»Hay chavales que te marcan, que recuerdas con una inmensa ternura y cariño. Y ojo, suelen ser los más difíciles. Quizás en los que has tenido que poner más esfuerzo, o aplicar más estrategias. También hay otros a los que quieres de manera especial porque los ves más indefensos, más necesitados o con menos recursos para salir adelante».

Ana Romero Chamorro es la actual directora del Centro Básico de Acogida de la Diputación Provincial de Málaga, cargo al que ha accedido recientemente. Pero Ana lleva ya la friolera de 28 años trabajando en este centro, codo a codo y mano a mano con los menores que ingresan en este servicio conveniado con la Junta de Andalucía. Ha vivido su evolución, desde que era la Casa Cuna y la atención que se proporcionaba era asistencial, hasta el día de hoy en el que el bienestar social es un derecho. Los bebés no residen ya entre estas paredes sino que ahora pasan a familias de acogida y, además, tampoco viven en el centro niños a causa de una precaria situación económica de sus progenitores. «Aquí los menores que vienen ahora son aquellos cuyos padres presentan otros problemas como adicciones, alcoholismo, malos tratos, falta de responsabilidad, enfermedades mentales graves. Antes sí venían por causas económicas mayoritariamente porque no había prestaciones sociales, ni sistemas de pensiones y no tenían más remedio que venir aquí. El centro estaba más especializado en atención a bebés», relata.

Actualmente trabajan con estos nuevos perfiles. Ha cambiado la edad y las características. «Los niños que vienen suelen llegar con un historial de vida difícil, complicada, que se traduce en su comportamiento, en su rebeldía. Es la reacción lógica a las situaciones de vida duras y difíciles a las que se han visto expuestos», indica.

Ana Romero es educadora social, maestra, psicóloga y técnico superior en riesgos laborales. Es funcionaria y entró como educadora en el año 1983 hasta 2011, que pasó a ser subdirectora y, actualmente, directora. «Tenemos 31 plazas conveniadas en tres programas: acogida inmediata, residencia básica y programa de madres. El Centro Básico de Acogida es un centro con experiencia y vocación en la atención a menores y deseo de corazón que durante mucho tiempo podamos realizar la labor social que estamos desempeñando», destaca.

Este centro ha cumplido 60 años de funcionamiento y, por ello, la Diputación provincial ha organizado esta semana pasada actos de convivencia de niños que acuden a los servicios sociales de la provincia con los que residen en el inmueble. Cerca de 300 niños han participado en numerosos talleres culturales.

En los 60 años de historia del centro han pasado por él más de 4.000 niños con seguridad, dice. Ana Romero Chamorro ha vivido, tratado y acompañado a centenares de ellos. Una labor profesional sí, su modo de vida también, pero un trabajo vocacional que conlleva una implicación emocional. «Es una labor totalmente gratificante. Siempre, siempre se consiguen objetivos. Muchas veces te parece que no estás sabiendo llegar a un menor y que no estás obteniendo respuesta y, de repente, un día cambia y es como si saliera todo lo invertido en él», relata.

Ana comenta que estos menores cuando son mayores y tienen ya su familia y su trabajo acuden al centro a verla. «Vienen a vernos con frecuencia y muchos te dicen que el centro les ha servido mucho», indica. Hay todo tipo de historias, ya que sin embargo en ocasiones Ana y el personal del centro atienden a los padres y, después, a los hijos.

Precisamente el sábado en el Centro Cívico se desarrolló un encuentro de convivencia de antiguos alumnos. Una jornada festiva en la que se proyectaron fotos antiguas. El trabajo con estos menores ha cambiado mucho. «Antes cuando era la Casa Cuna era más cerrado. Los niños se atendían en el propio centro. Hoy la atención es más integral y los menores van a los colegios y a los institutos de aquí, como cualquier niño. Aquí procuramos que estudien y que se formen, que aprovechen los recursos y que tengan un mejor futuro. Como hace cualquier familia con sus hijos», dice.

No son niños fáciles, acarrean duras historias, pero merece la pena el esfuerzo. Gracias al Centro Básico de Acogida tienen una nueva oportunidad.