Conocen la teoría, pero la práctica y la realidad es otro cantar. Salen directamente de las aulas y se han de enfrentar a inmigrantes sin papeles a los que tienen que buscar un empleo o a presos en tercer grado que presentan una múltiple problemática que ellos deben solventar. La actividad de numerosas organizaciones y asociaciones de la provincia cuentan con una figura muy presente en el día a día pero poco destacada y de escasa notoriedad pública: los prácticos. Se trata de esos futuros profesionales, trabajadores sociales, educadores o incluso psicólogos, que completan su formación teórica con prácticas en el terreno, codo con codo con los más necesitados.

Ofrecen sus conocimientos y su trabajo pero a su vez se nutren de la experiencia del resto de trabajadores, empleados y voluntarios de esa entidad. La gran mayoría requiere de esos créditos prácticos para lograr su titulación, pero ese periodo de aprendizaje al que se enfrentan les aporta mucho más que una simple calificación, confiesan.

Son ellos los que cada día atienden a personas inmigrantes, en muchos casos sin papeles, que requieren un trabajo, información o incluso formación, que les relatan sus dramas personales y que dejan parte de su esperanza, su futuro y sus ilusiones depositados en ellos. También son los responsables de coordinar programas, de entrevistar a voluntarios, elegir perfiles; buscar los recursos necesarios para el desarrollo de programas, acompañar y asesorar a personas sin hogar, hacer el seguimiento a usuarios, refuerzo educativo, logopedia para menores y un largo etcétera. A muchos les mueve únicamente la vocación y otros han visto en lo social una buena salida laboral ante la crisis.

Noelia Molinero / Cruz Roja

»Me está encantando el contacto con la gente. Yo era diseñadora gráfica y prácticamente mi relación era con un ordenador, ahora viene la gente a pedirme voluntariado y, aunque pueda parecer algo burocrático, me gusta esa relación directa, lo que se suma al buen ambiente que hay en Cruz Roja». Noelia Molinero tiene 31 años y es licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Málaga. Ha realizado además dos másteres en Madrid y Barcelona de Comunicación y ha desempeñado su vida laboral fundamentalmente de maquetadora hasta que se quedó en paro.

Es una de tantas malagueñas a las que la crisis económica les ha pillado por sorpresa a pesar de su completa preparación. Pero al mal tiempo buena cara. A raíz de estas circunstancias Noelia ha decidido dar un giro a su vida, abrir su formación a nuevos campos y cambiar su orientación laboral, para entrar en contacto directo con los más necesitados y poder ayudarlos.

«La cosa está muy mal y no sabía que hacer. Siempre me ha gustado estudiar y como me gusta la orientación laboral decidí abrirme otro abanico de posibilidades laborales. Ahora lo social está en alza y existe más demanda», comenta a este periódico.

Pero lo que comenzó como una salida laboral se está convirtiendo en una actividad gratificante para Noelia. Está realizando en Cruz Roja los seis meses de prácticas necesarios para finalizar y que le den el título del ciclo formativo superior de integración social que ha cursado en el instituto Ibn Gabirol. «Seleccioné Cruz Roja por la notoriedad de la organización», expresa.

Comenzó sus seis meses de prácticas a finales de octubre y finalizará en marzo. Noelia es técnico en prácticas y su labor se enmarca dentro del Plan de Voluntariado, Participación, Medio Ambiente y Cooperación Internacional de la asamblea provincial de Málaga de Cruz Roja.

Su cometido consiste en la gestión del voluntariado, entrevistarlos, elegir los perfiles y su distribución, control de horarios y de horas. «Es un poco como recursos humanos pero del voluntariado», dice. También se encarga de buscar los recursos que sean necesarios para el desarrollo de los diferentes programas. «Lo que hago es gestionar esos proyectos», afirma.

«Aquí la gente te ayuda mucho y te preguntan mucho tu opinión y además la tienen muy en cuenta. Te sientes escuchada y que formas parte de la organización», explica. Noelia ha encontrado una segunda vocación y ha pasado de maquetadora a un trabajo radicalmente opuesto de contacto con el público, con los voluntarios y con personas necesitadas.

Miriam Fernández / Málaga Acoge

Miriam Fernández Vergara tiene 21 años y está realizando prácticas en la asociación Málaga Acoge tras haber cursado la parte práctica de un ciclo de grado superior. «Estoy en el departamento de orientación laboral, asesorando e informando a personas sin documentación, algunas con papeles, pero la gran mayoría sin documentación», relata Miriam.

