas con altas capacidades. También se les define como superdotados. Pero existen diferencias entre ambos términos. Presentan más de un 100 de coeficiente intelectual, que es la media de la población y por ello están dotados de habilidades especiales para determinados campos. El 2% de la población en general tiene altas capacidades y pueden distinguirse ya desde que son pequeños por diferentes características, según la información facilitada por la asociación ASA.

En cuanto al desarrollo motor, ya desde momento temprano muestra una buena coordinación entre manos y ojos, como coger un sonajero o teclear un ordenador. A los dos años y medio es capaz de dibujar la figura humana con cabeza, tronco y extremidades. Y con esta misma edad monta puzles de 20 piezas o más.

También va por delante en el lenguaje. Pronuncia las primeras palabras a los ocho meses y la primera frase al año, de forma que a los 24 meses tiene un vocabulario avanzado. Mantiene conversaciones entre los 18-24 meses e incluso habla con frases complejas. Es interesado, curioso y activo y esta conducta le lleva a pregunta por palabras que no conoce a los tres años.

Su aprendizaje es más veloz y se produce antes, aprende el abecedario sin ayuda de nadie a los dos años y medio y a leer entre los tres y los cuatro. Le interesa los números que ve a su alrededor como matrículas de coches, y los memoriza. Cuenta hasta diez a los dos años y medio y a los cinco años sabe leer la hora.

A los dos años ya pregunta el por qué de todo y exige mucha atención ya que necesita estímulos por su afán por aprender y entender, se da cuenta de los pequeños detalles (observadores), es sensible al estado de humor de sus padres y a las tensiones, es perfeccionista y tiene un sentido de la justicia muy desarrollado. Sin embargo por su alta capacidad puede ser desde el «payaso» de la clase, pasando por el niño problemático o llegar hasta el soñador. Es creativo e imaginativo, aunque le gusta imponer sus reglas y suele jugar con niños mayores que él o le gusta hablar con adultos.

A partir de estas reglas o características generales, cabe matizar que no tienen por qué presentarse todas ni de esta forma, ya que cada individuo es distinto al otro.

La presidenta de la Asociación Malagueña para el Apoyo a las Altas Capacidades Intelectuales, ASA Málaga, Sara Valero, explica que la inteligencia es un don que hay que aprender a manejar. No todo es de color de rosa, comenta, ya que el sistema educativo no está enfocado ni adaptado para estos niños. De hecho, es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el colectivo, resalta.

«Estos niños no piensan como la media, tienen un modo distinto de dirigir su inteligencia. Al resto de personas nos resulta chocante, por ejemplo, que no presten atención o que sean tan despistados», comenta. El objetivo de la asociación, que ya cuenta con más de cien asociados, es ser punto de encuentro de estas familias. «El problema fundamental al que nos enfrentamos es la escuela. Los libros de texto no han evolucionado con el tiempo, están desfasados y son muy reiterativos para ellos. La forma de la enseñanza es muy cuadriculada para los niños de altas capacidades», comenta. Por eso algunos, no todos, suelen tener problemas de escolarización, indica. «No rinden, se aburren, no prestan atención, están en su mundo, pueden hasta desafiar la autoridad de los profesores, por lo que en ocasiones pueden ser problemáticos», comenta Sara en función a su experiencia. Existe además una diferencia entre el nivel intelectual, la edad cronológica y las emociones que manejan. Pero, muchos de ellos, no presentan absolutamente ningún problema de adaptación social ni escolar, subrayan el resto de fuentes consultadas.