Ayudar a una persona inmigrantes y sin documentación a encontrar un empleo es una tarea ardua en estos tiempos de crisis económica, pero no imposible. «La cosa está difícil, pero tomamos sus datos, le ayudamos a actualizar y a realizar su currículum, a que conozcan los recursos...Hay asociaciones que ofertan cursos para personas sin documentación o incluso ofertas de empleo que no requieren de papeles, pero es difícil», relata.

Una compleja tarea, en ocasiones frustrante por no poder ayudar todo lo que se deseara pero en cualquier caso gratificante, asegura. «Fácil no es, pero si te gusta siempre lo vas a hacer bien y vas a poder ayudar en algo. Atender y estar en contacto con los inmigrantes, ayudarlos, me hace sentirme bien, me gusta. En mi caso no he realizado estos estudios por buscar una salida laboral sino porque realmente me gusta», declara a este periódico.

En este sentido, Carmen Pérez, de Málaga Acoge, explica que la demanda de prácticos en la asociación siempre ha existido, y aunque indica que no ha detectado ningún boom a causa de la crisis, aclara que también se debe a que la organización suele tener un número fijo y estable de prácticos cada año, en función a los convenios establecidos.

Por Málaga Acoge y el resto de asociaciones y organizaciones malagueñas pasan prácticos de ciclos de grados superiores, de Educación Social, Trabajo Social o de becas del extranjero como Alemania o Finlandia, también de Psicología o de Criminología, comenta.

Para Miriam, que realiza las prácticas en esta entidad, su sueño y su meta es trabajar de integradora social. «Quiero tener trato y ayudar a la gente que pueda», dice. «Realmente yo no lo elegí, me tocaron las prácticas en Málaga Acoge. Empecé muy contenta y ahora estoy más contenta todavía. Aquí se hacen muchísimas cosas y se desarrollan múltiples programas y se ayuda a un montón de gente», relata.

Esta joven comenzó sus prácticas en octubre y las finalizará en tres semanas. Ha cursado este módulo superior en una empresa privada en el Parque Tecnológico de Andalucía. «Opté por un módulo porque quería hacer un ciclo y éste era el que más me gustaba para ayudar a los usuarios y a otras personas», dice.

«Siempre he tenido esa inquietud, me produce satisfacción ayudar a la gente que lo está pasando mal. Sólo con que los escuches y los intentes ayudar ya te regalan una sonrisa y se dan por satisfechos», relata.

Ahora, una vez finalice las prácticas, dice que comenzará a buscar trabajo y también iniciará la carrera de Educación Social. «He decido completar mi formación y voy a hacer la titulación para estar más preparada. También me gustaría mucho trabajar con menores», resalta Miriam.

Tania de Paz / Arrabal

Tania ha pasado a tratar directamente con presos. Concretamente con personas del Centro de Inserción Social (CIS) o de la prisión de Alhaurín de la Torre pero que se encuentran en tercer grado (régimen semiabierto). «Son personas con una problemática difícil. Muchos han perdido determinados hábitos. Les ha pasado el tiempo al haber estado en la cárcel y todo ha cambiado para ellos, desde la forma de hacer un currículum hasta la manera de acudir o afrontar una entrevista de trabajo», explica Tania de Paz Olmedo de 24 años, que está realizando prácticas en la asociación Arrabal.

«Les enseñamos a realizar el currículum, a hacer una carta de presentación...», comenta. Tania comenzó sus prácticas en septiembre y las finalizará el 16 de marzo. Forma parte de este programa de la Asociación Arrabal y su labor consiste en tutorías personalizadas con los reclusos a los que orienta laboralmente para que encuentren trabajo.

«Me encantan las prácticas. Estoy aprendiendo muchísimo. Yo elegí la asociación Arrabal porque me interesaba el público al que se dirigían y el programa en el que estoy en sí», comenta. Tania destaca que se trata de unos usuarios muy particulares. «Cada caso te llama la atención y al final sus historias te van llegando, ya que tratas mucho tiempo con ellos. La cosa está difícil y no puedes hacer más por ellos. Cada caso es un mundo. Siempre me ha gustado ayudar a los demás y a los que tienen menos suerte», declara a este periódico.

Ahora quiere continuar sus estudios y realizar la carrera de Trabajo Social o Educación Social, aunque ve difícil actualmente el panorama laboral también buscará empleo.